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UN JEFE SUMAMENTE APUESTO Y PELIGROSO

De pronto, Peter sintió deseos de besar aquella boca que trataba de controlar el temblor del labio inferior. La intensidad del sentimiento lo desconcertó.

-Lo siento mucho, Anne.

Ella se se encogió de hombros y él se dio cuenta de que aquel gesto encajaba perfectamente con la ilegible expresión de su rostro.

-Son cosas que pasa- dijo ella. Mucha gente sufre más.

Su rostro se iluminó en el momento en que vio aparecer al camarero con los cócteles.

Estaba claro que no le gustaba hablar de sí misma y, probablemente, tampoco le gustaba él.

Peter sintió que el pulso se le aceleraba y no sabía si la sensación que lo acuciaba era deseo, emoción, curiosidad, o una mezcla de todo.

Tomó control de la situación, levantó la copa y propuso un brindis.

-Por una cena excelente y una buena botella de vino.

Anne se rio.

-Es un brindis un tanto frívolo.

-Puede- dijo él. Pero la frivolidad está llena de placeres nada despreciables.

-Eso también es verdad- reconoció ella. En tal caso, brindemos por la cena y el vino.

Chocaron ligeramente sus copas y bebieron. El cóctel estaba delicioso, pero Anne podía notar cómo las burbujas se le subían directamente a la cabeza. No había comido nada desde el sándwich mediodía. Así que decidió que era hora de entrar en el tema de la noche antes de que el alcohol pudiera reducir sus reflejos.

-Según me has dicho, ibas a hacerme una propuesta de trabajo.

-Luego- dijo él. Ahora necesitas relajarte un poco.

Ella discrepaba radicalmente. No consideraba que necesitara relajarse, sin más bien lo contrario: mantener las defensas bien altas. Empezaba a pensar que Margaret tenía razón y que o debería haber aceptado la invitación.

-También me gustaría que dejaras de mirarme como si tú fueras Caperucita Roja y yo el Lobo Feroz- añadió Peter suavemente y ella sintió un escalofrío. Me gustaría que me hablaras de la señora Gibson, la que hemos visto al llegar a tu apartamento. ¿son todos tus vecinos tan pintorescos?

-Lo primero, me gustaría aclarar que no tengo un apartamento. Realmente es solo una habitación- confesó Anne después de un fortalecedor sorbo de champán. En cuanto al señor Gibson, es una anciana maravillosa y excéntrica.

Se quitó lentamente le chal y notó que él seguía el movimiento con los ojos, hasta posarse en sus hombros blancos y deslizarse por su escote en busca de sus senos.

Levantó la vista sin tratar de fingir que no había estado mirando.

-Estás muy guapa, Anne.

Quizás fura el acento francés, o el romanticismo del entorno y la situación, o, simplemente, su necesidad de ocultar lo alterada que se sentía, lo que le hizo soltar una ligera carcajada.

Pero, en cualquier caso, a él pareció no gustarle.

-¿Te hago gracia?- preguntó en tono gélido.

-No, claro que no.

-Pues algo te ha provocado risa.

Ella lo miró fijamente y sintió la necesidad de rebelarse contra su autoritarismo.

- Es Todo esto- dijo ella señalando el entorno. Me resulta irreal. No obstante, es muy agradable….

-Vaya, gracias- dijo él en tono sarcástico.

-Lo digo de verdad. Es un lugar perfecto para una invitación- sus comentarios no parecían sino estar empeorando las cosas.

Aquel hombre había hecho el esfuerzo de llevarla a aquel restaurante en el que todo era estupendo y maravilloso. Debía estar agradecida. Sin embargo, todo el mundo parecía tomarse aquello demasiado en serio. Anne llevaba toda su vida aprendiendo a no tomarse demasiado en serio nada, ni a nadie….

-Así que no estás acostumbrada a que te saquen a cenar, a que te malcríen, a pesar de ser tan hermosa- dijo él, en una libre interpretación del comentario de ella. ¿Qué problema tienen los hombres en Inglaterra?

Anne lo miró anonadada, sin dar crédito a lo que pensaba estaba sucediendo. ¿Peter Stanton estaba flirteando con ella?. Peter Stanton. Nada en su vida la había preparado para enfrentarse a una situación así. Una de sus reglas había sido mantenerse alejada de los hombres, evitar su proximidad, que la tocaran. Por eso la actitud de Jeff Roberts le había resultado tan desagradable, pero también tan fácil de identificar y combatir.

Peter Stanton era infinitamente más peligroso y ambiguo.

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