Respiro profundamente cuando Venco se va, sintiendo un alivio momentáneo. Me había puesto nerviosa con su intensidad, su deseo palpable en el aire. Pero ahora que se ha ido, puedo pensar con claridad.Me dirijo hacia mi armario y elijo un conjunto de ropa adecuado para mi próxima tarea. Me pongo un par de pantalones de tela, una camisa blanca y una chaqueta de terciopelo. Me recojo el cabello en un moño alto y me calzo unas botas de cuero que me llegan hasta la rodilla.Mi objetivo es descubrir a quién va a interrogar Venco. No puedo dejar que se encargue solo de esto. Necesito saber qué está pasando.Salgo de la habitación y los guardias que están apostados en el pasillo no dicen nada. Saben que no deben interferir en mis movimientos. Están aquí para defender la mansión en caso de un ataque, no para vigilarme a mí. Sigo mi camino, sabiendo dónde quedan los calabozos. He estado allí antes, cuando Venco me trajo aquí por primera vez. Recuerdo el camino, las puertas, las sombras.Mientr
Venco me mira con una mezcla de sorpresa y enfado, su mirada parecía penetrar en mi alma. Acaba de descubrirme espiando en los calabozos.— ¿Quién eres? — pregunta, su voz baja y peligrosa. — Nunca te he visto antes.Me tomo un momento para pensar, intentando encontrar la mejor forma de revelar mi identidad.— Si eres una espía, te voy a matar — amenaza, su rostro tensado con ira.Se acerca a mí, su puño cerrado, listo para golpearme. Me siento atrapada y asustada, pero no pierdo la calma.— Soy yo, Ocaso — digo finalmente, mirándolo directamente a los ojos. — Tu invitada, la que va a ser tu prometida y esposa.Venco se detiene en seco, su mirada impactada. Me mira como si fuera la primera vez que me ve, como si no pudiera creer que soy la misma persona.— ¿Tú? — repite, su voz llena de incredulidad. — ¿La Ocaso que he estado buscando?Asiento con la cabeza, sonriendo ligeramente.— Sí, soy yo — digo. — Y este es mi rostro.Me acerco a él, mirándolo directamente a los ojos. Venco me m
Voy a matar a Kael.Me siento enfurecido mientras me acerco a mi padre, mi corazón latiendo con rabia. La imagen de Ocaso muerto sigue fresca en mi mente.—Padre, he decidido atacar la Manada Luna Roja— digo con determinación, mi voz firme y resuelta.La Sala del Consejo es un espacio amplio y solemne, con paredes de piedra oscura y un techo abovedado. El suelo está cubierto con alfombras de piel de lobo, y las ventanas están talladas en forma de garras de lobo. En el centro de la sala, una gran mesa de madera oscura se extiende, rodeada de sillas talladas con símbolos de la manada.—¿Qué razón tienes para hacer eso, Venco?— pregunta mi padre, su expresión grave.—El Alfa Kael mandó matar a Ocaso— respondo, mi voz llena de veneno.—No puedo permitir que quede impune— digo, mi rostro tenso.—¿Estás seguro de que atacar es la mejor opción? Podría desencadenar una guerra entre los clanes— dice mi padre, su voz calmada pero curiosa.Visto mi traje de batalla, un conjunto de cuero y metal q
Las puertas de la Manada Luna Roja se abren lentamente, revelando un pasillo de guardias armados y fieros que nos observan con una mezcla de curiosidad y respeto. Mientras Nocturno y yo nos acercamos, la tensión en el aire se vuelve palpable.—El Alfa Venco ha llegado— anuncia uno de los guardias, su voz fuerte y clara, haciendo que la multitud de lobos se vuelva hacia nosotros.Los guardias se ponen firmes, saludándome con una reverencia, mientras que los demás lobos se apartan, abriendo un camino hacia el corazón de la Manada Luna Roja. Nocturno y yo avanzamos, nuestros pasos resonando en el silencio, y la atención de todos se concentra en nosotros.A medida que nos acercamos, la multitud comienza a murmurar, intercambiando susurros y miradas nerviosas. La noticia de mi llegada se propaga rápidamente, y la tensión en el aire aumenta.Mientras cabalgo, observo el entorno, tomando nota de la disposición de la manada y la posición de los guardias. Mi experiencia me dice que la batalla
El chico se arrodilla frente a mí, su mirada baja, su rostro pálido y lleno de dolor. Puedo sentir su rabia y su tristeza, pero también su respeto y su sumisión.Miro sus manos, cerradas en puños, y sus rodillas, dobladas en una posición de sumisión. Su postura es de derrota, pero su mirada aún tiene un destello de fuego.—Levántate —digo, mi voz firme pero controlada.El chico se levanta, su mirada aún baja. Puedo ver las lágrimas en sus ojos, pero no las deja caer.—Mira hacia mí —ordeno.El chico levanta la mirada, sus ojos llenos de dolor y rabia. Pero también hay algo más, algo que me hace sentir que aún hay esperanza para él.—Recuerda —digo, mi voz baja y intensa—, soy tu Alfa. Soy el Alfa de los Alfas. Y no toleraré la traición.El chico asiente, su mirada fija en la mía. Puedo ver la comprensión en sus ojos, la aceptación de su nueva realidad.—Mi padre... —comienza a decir, su voz temblorosa.—Tu padre traicionó a nuestra manada, fue débil, fue hipócrita y desleal—interrumpo,
Me retrocedo, impresionada al ver el corazón de Kael a mis pies. Mi mirada se eleva hacia Venco, y nuestros ojos se encuentran en un momento de tensión.—¿Pero qué es eso? —pregunto, mi voz llena de sorpresa y preocupación.Venco se acerca más, su mirada fija en la mía. Tomo su cuello con suavidad, pero con firmeza, atrayéndome hacia él. Siento su corazón latir con fuerza contra mi pecho.—Ese es el corazón del hombre que te mandó a eliminar —dice, su voz baja y intensa—. Y es la muestra de lo mucho que me importas.Su boca se posa sobre la mía, y me besa con pasión y fuerza. Me rindo a su beso, mi cuerpo respondiendo al suyo con igual intensidad. Puedo sentir su calor, su respiración agitada.Me lleva contra la pared, su cuerpo presionando el mío. Puedo sentir su corazón latir con fuerza, su deseo creciendo sin control. Su mano se desliza por mi cintura, sujetándome con firmeza.—Eres mía —susurra en mi oído—. Solo mía.Me lleva a la cama, nuestro beso sin cesar. Su mano aprisiona mi
Estoy sentada en la sala de la casa de la madre de Venco, rodeada de mujeres que parecen emocionadas por mi próximo matrimonio. La madre de Venco, una mujer autoritaria y decidida, sonríe mientras habla de los detalles de la boda.La esposa de mi tío, una mujer amable pero sumisa, asiente a todo lo que dice la madre de Venco. Mi tío, un hombre fuerte y silencioso, observa desde el fondo de la habitación. Su hija, Lira, una joven curiosa y vivaz, me mira con interés.La madre de Venco me muestra los diseños de las invitaciones y me pide que elija el color de las flores. Yo sonrío y asiento, fingiendo entusiasmo. En realidad, estoy pensando en cómo utilizar este matrimonio para vengarme de Venco.No quiero casarme con él, pero si puedo utilizar esta situación para mi beneficio, lo haré. La madre de Venco cree que estoy haciendo lo correcto, que estoy siguiendo la tradición. Pero yo tengo otros planes.Miro a Lira, que me sonríe inocentemente. Ella no sabe lo que está pasando. La madre d
Salgo de mi habitación, decidida a llegar a los calabozos. La noche es oscura y silenciosa, y puedo sentir la luna llena sobre mí. Camino con sigilo, evitando a los guardias que patrullan los pasillos. Mi corazón late con emoción y nerviosismo, sabiendo que estoy a punto de hacer algo peligroso.Llego a la entrada de los calabozos, un lugar sombrío y ominoso. Un lobo grande y feroz custodia la entrada, su mirada intensa y desconfiada. Me acerco a él, intentando parecer tranquila.—Necesito entrar —le digo, mi voz firme.El lobo me mira con escepticismo. Va a ser dificil, pero en verdad, requiero entrar, ya que tengo un buen presentimiento y es que me urge, acabar con Venco, antes de que el me acabe a mi.—¿Qué buscas aquí? —pregunta, su voz profunda y amenazante.Me tomo un momento para pensar, necesito convencerlo.—Perdí un collar —digo—. Un regalo de mi familia. Creo que podría estar aquí, en los calabozos.El lobo se ríe, su risa gutural y desagradable.—No creo que un collar sea