Nada más entrar en el despacho de Margaret, la mujer la asaltó con preguntas.¿Qué tal anoche?. ¿Fue todo bien?Déjame que me quita la chaqueta- le dijo Anne riéndose ligeramente por la urgencia en la voz de la mujer. Era extraño verla así.El señor Stanton ha dejado unos papeles aquí. Me ha dicho que estaban relacionados con lo que estuvisteis hablando anoche.Anne atravesó la habitación y se aproximó a ella.Me ha ofrecido un trabajo con su equipo en Francia- le dijo Anne mientras dejaba la chaqueta en el respaldo de una silla. Le dije que pensaría sobre ello. Tiene una vacante para un técnico textil. La verdad es que siempre soñé con un puesto así, pero…¿Hay un pero?. Anne, ¿te has vuelto loca?-dijo la mujer horrorizada. Acepta ese trabajo sin dudarlo antes de que cambie de opinión. Mucha gente vendería su alma por una oportunidad como esa.Anne la miró confusa.Pero tú misma fuiste la que me advirtió que tuviera cuidado.Eso fue antes de saber que lo que quería era ofrecerte r
La había acusado de querer el puesto que tan generosamente le había ofrecido, pero de no querer estar junto a él, y tenía razón. Tenía miedo de aquel hombre.Era demasiado varonil, demasiado vigoroso y fuerte.Le provocaba pánico y no entendía por qué.Cerró los ojos y le vino a la memoria una imagen de cuando tenía ocho años.Acababa de abandonar la casa de Kate y Angus West, unos adorables padres adoptivos con los que había vivido desde muy pequeña. A Angus le habían diagnosticado cáncer de huesos y, a raíz de eso, Kate había sufrido un ataque.Anne había sido trasladada a la casa de David y Cassey Kirby, un lugar lujoso, con seis habitaciones y cuatro cuartos de baño, con piscina y un enorme jardín.Ella tenía su propia habitación y un armario lleno de ropa preciosa, podía montar a caballo….¿A qué niño no le gustaría aquello?Pero había algo que la intranquilizaba en el rico, guapo y carismático David.Al principio no entendía de qué se trataba, pero sí sabía que no le gustaban s
El corto vuelo en avión fue agradable y cómodo.Claro que no podía ser menos, viajando con un billete de primera que Chantal le había enviado.En Londres, la había ido a recoger un taxi, cortesía de la empresa, como el jovial conductor le había indicado al llegar al aeropuerto. Sin duda, Peter Stanton pesaba en todo.Según le había indicado Chantal, una vez en París, un coche la llevaría al apartamento que había alquilado para ella.Después de dejar sus maletas y refrescarse un poco, debía encaminarse a las oficinas de Stanton Internacional, donde Peter le presentaría al resto del equipo.Al fin, estaba allí, después de dos emanas de dudas y emociones contradictorias.Miró las tres maletas que llevaba y decidió que, definitivamente, había hecho bien en marcharse de Inglaterra. El señor Roberts de había negado radicalmente a creer las acusaciones que pesaban sobre su hijo y Jeff se había buscado un caro abogado.No obstante, Margaret le había contado que Peter había informado a Michae
Durante todo el trayecto se sintió tensa, como temerosa de aquella situación, de estar en un espacio reducido con Peter Stanton.En un momento dado, su estado anímico se hizo patente y evidente para Peter.Por favor, Anne, ¿te quieres relajar?- le dijo Peter al cabo de un rato.¿Perdona?Estás muy tensa. ¿Qué demonios piensas que te voy a hacer en mitad de una calle abarrotada de coches en pleno día?Ella lo miró atónita y respondió con más desparpajo del que correspondía a una empleada.No sé de qué estás hablando- dijo ella e, inmediatamente, se ruborizó.Sospechas de todo lo que hago y todo lo que digo, como si esperaras que te fuera a atacar de un momento a otro.¡Eso no es cierto!Estás muy nerviosa.Claro que lo estoy. Cualquiera lo estaría.Acabo de llegar a un país extraño en el que tengo que conocer a un montón de gente y trabajar en un lugar que me es ajeno.“Eso sin contar con que mi jefe, en persona, ha venido a buscarme, y resulta ser el hombre más sexy y carismático que
El la miró fijamente.-Tú tienes tu propio apartamento y yo el mío. ¿Por qué va a dar lugar eso a rumores?Anne no se creyó su tono inocente-Porque es lo que más le gusta hacer a la mayoría de los humanos.-Nadie habla sobre mí, Anne, no si valoran lo que tienen.-Quizás no delante de ti- insistió ella. Pero te aseguro que hablarán.-¿Y a ti te preocupa?Sin duda estaba siendo deliberadamente obtuso.-NO se trata de que a mí me preocupe o no.-Sí, se trata justamente de eso- dijo él secamente. Y, francamente, no me puedo creer que una mujer como tú, que le plantó cara a Jeff Roberts, que es capaz de enfrentarse a mí sin temor, tenga en cuenta las habladurías. Tú eres mucho más valiente que todo eso.No se iba a dejar embelesar por sus palabras.-No pienso que….-Estupendo- la interrumpió él. Entonces déjame que sea yo el que piense. Ya hablaremos en el restaurante. Ahora, refréscate un poco antes de irnos.Aquel hombre era como una apisonadora. Era tremendamente arrogante. Sin duda,
Para sorpresa de Anne, adaptarse a su trabajo y a su nueva vida en Francia fue realmente fácil.Sus compañeros eran estupendos y su única pega era que todos profesaban una especie de adoración espiritual hacia Peter Stanton . Cuando, además, se trataba de mujeres, esa adoración adquiría un tinte más carnal.Pero, después de trabajar durante ocho semanas para él, Anne tenía que admitir que era comprensible.Era inspirador, por mucho que a ella le pesara reconocerlo, y jamás pedía a sus empleados más trabajo o implicación del que estaba dispuesto a dar por sí mismo. Llegaba siempre el primero a la oficina y se marchaba el último, marcando un ritmo tan agotador como excitante. Ya había oído infinidad de veces lo fascinante, hipnotizador y tremendamente seductor que era, y no podía sino coincidir con la descripción. Era un ser único, irrepetible.Por todo ello, se sentí avergonzada de haber pensado ni por un segundo que pudiera profesar algún interés por ella.Durante el tiempo que levab
Qué tal está la adorable Anne esta mañana?.¿se ha divertido durante el fin de semana?.Pareces una chica que sabe divertirse.Anne levantó la vista y miró a Jeff Roberts sin reacción aparente.-Buenos días, señor Roberts- dijo secamente.Se aproximó y se sentó en su mesa. A ella se le revolvió el estómago. Estaba lo suficientemente cerca como para que su repugnante colonia lo invadiera todo. Pero Anne continuó escribiendo sin mirarlo, con la esperanza de que llegara a cansarse y se marchara.Había tres modos de enfrentarse a un acosador.La primera, ignorar y evitar al triste individuo, tratándolo, además con frialdad suficiente como para que entendiera que su impertinencia no era bienvenida.La segunda, acusarlo de acoso y llevar dicha acusación tan lejos como fuera necesario.La tercera, darle al desagradable tipo un puñetazo en la mandíbula.Anne lo había intentado con la primera opción desde hacía ocho semanas, cuando, poco después de incorporarse a Stanton Internacional, Jeff R
Anne no tuvo tiempo de pensar. Se levantó en un abrir y cerrar de ojos y lo abofeteó.El retrocedió, alarmante sorprendido por aquella reacción, y maldijo con una retahíla de obscenidades. Anne pudo apreciar que su intención era atacarla de nuevo, así que se preparó para defenderse.-¿Qué demonios está sucediendo aquí?La voz que procedía de la puerta obligó a Jeff a volverse. Anne miraba fijamente al hombre alto y moreno que estaba en el vano. Supo de inmediato de quién se trataba y no solo por su acento francés. Había oído hablar mucho del único dueño de Stanton Internacional y lo habría podido describir sin problemas, aunque jamás había visto su rostro.Peter Stanton, treinta y dos años, soltero pero con una larga lista de amantes que lo hacían centro de todas las miradas del periodismo de sociedad.Era un hombre que se había hecho a sí mismo, alguien que había salido de los barrios bajos de París y que había llegado a convertirse en el dueño de una cadena de tiendas de muebles o