El la miró fijamente.-Tú tienes tu propio apartamento y yo el mío. ¿Por qué va a dar lugar eso a rumores?Anne no se creyó su tono inocente-Porque es lo que más le gusta hacer a la mayoría de los humanos.-Nadie habla sobre mí, Anne, no si valoran lo que tienen.-Quizás no delante de ti- insistió ella. Pero te aseguro que hablarán.-¿Y a ti te preocupa?Sin duda estaba siendo deliberadamente obtuso.-NO se trata de que a mí me preocupe o no.-Sí, se trata justamente de eso- dijo él secamente. Y, francamente, no me puedo creer que una mujer como tú, que le plantó cara a Jeff Roberts, que es capaz de enfrentarse a mí sin temor, tenga en cuenta las habladurías. Tú eres mucho más valiente que todo eso.No se iba a dejar embelesar por sus palabras.-No pienso que….-Estupendo- la interrumpió él. Entonces déjame que sea yo el que piense. Ya hablaremos en el restaurante. Ahora, refréscate un poco antes de irnos.Aquel hombre era como una apisonadora. Era tremendamente arrogante. Sin duda,
Para sorpresa de Anne, adaptarse a su trabajo y a su nueva vida en Francia fue realmente fácil.Sus compañeros eran estupendos y su única pega era que todos profesaban una especie de adoración espiritual hacia Peter Stanton . Cuando, además, se trataba de mujeres, esa adoración adquiría un tinte más carnal.Pero, después de trabajar durante ocho semanas para él, Anne tenía que admitir que era comprensible.Era inspirador, por mucho que a ella le pesara reconocerlo, y jamás pedía a sus empleados más trabajo o implicación del que estaba dispuesto a dar por sí mismo. Llegaba siempre el primero a la oficina y se marchaba el último, marcando un ritmo tan agotador como excitante. Ya había oído infinidad de veces lo fascinante, hipnotizador y tremendamente seductor que era, y no podía sino coincidir con la descripción. Era un ser único, irrepetible.Por todo ello, se sentí avergonzada de haber pensado ni por un segundo que pudiera profesar algún interés por ella.Durante el tiempo que levab
Peter, que había sido espectador de todos los cambios de ánimo que se habían reflejado en su rostro, usó la estrategia más adecuada.-¿Puedo entonces confirmarle que iremos a las ocho?Anne asintió.-Es muy amable por su parte. De verdad que le agradezco el gestoPeter se podía permitir el lujo de ser generoso, una vez que había obtenido lo que quería.-Lo sé, Anne. Sencillamente te he sorprendido con la invitación. No te lo esperabas. Mi madre estará encantada de recibirte- dijo él.Ahora iremos a casa a vestirnos.El la tomó del brazo inesperadamente y ella sintió que, de pronto, olvidaba cómo poner un pie detrás del siguientePero el pánico momentáneo dio lugar a un placer único: el de tener a Peter caminando a su ladoSe preguntó qué diría él si ella le confesara que era la primera vez que paseaba del brazo de un hombre en una cálida tarde de verano. Probablemente se reiría de ella. O le lanzaría una de esas miradas cortantes que utilizaba en los negocios.David Kirby también solí
En menos de veinte minutos bajó al recibidor donde habían quedado con la esperanza de ser la primera, pero Peter ya estaba allí charlando amigablemente con Pierre.Nada más verla, su mirada la piropeó-Tan rápida como espectacular- dijo él. Está usted guapísima, mademoiselle Stanton.-Gracias- dijo ella y, acto seguido, se volvió a saludar a Pierre.Se marcharon intercambiando halagos, pero durante el trayecto de ida Peter habló muy poco, lo que puso a Anne más nerviosa aún de lo que estaba.Fingió un falso interés en lo que sucedía al otro lado de la ventanilla del coche mientras buscaba mentalmente posibles temas de conversación a tratar con los padres de Peter.Se detuvieron brevemente a comprar los bombones para la madre de él y luego continuaron.Pronto llegaron a una pequeña casa de piedra en el barrio latino.Los niños jugaban ruidosos en la calle y había algunas parejas de ancianos sentados a la puerta de sus casas. Todos parecían disfrutar del lánguido atardecer.A Anne le gu
Una vez en el coche, Peter condujo unos kilómetros al cabo de los cuales se detuvo y aparcó.-Vamos a dar un paseo-¿Un paseo?- repitió Anne nerviosa.-Anne, relájate, por favor- la miró de un modo muy especial. Necesito hablar contigo y aclarar una serie de cosas, ¿de acuerdo?-De acuerdo- susurró ella, temerosa, al notar que algo había cambiado en los últimos minutos. La actitud relajada y afable se había transformado en algo que no le resultaba tan fácil manejarSe dirigieron a un pequeño parque y Peter la guió hasta uno de los bancos que había bajo un árbol.Al sentarse, él extendió el brazo a lo largo del respaldo y tomó su barbilla entre los dedos obligándola a alzar el rostro.Anne no podía creerse que hubiera sido tan necia como para dejarse llevar a una situación de extrema vulnerabilidad como aquella. Pero debía reconocer que no había opuesto demasiada resistencia aun sospechando que algo así iba a suceder. No había tenido que usar sus dotes de persuasión, esa era la verdad.
Durante unos instantes, Anne se encontró sumida en un placer sensual y hasta entonces desconocido, y se sorprendió sintiendo cosas que había temido ser incapaz de sentir. La estaba besando y le parecía algo natural y maravilloso.Peter alzó finalmente la cabeza y Anne se sintió mareada.-Sabes a miel dulce y suave, tal y como imaginaba- dijo él en un susurro.La besó una vez más. Recorrió su rostro con dulces besos.-Hueles bien, sabes bien.Tenía que detener aquello. NO sabía exactamente por qué, pero sí tenía la certeza de que no podía llevarla a nada bueno.El era el lobo feroz y tenía que apartarse.-Llevo queriendo hacer esto desde que te conocí, ¿sabes?. Quiero desvestirte y tenerte desnuda en mis brazos, hacerte sentir cosas que nunca antes has sentido con nadie…Sus palabras fueron el resorte necesario para que reaccionara. Se apartó de él y se libró de la prisión de sus manos. Se levantó apresuradamente.-Quiero irme, quiero volver a mi casa.-¿Qué te pasa?- preguntó él ponié
Julio terminó y dio paso a un agosto aún más caluros. Pero, con la inestimable ayuda del aire acondicionado, Anne descubrió que podía soportar sin demasiados inconvenientes el verano parisino.La mañana después de la cena en casa de los Stanton su regreso al trabajo se había hecho duro. Sin embargo, el trato amigable e impersonal de Peter le había facilitado concentrarse en su labor y volver a relajarse.La partida de Peter, solo horas después, a los Estados Unidos había sido de más ayuda aún. Durante las dos semanas de ausencia del jefe supremo, Anne había hecho un especial esfuerzo para integrase en las vidas de sus colegas.Había aceptado una o dos invitaciones para cenar en su casa, habían salido a comer con Chantal en un par de ocasiones y había compartido varias tazas de café y cruasanes con Marianne, que formaba parte del equipo de producciónAnne había descubierto durante ese tiempo que, aparte de una gran variedad de entretenimientos, lo que más obsesionaba a los franceses
Se encaminó hacia la puerta, con un cosquilleo en el estómago que reconcomio como emoción.-Buenos días, Anne- dijo él nada más verla.Estaba guapísimo-Hola Peter- respondió ella. “mantén un tono ligero y jovial, como si no pasara nada, como si no hubieras estado pensando en él cada minuto del día” se dijo. No sabía que hubieras vuelto ya.-Acabo de llegar.-¿Has conseguido solucionarlo todo?-Más o menos- dijo él apoyándose en la jamba de la puerta. Parecía cansado. Hasta la próxima crisis- sonrió lenta y seductoramente. ¿Te vienes a cenar conmigo?Anne tragó saliva antes de forzar una sonrisa.-¿Esta noche?- preguntó, claramente más afectada de lo que quería estar. No creo que sea una buena idea. Pensé que habíamos dicho que no éramos más que amigos.-¿Y los amigos no comen juntos?-por supuesto que sí…No quería decir eso, sino….-Has comido con un montón de gente estas semanas. ¿Por qué no conmigo?Ella lo miró fijamente.-¿has estado indagando sobre lo que he hecho?-No creo que