OCASO

Estoy en medio de la selva, rodeada de árboles altos y densos. El sol filtra a través de las hojas, iluminando el claro donde estoy entrenando. Mi corazón late con fuerza mientras me enfrento a mis oponentes, un grupo de lobos hombres que me superan en número.

Soy una loba ahora, después de 5 años de entrenamiento y dolor. La tragedia que sufrió mi familia me hizo buscar refugio en mi lado salvaje, y ahora soy una guerrera poderosa.

Mi instructor, un lobo hombre llamado Thorne, me observa desde la sombra. Me ha estado entrenando durante meses, enseñándome técnicas de combate y estrategia.

—¡Vamos, Ocaso! —grita Thorne—. ¡Muestra lo que has aprendido!

Me lanzo hacia adelante, mis garras extendidas. Los lobos hombres se dispersan, intentando rodearme. Pero estoy lista. Me muevo con rapidez, esquivando sus ataques y contraatacando con fuerza.

Uno de ellos se acerca demasiado, y lo derribo con un golpe de mi zarpada. Otro intenta morderme el cuello, pero lo esquivo y le doy un golpe en el costado.

El entrenamiento es intenso, pero estoy enfocada. Sé que debo ser fuerte si quiero vengarme de Venco.

Thorne se acerca a mí, sonriendo.

—Bien hecho, Ocaso —dice—. Estás mejorando cada día.

Me detengo, jadeando, y miro alrededor. El claro está cubierto de hojas y ramas rotas, prueba de la intensidad de la lucha.

—¿Qué sigue? —le pregunto a Thorne.

—Ahora vamos a trabajar en tu defensa —responde—. Prepárate para enfrentar a más oponentes.

Asiento, lista para seguir adelante. La venganza es mi objetivo, y no me detendré hasta lograrla.

Estoy en medio del campo, mirando a mi prima Lyra, que llega en un caballo negro y fuerte. Lyra viste un traje de cuero marrón claro, ajustado a su cuerpo, con una falda larga y estrecha que le llega hasta los tobillos. Su cabello rubio está recogido en una cola de caballo, y sus ojos azules brillan con urgencia.

—Lyra, ¿qué pasa? —le pregunto.

—Tienes que volver al reino —dice Lyra, sin bajarse del caballo—. Mi tío te necesita ahora mismo.

—¿Por qué? —le pregunto, intrigada.

Lyra sacude la cabeza. —No lo sé, pero es importante.

—Ven conmigo —dice Lyra, extendiendo una mano.

—No, prefiero correr —le respondo, sonriendo.

Lyra se ríe.

—¿Quieres hacer una carrera? —pregunta.

—Sí —digo, sonriendo—. Soy muy rápida.

Lyra se encoge de hombros.

—De igual forma, correremos.

Y con eso, Lyra espolea su caballo y se lanza hacia adelante. Yo me lanzo tras ella, mis piernas moviéndose con rapidez y agilidad. Soy una loba en espíritu, con una fuerza y resistencia que me permiten correr con facilidad.

El viento golpea mi cara mientras corro, mi corazón late con fuerza y mis músculos trabajan con eficiencia. El campo se extiende ante mí, un mar de hierba verde y suave. Corro por entre los árboles, saltando sobre raíces y rocas.

Mi visión se enfoca en Lyra y su caballo, que se alejan en la distancia. Pero yo no me detengo. Corro con todas mis fuerzas, mi respiración rítmica y profunda. El sol brilla sobre mí, calentando mi piel.

Finalmente, alcanzamos la cima de una colina y comenzamos a descender hacia el valle. Lyra y su caballo están justo delante de mí, pero yo sé que puedo alcanzarlos.

Me esfuerzo aún más, mis músculos trabajando con fuerza. Y entonces, en un momento, paso junto a Lyra y su caballo, liderando la carrera.

—¡Ja! —grito, triunfante.

Lyra se ríe y me alcanza, deteniendo su caballo.

 —Eres demasiado rápida para mí, Ocaso —dice, sonriendo.

Me detengo junto a ella, jadeando.

—Tengo que mantenerme en forma —digo, sonriendo.

Lyra asiente.

—Bueno, vamos. Mi tío te espera.

Asiento, y juntas nos dirigimos hacia el reino.

Recuerdo el día que llegué al reino de mi tío, destrozada por la muerte de mis padres y hermanos. Tenía 14 años y mi mundo se había derrumbado. Mi tío, el rey Ryker, me acogió con amor y comprensión, y su familia se convirtió en la mía.

Lyra, su hija, tenía 10 años en ese momento y se convirtió en mi compañera y amiga. Al principio, me sentí incómoda en mi nuevo hogar, pero Lyra me hizo sentir bienvenida. Me mostró los jardines del reino, me enseñó a montar a caballo y me presentó a sus amigos.

Con el tiempo, Lyra se convirtió en mi hermana adoptiva. Nosotras dos éramos inseparables, compartiendo secretos y sueños. Mi tío y su esposa, la reina, nos trataban como a sus propias hijas, y nos daban todo su amor y apoyo.

A medida que crecí, Lyra se convirtió en mi confidente y amiga más cercana. Me ayudó a superar mi dolor y mi rabia, y me enseñó a ser fuerte y valiente. Juntas, exploramos el reino, aprendimos a luchar y nos convertimos en guerreras.

Han pasado cinco años desde entonces. Lyra ahora tiene 15 años y es una hermosa jovencita con una sonrisa radiante y un corazón lleno de amor. Yo tengo 19 años y he crecido en un guerrero fuerte y decidido.

Mi tío me ha enseñado a luchar y a liderar, y Lyra me ha enseñado a ser compasiva y a amar. Juntas, hemos crecido en un entorno de amor y apoyo, y hemos sido hermanas en todo sentido.

No olvido a mis hermanos, a mi familia, a todos los que murieron y mucho menos su nombre.

Ahora, mientras entramos en el reino, siento una sensación de pertenencia y de hogar. Este es mi lugar, y Lyra es mi familia. Estoy lista para enfrentar cualquier desafío que se presente, sabiendo que tengo a mi lado a mi hermana y amigos que me apoyan.

Llegamos a la puerta de la sala y la madre de Lyra, mi tía, me toma del brazo.

—Ocaso, no puedes presentarte así —dice, mirándome con una sonrisa.

—¿Ante quién? —le pregunto, curiosa.

—Ya sabrás —responde, sonriendo—. Tienes que darte un baño.

Me lleva a mi habitación, donde las empleadas han preparado una tina de agua caliente y perfumada. Me quito la ropa de entrenamiento y me sumerjo en el agua, sintiendo cómo se relajan mis músculos.

Las empleadas me ayudan a lavar mi cabello blanco y a peinarlo. Me visten con un vestido liso y elegante, y me dejan el cabello suelto, cayendo en cascada por mi espalda.

Mi tía entra en la habitación y me elogia.

—Eres hermosa, Ocaso —dice, sonriendo—. Tu cabello es igual que el de tu madre.

—Gracias, tía —respondo, sonriendo.

—Tienes un cabello precioso —dice, acariciando mi cabello—. Es un regalo de tu familia.

—Sí, lo sé —respondo—. Me recuerda a mi madre.

Mi tía sonríe y me abraza.

—Estás lista para lo que se viene —dice.

—¿Qué es lo que está pasando? —le pregunto, curiosa.

—Ya te darás cuenta —responde, sonriendo—. Solo confía en mí.

Asiento, sintiendo una mezcla de emoción y curiosidad. ¿Qué puede ser lo que está pasando? ¿Por qué mi tía es tan misteriosa?

Llego a la sala con mi tía, y veo a mi tío Ryker acompañado de un hombre que nunca había visto antes. Me sorprende, ya que conozco prácticamente a todos los hombres y trabajadores del reino. Pero este hombre es un desconocido, y su traje es diferente a los que suelen usar en nuestra zona.

Mi tío se levanta y se acerca a mí, sonriendo.

—Ocaso, te presento al señor Thrain, consejero de la casa Valthorne —dice.

Me inclino ligeramente, saludando al consejero y los jugos gástricos se me revuelven al escuchar ese maldito apellido.

Recuerdo la noche que mi familia fue asesinada, la noche que Venco y sus hombres llegaron a nuestro reino y nos destruyeron todo. Recuerdo el dolor, el miedo y la impotencia que sentí.

Pero no me permito mostrar mi dolor. No me permito debilitarme. He pasado años preparándome para este momento, fortaleciendo mi mente y mi cuerpo para enfrentar a los que me han hecho daño.

—Es un placer conocerlo, señor Thrain —digo amablemente, escondiendo las ganas de meterle mi espada por un ojo.

El consejero me mira con una sonrisa.

—El placer es mío, princesa Ocaso —responde—. Tengo un mensaje para ti, de parte del rey Valthorne.

Mi corazón se detiene al escuchar el nombre de Venco. ¿Cómo puede ser que esté buscando una esposa en nuestro reino?

—¿Cuál es el mensaje? —pregunto, intentando mantener la calma.

El consejero se aclara la garganta.

—El rey Valthorne ha oído hablar de una hermosa jovencita de cabello blanco en el reino de Aldovia —dice—. Y ha decidido que desea cortejarla para hacerla su esposa.

Me siento como si hubiera recibido un golpe en el estómago. ¿

—¿Y qué se supone que debo hacer? —pregunto, intentando mantener la calma.

El consejero se inclina ligeramente.

—El rey Valthorne te invita a su mansión y reino para que puedas conocerlo y considerar su proposición —dice.

Mi tío Ryker se acerca a mí y me pone una mano en el hombro.

—No te preocupes, Ocaso —dice—. No tienes que tomar una decisión ahora mismo. Podemos hablar sobre esto y decidir qué es lo mejor para ti.

Mantengo la compostura, aunque por dentro estoy temblando de rabia y dolor. Mi corazón late con fuerza, y mi respiración se vuelve superficial. Pero no me dejo llevar por mis emociones.

Me recuerdo a mí misma que debo mantener la calma, que debo pensar con claridad y estrategia.

Levanto la mirada hacia mi tío Ryker y le sonrío ligeramente. Él entiende perfectamente lo que quiero decirle sin palabras. Es un mensaje silencioso de que estoy lista para enfrentar a Venco y que aceptaré la invitación.

Me vuelvo hacia el consejero Thrain y le digo con una voz firme y segura:

—Acepto la invitación del rey Valthorne.

El consejero se alegra visiblemente y sonríe.

—Excelente —dice—. Partiré prontamente para darle la noticia al rey. Lo espero en cinco días en el reino.

—Allí estaré —respondo, manteniendo la sonrisa.

Tan pronto como el consejero se va, mi tío Ryker se acerca a mí y me pregunta:

—¿Estás segura de esto, Ocaso?

—Sí, tío —respondo—. Es la oportunidad que he estado esperando. Vengo preparándome para esto durante años.

Mi tío asiente, sabiendo que he tomado una decisión.

—Recuerda que siempre estaré aquí para ti —dice.

—Lo sé, tío —respondo—. Pero ahora es el momento de que yo tome el control de mi destino.

Pienso para mí misma que este es el inicio de mi venganza. Venco no sabe lo que le espera,  no sabe que yo soy la que lo está atrayendo a su propia trampa.

"Si el rey quiere jugar con fuego, entonces que arda en las llamas de su propia ambición",

Me preparo para la batalla que se avecina, sabiendo que será una lucha peligrosa y despiadada. Pero estoy lista. Estoy lista para enfrentar a Venco y para hacer justicia por mi familia.

El rey me quiere en sus aposentos y yo no dudare en meterme en su cama para matarlo.

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