OCASO

Después de cinco días de viaje, el carruaje en el que voy se detiene en la cima de una colina. El conductor, un hombre experimentado y callado, se vuelve hacia mí y dice:

—Princesa, hemos llegado.

Miro hacia afuera y mi respiración se detiene. Ante mí se extiende un reino espectacular, como si saliera de un cuento de hadas. El sol brilla sobre las estructuras de mármol y oro, haciendo que resplandezcan como joyas.

La manada se extiende en el valle debajo de nosotros, rodeado por un río cristalino que serpentea a través de la ciudad. Una cascada impresionante cae desde una altura impresionante, creando un velo de agua que se desvanece en la bruma.

Las columnas de las estructuras se elevan hacia el cielo, adornadas con intrincados diseños persas. Los arcos y cúpulas de las estructuras brillan con azulejos de cerámica azul y verde, creando un efecto de mosaico impresionante.

En el centro del reino, un palacio majestuoso se alza sobre una colina, rodeado por jardines y fuentes. La arquitectura es una mezcla de estilos persas y árabes, con influencias de la antigua Grecia.

El carruaje comienza a descender la colina, y yo siento una mezcla de emociones. Estoy impresionada por la belleza del reino, pero también estoy aquí con un propósito: vengar a mi familia y derrotar a Venco.

A medida que nos acercamos al reino, veo a la gente saliendo de sus casas y tiendas para mirarnos. Son rostros curiosos y algunos incluso parecen hostiles. Sé que soy una extranjera aquí, y que mi presencia no es bienvenida por todos.

Pero no me importa. Estoy aquí para hacer lo que debo hacer. Estoy aquí para enfrentar a Venco y restaurar la justicia en este reino.

El carruaje se detiene ante la entrada del palacio, y yo bajo, estirando mis piernas y ajustando mi vestido. Estoy lista para enfrentar lo que sea que me depare el destino.

Seguimos al guía que nos lleva por un pasillo largo y ornamentado, iluminado por antorchas y candelabros. El olor a madera y seda llena el aire, pero también percibo algo más: el aroma de lobos. No son lobos cualquiera, sino lobos betas, poderosos y peligrosos.

Mi entrenamiento me ha permitido desarrollar mi sentido del olfato y reconocer los diferentes aromas de los lobos. La persona que nos lleva, una mujer delgada y elegante, es una Omega. Su aroma es suave y tranquilizador.

Mi tío, mi tía y Lyra caminan junto a mí, observando el lujo del palacio. Las paredes están adornadas con tapices y pinturas, y el suelo es de mármol pulido.

La guía nos detiene ante una puerta grande y ornamentada.

—Aquí estan sus aposentos —dice—. Y estas son las habitaciones asignadas para ustedes.

Señala hacia una puerta a la izquierda.

—Este es el aposento para el rey Ryker, su esposa y su hija.

Luego se vuelve hacia mí y señala hacia una puerta a la derecha.

—Y este es su aposento, princesa Ocaso.

Me despido de mi familia con un abrazo y un beso en la mejilla.

—Estoy bien, tío —digo—. Descansa.

Mi tío asiente y me sonríe.

—Recuerda, Ocaso, eres una princesa y una loba Alfa. No te dejes intimidar por nadie.

Asiento y entro en mi habitación, cerrando la puerta detrás de mí. La habitación es enorme, con una cama grande y una chimenea encendida. Hay un balcón que da al jardín y una vista impresionante del reino.

La criada, una mujer llamada Elara, está esperándome dentro de la habitación.

—En dos horas, vendrá un grupo de mujeres para ayudarla a vestirse para presentarla ante el rey —dice Elara—. ¿Necesita algo, princesa?

—Muchas gracias —respondo—. Estoy bien por ahora.

Elara sonríe y se inclina.

—Estoy a su disposición, princesa. Si necesita algo, no dude en llamarme.

Sale de la habitación, dejándome sola. Me quedo un momento mirando el fuego de la chimenea, pensando en lo que viene próximo.

Me acerco al balcón y contemplo el reino de Venco. La ostentosidad es impresionante. Nunca había visto algo así. Mi reino, el reino de mi padre, era rico y próspero, pero este reino lo supera en todo. Me pregunto cómo habrán conseguido tanto poder y riqueza.

Después de un rato de contemplación, regreso al interior de mi habitación y decido relajarme un poco. Me doy una ducha refrescante y me siento en el borde de la cama, esperando a que lleguen las empleadas para ayudarme a prepararme para la presentación ante el rey.

No tardan en llegar. Un grupo de mujeres entra en la habitación, llevando consigo una variedad de vestidos y accesorios.

—Princesa, hemos traído varios vestidos para que elija —dice una de ellas—. ¿Qué tipo de vestido prefiere?

—Quiero un vestido de princesa, algo hermoso y elegante —respondo—. Algo que resalte mi cabello blanco.

Las empleadas sonríen y comienzan a mostrar-me diferentes opciones. Eligen un vestido de seda blanca con un corpiño ajustado y una falda amplia que cae en pliegues suaves. El vestido tiene un cuello alto y unos brazos largos que se ajustan a mis brazos.

—Este es un vestido típico de la época —dice una de las empleadas—. Le sentará perfectamente.

Me ayudan a ponerme el vestido y comienzan a arreglarme el cabello. Quero mi cabello ondulado, así que utilizan técnicas tradicionales para ondear mi cabello blanco. Me lo peinan hacia atrás y lo sujetan con una diadema de oro y piedras preciosas.

—¿Quiere que le pongamos un poco de maquillaje, princesa? —pregunta una de las empleadas.

—No, no es necesario —respondo—. Quiero que mi belleza sea natural.

Las empleadas sonríen y asienten. Me ayudan a ponerme los zapatos y me ajustan el vestido para que quede perfecto.

—Está lista, princesa —dice una de ellas—. Es una verdadera princesa.

Me miro en el espejo y me siento satisfecha. El vestido es hermoso y mi cabello blanco brilla en la luz.

Me miro en el espejo, satisfecha con mi apariencia, y luego me vuelvo hacia las empleadas.

—¿Cuántas chicas más han venido a visitar al rey Venco? —pregunto, curiosa.

Una de las empleadas se mira con la otra antes de responder.

—Bueno, princesa, han venido unas 15 chicas aproximadamente.

Me sorprende la cantidad.

—¿Y qué ha pasado con ellas? —pregunto, intrigada.

La empleada se inclina un poco, como si estuviera compartiendo un secreto.

—Al parecer, ninguna de ellas ha sido del agrado del rey. No son lo que él busca.

Me pregunto qué puede estar buscando Venco en una esposa.

—¿Qué han notado en las princesas que han llegado? —pregunto.

Una de las empleadas se anima a hablar.

—Bueno, princesa, todas ellas idolatran al rey. Creen que es un dios en la tierra. Pero la verdad es que el rey no es así. Es un hombre sencillo y bueno.

Me sorprende esta información. Mi visión del rey Venco es muy diferente. Lo veo como un hombre cruel y despiadado.

—Eso es interesante —digo, pensativa—. Porque yo siempre he pensado que el rey Venco era un hombre... —me detengo un momento, buscando las palabras adecuadas— ...sin corazón.

Las empleadas se miran entre sí, sorprendidas por mi comentario. Una de ellas se atreve a hablar.

—Princesa, no debería hablar así del rey. Es un hombre poderoso y...

—No necesito recordatorios —interrumpo, sonriendo—. Solo estoy expresando mi opinión.

Las empleadas se callan, visiblemente incómodas. Me doy cuenta de que he dicho demasiado. Pero no me importa. Estoy aquí para descubrir la verdad sobre Venco, no para hacer amigos.

Me siento nerviosa mientras bajo las escaleras, ajustándome los guantes y el velo de misterio que cubre mi rostro. La empleada me guía por el pasillo, indicándome dónde debo ir. Mi corazón late con anticipación y rabia, sabiendo que pronto estaré frente al hombre que mató a mi familia.

Al llegar a la puerta doble, custodiada por dos guardias, escucho el anuncio de mi presentación: "La princesa Ocaso del reino de Aldovia". Tomo una respiración profunda y doy un paso adelante, entrando en el salón de eventos.

El pasillo largo y elegante se extiende ante mí, flanqueado por grupos de personas que me miran con curiosidad. No sé quiénes son, pero me siento inquieta bajo su escrutinio. Mi velo de misterio me protege, pero no puedo evitar sentirme vulnerable.

A lo lejos, veo el trono de oro donde está sentado el rey Venco. Mi corazón late con fuerza, la rabia y el odio bullendo en mi interior. He guardado un objeto cortopunzante en mi vestido, pero sé que matarlo ahora sería demasiado fácil. Quiero hacerlo sufrir.

Me acerco lentamente al trono, sintiendo el peso de la mirada del rey sobre mí. Su contextura impresionante me sorprende: músculos grandes y perfectos, cabello largo y rubio tirado hacia atrás. Su traje es elegante, con una camisa desencajada que revela su pecho fuerte.

A medida que me acerco, su olor espectacular me envuelve, una mezcla de especias y cuero que me hace sentir mareada. Mis piernas temblaban bajo mi vestido, pero me obligo a mantener la calma.

Al llegar a la base de las escaleras, el rey se levanta, su altura imponente haciéndome sentir pequeña. Bajo las escaleras, sus ojos se encuentran con los míos, y siento un escalofrío recorrer mi espalda.

—Princesa Ocaso —dice su voz profunda y suave—. Es un placer conocerte.

Me inclino, intentando ocultar mi odio y mi miedo. Pero sé que esto es solo el comienzo. Estoy aquí para vengar a mi familia, y no me detendré hasta lograrlo.

—Por supuesto rey—le respondo—es un honor para ti tenerme frente a ti.

Respondo consiguiendo que las personas cercanas murmuren. Sin embargo, Lo veo a través del velo que cubre mi rostro, su cabello rubio largo y brillante, su cuerpo alto y musculoso que parece llenar el espacio. Su estatura es inmensa, imponente, y su presencia irradia poder y control. Los músculos de sus brazos y hombros se delinean bajo su camisa ajustada, y su postura confiada y segura me hace sentir una punzada de inseguridad.

Mi corazón late un poco más rápido, y mis piernas tiemblan ligeramente bajo mi vestido. No debería sentirme así, no ahora, no aquí. Estoy aquí para vengarme, para hacerle pagar por lo que hizo a mi familia. No para sentirme intimidada por su físico impresionante.

Siento que esto va a ser mas complicado de lo que pensé.

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