— Ya apareció por casa la señorita Hanna, ya puedes ir largando esa lengua, queremos saberlo todo ¿Cómo es en la cama? ¿Dónde has pasado el día? Vamos empieza a hablar — le dijo Johana
— Mañana os lo cuento todo, ahora me voy a ducharme y después a la cama, estoy muerta — nos dijo dejándonos solas en el salón
Al día siguiente nos levantamos las tres muy nerviosas, era nuestro primer día de trabajo en el gran hospital y para nosotras era mucha responsabilidad porque éramos muy exigentes y no queríamos tener ningún fallo por lo menos en nuestro primer día, aunque como profesionales éramos muy buenas, lo que sí teníamos era a las novatadas que nos pudieran hacer. Una vez preparadas las tres amigas subimos al coche de Johana dirigiéndonos al hospital, al llegar la coordinadora del hospital nos dijo que antes de empezar a trabajar, teníamos que presentarnos al jefe primero y así lo hicimos. Tocamos a la puerta del despacho esperando que nos dieran permiso para entrar, pero cuando escuchamos que podíamos pasar y entramos nos quedamos las tres inmóviles en la misma puerta al ver quiénes eran nuestros jefes.
— Chicas podéis pasar, que no mordemos — nos dijo Mark sonriendo
— Que putada — susurro Johana
— Y que lo digas — respondí
Las tres entramos en el despacho sin decir nada, pero viendo la sonrisa pícara que tenían nuestros jefes en su cara Después de decirnos en qué plantas del hospital íbamos a trabajar con quien, Mario abrió la puerta del despacho para marcharnos pero él mismo quiso enseñarnos los vestuarios, Cuando ya nos íbamos a marchar Mark me hizo quedarme a solas con él en su despacho, acercándose tanto a mí que podía sentir el calor de su cuerpo
— No me llamaste ayer y que conste que no soy gay, te lo demuestro cuando quieras — me dijo
Con las manos me cogió de la cintura, me levantó un poco del suelo sentándome encima de su mesa, con su pierna abrió mis piernas acercándose todo lo que pudo a mi cuerpo haciéndome notar su duro miembro
— No creo que este sea sitio para demostrarme que no eres gay — le respondí
— Tienes razón, lo único que quiero que compruebes por ti misma lo dura que me la pones, pero aquí soy tu jefe, ya puedes marcharte con tus compañeras — me dijo
Cuando llegué a los vestuarios Johana enseguida se abalanzó sobre mí preguntándome.
— ¿Qué ha pasado con el jefe? — me preguntó como si su vida fuera en ello
— Nada, que es un gilipollas engreído — contesté
Cuando llegó la hora de nuestro descanso, nos fuimos las tres a la cafetería, nos sentamos en unas sillas para almorzar acompañándonos dos compañeros muy agradables y simpáticos, ayudándonos con el trabajo después del descanso, para que el resto del turno fuera más ameno, terminando las tres el turno muy cansadas. El sueldo y el trabajo nos gustaba mucho, pero tantas horas en pie corriendo de una habitación a otra y de un quirófano a otro nos terminó pasando factura y más siendo el primer día. Ya en el vestuario para cambiarnos, la puerta se abrió de golpe entrando Mark, mirándome de abajo a arriba, ya que me encontraba en ropa interior sin darme tiempo a taparme.
— Katia no te puedes marchar, esta noche tienes guardia — me dijo
— Nadie me ha dicho nada — contesté
— Te lo estoy diciendo ahora que soy tu jefe. — me dijo muy serio
— UY,UY,que esto me suena a que habrá ya sabes que — dijo Hanna
— ¿Con el jefe? No me hagas reír, es un gilipollas — respondí
La noche fue bastante movida, dos horas antes de salir, me fui al cuarto de los interinos tumbándome un rato en una cama para descansar. Estaba medio dormida cuando note como me rozaban los labios, sobresaltándome.
— Sh, Sh, tranquila soy Mark, ¿sabes me encanta el sabor de tus labios? ¿Cómo te encuentras? — me preguntó
— A ti qué te parece, vaya turno que me ha tocado — contesté
Se sentó en la cama poniendo sus brazos a cada lado de mi cabeza, acercando su boca a mi boca lamiendo mis labios con su lengua, haciéndome imposible no corresponder a su dulce beso permitiendo que su lengua jugara con la mía hasta sentir su mano meterse por debajo de mi camisa, le puse mis manos en su pecho empujandolo y tirándolo al suelo.
— Ni lo intentes, me oyes jefe — le dije
— Vamos Katia, si lo estas deseando como yo desde la noche que nos conocimos — me dijo
— Esa noche estaba bastante bebida y no sabía que eras mi jefe y además que te quede claro que, sí digo no, es no, me marcho, por que, mi turno ya acabo. — le dije muy enfadada
La primera semana se puede decir que pasó muy rápido, Mark y yo nos veíamos, pero las conversaciones eran estrictamente profesionales. El último día de trabajo, como solían hacer Oscar y Héctor, se sentaron con nosotras para almorzar, estuvimos riendo y hablando de varios sucesos en nuestro trabajo dándome cuenta de que estaba siendo observada por un Mark muy serio.
— Has visto al gilipollas como te mira — comentó Johana
— Bueno chicas, Oscar y el presente queremos invitaros a cenar mañana y después a tomar una copa a un club ¿Qué decís? — Nos dijeron los chicos
— Yo ya tengo planes, — dijo Hanna
— Yo me apunto, a lo que sea — respondí
Cuando terminamos de trabajar, las tres nos fuimos hacia el coche mientras nos reíamos de tonterías, fijándonos que Mark estaba apoyado en el coche de Johana.
— No te hagas la dura, que se le nota que el jefe babea por ti — me dijo Hanna
— Dos días de descanso ooooo — gritó Johana
— Katia ¿Te puedo llevar a casa? — preguntó Mark
— No gracias jefe, me voy con mis amigas, que disfrutes del descanso — contesté
Nos subimos las tres al coche de mi amiga y por el espejo retrovisor pude mirar a Mark de pie viendo como nos alejábamos
— Está muy por ti ¿Por qué lo rechazas? — preguntó Johana
— No lo sé, me gusta mucho pero no me fio de él, a parte es el jefe —respondí
— Katia que te dé un polvo mágico y luego si te he visto no me acuerdo — contestó Hanna haciéndonos reír
— Hanna tienen que verse aunque echen un polvo mágico como tu dices, Mark es el jefe — dijo Johana
A la mañana siguiente, cuando me levanté,entre el baño, me quite toda la ropa para ducharme, cuando ya me duché cogi mi albornoz para ponermelo, me marché del cuarto de baño acercándome a la cocina y con el desayuno en una bandeja me fui al salón, me senté en el sofá para mirar lo que hacían por la televisión, cuando de pronto escuche el timbre de la puerta.Deje la bandeja encima de la mesita, me levanté para abrir, encontrándome a Mark al otro lado de la puerta llevando un ramo de flores en la mano — ¿Quieres comer conmigo? — me preguntó — No — contesté cerrándole la puerta en sus narices ante la incredulidad de mis amigas. que en ese momento iban a entrar en el salón— ¿Tú eres idiota? — preguntó Johana — ¿Por qué? Si no he hecho nada — contesté — Pero si le has dado con la puerta en las narices al jefe, madrecita mía, con lo bueno que está — Me dijoPor la noche Hanna se marchó a su cita con un chico, mientras Johana y yo subimos a su coche para ir al restaurante donde habíamos
A la mañana siguiente, nada más entrar en el hospital, la coordinadora me hizo ir al despacho de Mark, porque según ella me estaba buscando. Toque con los nudillo a su puerta esperando que me diera paso, cuando entré, se levantó de su sillón, cerró la puerta con pestillo, se acercó a mí levantándome la barbilla obligándome a mirarlo. — Ayer te dije que ibas a tener consecuencias si no ibas a mi coche — me dijo — Vas a castigarme jefe — contesté — Si, y vas a elegir tú cómo quieres que te castigue, –dijo– o follamos aquí o esta noche después de cenar en mi casa — Yo no sabía que tener unas horas de placer fuera un castigo, será más bien una recompensa — le dije besándole el cuello y sus labios — Katia no juegues conmigo, ponte boca abajo en mi mesa, ya — — No, no lo voy a hacer, búscate a alguien que le guste follar contigo Sin esperarmelo, rodeo con un brazo mi cintura, mientras su otra mano la puso en mi nuca comiéndome la boca con deseo, hasta que me tumbo boca arriba en l
Hicimos el amor casi toda la noche, ya que Mark era un buen amante. Cuando mi despertador sonó por tercera vez, tuvimos que saltar de la cama Mark y yo, ya que llegábamos tarde al hospital. — Ya llego la señorita — me dijo Johana cuando me vio correr por el pasillo Me cambié deprisa la ropa en los vestuarios, cuando me marche me encontré con la coordinadora muy seria. — No quiero saber que te ha pasado, hoy estarás con un médico que acaba de llegar, es el doctor Anderson, está en ginecología, búscalo y preséntate — me dijo Me fui a la planta de Ginecología, cuando encontré al doctor nuevo, nos quedamos mirando inmóviles, ya que nos conocíamos muy bien.— Me alegro de volver a verte Katia — me dijo — Yo no Robert, me han dicho que tengo que hacer las visitas contigo, profesionalmente hablando — contesté Estuvimos haciendo todas las visitas que teníamos programadas, cruzándose con nosotros en los pasillos Mark. — Hola Mark, gracias por darme esta oportunidad — A ti por quer
Estábamos de descanso las tres amigas y decidimos pasar el día en la playa, para ponernos morenas. Extendimos las toallas en la arena metiéndonos enseguida en el agua, jugando como si fuéramos niñas pequeñas, hasta que unas manos me cogieron de los tobillos tirándome al agua, levantándome lo más deprisa que pude para no ahogarme. — ¿Necesitas que te haga el boca a boca? — preguntó Robert — No gracias, lo que necesito es que me dejes en paz — contesté — Vamos Katia, no te enfades conmigo, ha sido solo una broma — me dijo acariciando mi mejilla con sus nudillos — Hazme un favor, márchate — Hola Robert, que haces por aquí — le dijo Johana — He venido para tomar el sol y bañarme y os he visto — nos dijo Robert — Ok, nosotras nos vamos a comer ¿nos acompañas? — le preguntó Hanna — Si a Katia no le importa, si me gustaría comer con vosotras La comida estuvo muy amena y divertida, recordando historias de estudiantes, Robert cogió mi mano besándola sin darme cuenta de a quien tení
La noche fue muy tranquila, aunque había pacientes que necesitaban que estuviéramos muy pendientes de ellos, ya que o no tenían a nadie o estaba en fase terminal. Por la mañana al salir de trabajar, me cruce con Hanna, Oscar y Héctor, haciendo las dos bromas alegrando el día a cualquiera, aunque estuviera cansada — Te llevo a casa, tienes carita de estar cansada — me dijo Robert cuando nos vimos en la puerta del hospital — No gracias, tu llegarías tarde _ — No te preocupes, me inventaré algo para que los jefes no digan nada, venga vamos a mi coche que te llevo Me abrió la puerta de su coche ayudándome a entrar mientras el rodeo el coche sentándose en el sitio del piloto, pero sin darme cuenta de quien nos estaba mirando — ¿Qué tal la noche? Preguntó susurrándome al oído — No he podido dormir mucho — le dije teniendo sus labios cerca de los míos — Mira quien nos está mirando. — Por favor no, déjame bajar del coche — le dije con el coche ya en marcha Nos alejamos del hospita
Me quedé unos minutos sentada en el suelo odiandome por haber dejado que Robert se aprovechara de mí en vez de haber peleado más todavía con él, pero el mal ya estaba echo y Mark pensaria mal de mi, por eso pensé que sería mejor marcharme del hospital y vivir una nueva experiencia en otro. .Me levanté del suelo, me cambié otra vez de ropa, cogí todas mis cosas de la taquilla y me marché del hospital, donde dejé todas mis ilusiones y sueños. Me marché hasta la puerta del hospital, donde cogí un taxi, diciéndole al conductor que me dejara en la playa, cuando le pagué al conductor y baje del vehículo, me acerque hasta el mar, me senté en la arena para pensar en lo que estaba sucediendo conmigo hasta el alba. Marchandome después a la casa dando un gran paseo, al entrar en casa me encontré a Johana desayunando en la cocina, acercándose enseguida a mi muy con el semblante de su cara asustada. — ¿Qué te ha pasado? ¿Dónde has estado? La coordinadora te ha llamado varias veces esta noche, nos
Llevaba ya un mes trabajando en el hospital de Seattle, cuando Eric me pidió salir con él, aunque yo en ese momento no sabía qué decirle, pues seguía amando a Mark a pesar de lo que me hizo y de que nadie sabía que estaba embarazada de él, excepto mi amiga Johana, pero en el hospital donde trabajaba nadie sabía nada. No le di un sí rotundo, simplemente salimos dos veces a cenar.ya que Erik era todo alegría y positividad, todo lo contrario, a como yo me sentía. Johana y yo hablábamos todos los días por teléfono haciéndome reír cuando preguntaba por su ahijado, yo le preguntaba por Hanna y Mario, pero lo que más me comentaba era sobre Mark, diciendome que no dejaba de preguntar por mí, aparte de que ella me comentaba que trabajar en el hospital sin mí no era lo mismo, lo que me rompía un trocito mi corazón cada vez que me lo decía, porque yo también las echaba de menos a las dos. Mario de vez en cuando le quitaba a mi amiga el teléfono cuando Johana me llamaba para hablar conmigo o sim
A la mañana siguiente fue cuando Eric entró en la habitación llevando un ramo de rosas rojas en su mano, besó mis labios sentándose a un lado de la cama. Johana aprovechó el momento que yo ya no estaba sola para bajar a desayunar a la cafetería, ya que no puede convencerle para que se fuera a su casa esa noche— ¿Por qué no me dijiste que estabas embarazada? — preguntó Eric — No se dio el caso — contesté — Lo que me importa ahora es, que te pongas bien y podamos volver a Seattle, estaré aquí hasta que te den el alta mi amor — me dijo Eric— No Erik, no volveré contigo por ahora, me quedaré en casa de Johana hasta que me recupere, pero de todas formas muchas gracias. — Katia si me lo permites, me gustaría hacerte una pregunta — Fue un rollo de una noche, en el que no tomé las precauciones oportunas, ¿contestada? — Buenos días, ¿Cómo está mi enfermera preferida? — preguntó Mario sonriendo cuando entro en mi habitación — Me duele un poco el abdomen, pero estoy bien — contesté — Er