2/ SI DIGO QUE NO, ES NO

— Ya apareció por casa la señorita Hanna, ya puedes ir largando esa lengua, queremos saberlo todo ¿Cómo es en la cama? ¿Dónde has pasado el día? Vamos empieza a hablar — le dijo Johana 

— Mañana os lo cuento todo, ahora me voy a ducharme y después a la cama, estoy muerta —  nos dijo dejándonos solas en el salón 

Al día siguiente nos levantamos las tres muy nerviosas, era nuestro primer día de trabajo en el gran hospital y para nosotras era mucha responsabilidad porque éramos muy exigentes y no queríamos tener ningún fallo por lo menos en nuestro primer día, aunque como profesionales éramos muy buenas, lo que sí teníamos era a las novatadas que nos pudieran hacer. Una vez preparadas las tres amigas subimos al coche de Johana dirigiéndonos al hospital, al llegar la coordinadora del hospital nos dijo que antes de empezar a trabajar, teníamos que presentarnos al jefe primero y así lo hicimos. Tocamos a la puerta del despacho esperando que nos dieran permiso para entrar, pero cuando escuchamos que podíamos pasar y entramos nos quedamos las tres inmóviles en la misma puerta al ver quiénes eran nuestros jefes. 

— Chicas podéis pasar, que no mordemos — nos dijo Mark sonriendo

— Que putada — susurro Johana 

— Y que lo digas — respondí 

 Las tres entramos en el despacho sin decir nada, pero viendo la sonrisa pícara que tenían  nuestros jefes en su cara Después de decirnos en qué plantas del hospital íbamos a  trabajar con quien, Mario abrió la puerta del despacho para marcharnos pero él mismo quiso enseñarnos los vestuarios, Cuando ya nos íbamos a marchar Mark me hizo quedarme a solas con él en su despacho, acercándose tanto a mí que podía sentir el calor de su cuerpo 

— No me llamaste ayer y que conste que no soy gay, te lo demuestro cuando quieras — me dijo 

Con las manos me cogió de la cintura, me levantó un poco del suelo sentándome encima de su mesa, con su pierna abrió mis piernas acercándose todo lo que pudo a mi cuerpo haciéndome notar su duro miembro 

— No creo que este sea sitio para demostrarme que no eres gay — le respondí 

— Tienes razón, lo único que quiero que compruebes por ti misma lo dura que me la pones, pero aquí soy tu jefe, ya puedes marcharte con tus compañeras —  me dijo 

Cuando llegué a los vestuarios Johana enseguida se abalanzó sobre mí preguntándome. 

— ¿Qué ha pasado con el jefe? — me preguntó como si su vida fuera en ello

— Nada, que es un gilipollas engreído — contesté 

Cuando llegó la hora de nuestro descanso, nos fuimos las tres a la cafetería, nos sentamos en unas sillas para almorzar acompañándonos dos compañeros muy agradables y simpáticos, ayudándonos con el trabajo después del descanso, para que el resto del turno fuera más ameno, terminando las tres el turno muy cansadas. El sueldo y el trabajo nos gustaba mucho, pero tantas horas en pie corriendo de una habitación a otra y de un quirófano a otro nos terminó pasando factura y más siendo el primer día. Ya en el vestuario para cambiarnos, la puerta se abrió de golpe entrando Mark, mirándome de abajo a arriba, ya que me encontraba en ropa interior sin darme tiempo a taparme. 

— Katia no te puedes marchar, esta noche tienes guardia — me dijo 

— Nadie me ha dicho nada — contesté 

— Te lo estoy diciendo ahora que soy tu jefe. — me dijo muy serio

— UY,UY,que esto me suena a que habrá ya sabes que — dijo Hanna 

— ¿Con el jefe? No me hagas reír, es un gilipollas — respondí

La noche fue bastante movida, dos horas antes de salir, me fui al cuarto de los interinos tumbándome un rato en una cama para descansar. Estaba medio dormida cuando note como me rozaban los labios, sobresaltándome.  

— Sh, Sh, tranquila soy Mark, ¿sabes me encanta el sabor de tus labios? ¿Cómo te encuentras? — me preguntó 

— A ti qué te parece, vaya turno que me ha tocado —  contesté 

Se sentó en la cama poniendo sus brazos a cada lado de mi cabeza, acercando su boca a mi boca lamiendo mis labios con su lengua, haciéndome imposible no corresponder a su dulce beso permitiendo que su lengua jugara con la mía hasta sentir su mano meterse por debajo de mi camisa, le puse mis manos en su pecho empujandolo y tirándolo al suelo. 

— Ni lo intentes, me oyes jefe — le dije  

— Vamos Katia, si lo estas deseando como yo desde la noche que nos conocimos — me dijo 

— Esa noche estaba bastante bebida y no sabía que eras mi jefe y además que te quede claro que, sí digo no, es no, me marcho, por que, mi turno ya acabo. — le dije muy enfadada

 La primera semana se puede decir que pasó muy rápido, Mark y yo nos veíamos, pero las conversaciones eran estrictamente profesionales. El último día de trabajo, como solían hacer Oscar y Héctor, se sentaron con nosotras para almorzar, estuvimos riendo y hablando de varios sucesos en nuestro trabajo dándome cuenta de que estaba siendo observada por un Mark muy serio. 

— Has visto al gilipollas como te mira — comentó Johana 

— Bueno chicas, Oscar y el presente queremos invitaros a cenar mañana y después a tomar una copa a un club ¿Qué decís? — Nos dijeron los chicos

— Yo ya tengo planes, — dijo Hanna 

— Yo me apunto, a lo que sea —  respondí 

Cuando terminamos de trabajar, las tres nos fuimos hacia el coche mientras nos reíamos de tonterías, fijándonos que Mark estaba apoyado en el coche de Johana. 

— No te hagas la dura, que se le nota que el jefe babea por ti — me dijo Hanna 

—  Dos días de descanso ooooo —  gritó Johana 

— Katia ¿Te puedo llevar a casa? — preguntó Mark 

— No gracias jefe, me voy con mis amigas, que disfrutes del descanso — contesté 

Nos subimos las tres al coche de mi amiga y por el espejo retrovisor pude mirar a Mark de pie viendo como nos alejábamos 

— Está muy por ti ¿Por qué lo rechazas? — preguntó Johana 

— No lo sé, me gusta mucho pero no me fio de él, a parte es el jefe —respondí

— Katia que te dé un polvo mágico y luego si te he visto no me acuerdo — contestó Hanna haciéndonos reír 

— Hanna tienen que verse aunque echen un polvo mágico como tu dices, Mark es el jefe — dijo Johana 

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