Somos tres chicas que nacimos en el mismo pueblo, siendo amigas desde la infancia que un día decidieron aventurarse en la gran ciudad cuando nos graduamos en medicina dejando atrás, nuestro pueblo natal y a nuestras familias consiguiendo un excepcional empleo en un hospital de Florida, pudiendo independizarnos de nuestros padres.
Las tres teníamos veintidós años, pero éramos distintas en casi todo, por ejemplo, Hanna era la más loca de las tres, pero también la más guapa, pelo rubio, sus ojos azules, ella siempre ha destacado a la hora de ligarnos a algún chico, es alta y sus medidas son más que perfectas. Johana y yo somos casi iguales, morenas, tenemos los ojos marrones y una estatura normal, por cierto, yo me llamo Katia.
Después de acomodarnos en nuestro pisito, ya que llegamos por la mañana y estuvimos desembalando cajas y guardando todo lo que teniamos de la mudanza, nos sentamos las tres en el sofá decidiendo pedir unas pizzas para comer, ya que estábamos muy cansadas para hacernos la comida. Por la noche nos duchamos y nos vestimos muy elegantes para salir de fiesta, porque queríamos conocer el ambiente nocturno de la ciudad donde a partir de ese día íbamos a vivir y si ligábamos aún era mejor, teníamos ganas de desmelenarnos un poco ya que las tres éramos jóvenes.
Salimos de casa y en vez de ir en el coche de Johana preferimos coger un taxi por si bebíamos. Cogimos un taxi preguntando al conductor dónde podíamos ir a bailar y divertirnos un poco, el hombre paró el vehículo en la puerta de un club que según el taxista era de pijos y muy pijo, o sea que era la crema de la ciudad. Entramos en el club dándonos cuenta de que el taxista tenía razón, había mucha gente de nuestra edad más o menos, y muy bien vestidos
— La primera que ligue, que le traiga a las demás un amigo o un primo o lo que sea — nos dijo Hanna riéndose
Cuando entramos nos acercamos a la barra atendiendonos un camarero muy guapo y muy simpático, pedimos en la barra tres cosmopolitan sentándonos en unos sillones que raramente estaban libres, marchándose Hanna a la pista para bailar nada más sentarnos. LLevábamos ya un buen rato sentadas, cuando nos dimos cuenta que se acercaban a donde estábamos nosotras dos hombres altos y guapísimos, se les notaba que iban al gimnasio, porque tenían los hombros cuadrados y anchos, pero aún con las camisetas que llevaban se les notaba un abdomen muy bien formado. Mi amiga Johana y yo nos reíamos de ellos porque los dos hombres se parecían a los dibujos zipi y zape ya que uno era moreno con los ojos verdes y el otro rubio con los ojos azules.
— Hola, nunca os hemos visto por aquí, ¿estáis de vacaciones? Oh, perdonar me llamo Mark y mi amigo Mario — nos dijo el rubio
— No estamos de vacaciones, estamos aquí por trabajo ¿y vosotros dos? — le pregunté
— Nosotros hemos salido un rato después de veinticuatro horas de guardia en el hospital, — nos dijo Mario
— En el hospital, mira por dónde, nosotras empezamos a trabajar en el hospital dentro de dos días — respondió Johana
— Así que nos veremos más veces, ¿podemos sentarnos con vosotras? — nos pregunto
Hanna después de bailar, volvió donde estábamos sentadas, en el momento que nuestros acompañantes pidieron una ronda de bebidas para los cuatro. Estuvimos con ellos hasta bien entrada la noche, bebiendo, bailando y hablando hasta que Johana se fue con Mario y Hanna con un chico que conoció en la pista de baile. Yo estaba tan bebida que no sabía si me movía yo al andar o quien se movía eran los demás. Mark el otro chico que se acercó a nosotras, me tuvo que coger de la cintura hasta salir a la calle para evitar que me cayera al suelo, agradecí salir del local cuando sentí el aire fresco de la noche en mi cara.
— Vamos a mi coche, te llevo a tu casa —me dijo
— ¿No me quieres llevar a la tuya? Estoy caliente y mmmm me apetece follarte — le dije estando muy borracha
— No suelo acostarme con chicas que están borrachas, si mañana te apetece llámame, te dejo en tu móvil mi número — me dijo cogiéndome el móvil de mis manos para apuntar su número de teléfono
Como todo un caballero, me abrió la puerta de su coche ayudándome a sentarme dentro, rodeo después el vehículo sentándose él en el asiento del conductor, poniendo en marcha el coche.
— Dime tu dirección, — me dijo
Cuando llegamos a mi casa, me ayudó a abrir la puerta de mi casa porque yo no encontraba la cerradura para poder meter la llave, mientras me reía a carcajadas sentándome en el suelo.
— ¿ Me ayudas a meterme en la cama? — le pregunté
— Tú puedes solita Katia, hasta mañana que descanses, — me dijo cuando se marchaba
Al día siguiente, agradecí no tener que ir a trabajar porque me levanté con náuseas y un fuerte dolor de cabeza.
— ¿Mark te ha dejado preñada? Vaya vómitos que tienes — me dijo Johana
— Cállate tonta, no quiso follar conmigo el muy idiota — dije poniendo morritos
— Pues Mario está en mi cuarto durmiendo aún — me respondió Johana
— ¿Lo trajiste aquí, a casa? — pregunte extrañada
— Psss Si ¿quieres un café? — me preguntó
— Si por favor, sin azúcar y bien cargado
Estábamos en la cocina desayunando a media tarde cuando de pronto vimos a Mario salir de la habitación de Johana vestido acercándose a donde estábamos las dos.
— Buenos días — nos dijo haciéndonos reír y besando a mi amiga en la boca
— Serán para ti, oye Mario, por cierto, ¿tu amigo Mark es gay? — le pregunté
Mario empezó a reírse contagiándonos su risa a nosotras.
— Se lo preguntaré, puede que sea jajajja — me contestó Mario
Cuando Mario se marchó, nos sentamos las dos amigas en el sofá del comedor para ver la tele.
— ¿Qué tal folla Mario? — le pregunté
— No sabría decirte, pero eso si, vi estrellas dentro de la habitación jajajajaja.--- me dijo Johana
Me duché mientras Johana preparaba algo para cenar, al salir del baño me tropecé con Hanna que acababa de llegar a casa.
— Ya apareció por casa la señorita Hanna, ya puedes ir largando esa lengua, queremos saberlo todo ¿Cómo es en la cama? ¿Dónde has pasado el día? Vamos empieza a hablar — le dijo Johana — Mañana os lo cuento todo, ahora me voy a ducharme y después a la cama, estoy muerta — nos dijo dejándonos solas en el salón Al día siguiente nos levantamos las tres muy nerviosas, era nuestro primer día de trabajo en el gran hospital y para nosotras era mucha responsabilidad porque éramos muy exigentes y no queríamos tener ningún fallo por lo menos en nuestro primer día, aunque como profesionales éramos muy buenas, lo que sí teníamos era a las novatadas que nos pudieran hacer. Una vez preparadas las tres amigas subimos al coche de Johana dirigiéndonos al hospital, al llegar la coordinadora del hospital nos dijo que antes de empezar a trabajar, teníamos que presentarnos al jefe primero y así lo hicimos. Tocamos a la puerta del despacho esperando que nos dieran permiso para entrar, pero cuando escuch
A la mañana siguiente, cuando me levanté,entre el baño, me quite toda la ropa para ducharme, cuando ya me duché cogi mi albornoz para ponermelo, me marché del cuarto de baño acercándome a la cocina y con el desayuno en una bandeja me fui al salón, me senté en el sofá para mirar lo que hacían por la televisión, cuando de pronto escuche el timbre de la puerta.Deje la bandeja encima de la mesita, me levanté para abrir, encontrándome a Mark al otro lado de la puerta llevando un ramo de flores en la mano — ¿Quieres comer conmigo? — me preguntó — No — contesté cerrándole la puerta en sus narices ante la incredulidad de mis amigas. que en ese momento iban a entrar en el salón— ¿Tú eres idiota? — preguntó Johana — ¿Por qué? Si no he hecho nada — contesté — Pero si le has dado con la puerta en las narices al jefe, madrecita mía, con lo bueno que está — Me dijoPor la noche Hanna se marchó a su cita con un chico, mientras Johana y yo subimos a su coche para ir al restaurante donde habíamos
A la mañana siguiente, nada más entrar en el hospital, la coordinadora me hizo ir al despacho de Mark, porque según ella me estaba buscando. Toque con los nudillo a su puerta esperando que me diera paso, cuando entré, se levantó de su sillón, cerró la puerta con pestillo, se acercó a mí levantándome la barbilla obligándome a mirarlo. — Ayer te dije que ibas a tener consecuencias si no ibas a mi coche — me dijo — Vas a castigarme jefe — contesté — Si, y vas a elegir tú cómo quieres que te castigue, –dijo– o follamos aquí o esta noche después de cenar en mi casa — Yo no sabía que tener unas horas de placer fuera un castigo, será más bien una recompensa — le dije besándole el cuello y sus labios — Katia no juegues conmigo, ponte boca abajo en mi mesa, ya — — No, no lo voy a hacer, búscate a alguien que le guste follar contigo Sin esperarmelo, rodeo con un brazo mi cintura, mientras su otra mano la puso en mi nuca comiéndome la boca con deseo, hasta que me tumbo boca arriba en l
Hicimos el amor casi toda la noche, ya que Mark era un buen amante. Cuando mi despertador sonó por tercera vez, tuvimos que saltar de la cama Mark y yo, ya que llegábamos tarde al hospital. — Ya llego la señorita — me dijo Johana cuando me vio correr por el pasillo Me cambié deprisa la ropa en los vestuarios, cuando me marche me encontré con la coordinadora muy seria. — No quiero saber que te ha pasado, hoy estarás con un médico que acaba de llegar, es el doctor Anderson, está en ginecología, búscalo y preséntate — me dijo Me fui a la planta de Ginecología, cuando encontré al doctor nuevo, nos quedamos mirando inmóviles, ya que nos conocíamos muy bien.— Me alegro de volver a verte Katia — me dijo — Yo no Robert, me han dicho que tengo que hacer las visitas contigo, profesionalmente hablando — contesté Estuvimos haciendo todas las visitas que teníamos programadas, cruzándose con nosotros en los pasillos Mark. — Hola Mark, gracias por darme esta oportunidad — A ti por quer
Estábamos de descanso las tres amigas y decidimos pasar el día en la playa, para ponernos morenas. Extendimos las toallas en la arena metiéndonos enseguida en el agua, jugando como si fuéramos niñas pequeñas, hasta que unas manos me cogieron de los tobillos tirándome al agua, levantándome lo más deprisa que pude para no ahogarme. — ¿Necesitas que te haga el boca a boca? — preguntó Robert — No gracias, lo que necesito es que me dejes en paz — contesté — Vamos Katia, no te enfades conmigo, ha sido solo una broma — me dijo acariciando mi mejilla con sus nudillos — Hazme un favor, márchate — Hola Robert, que haces por aquí — le dijo Johana — He venido para tomar el sol y bañarme y os he visto — nos dijo Robert — Ok, nosotras nos vamos a comer ¿nos acompañas? — le preguntó Hanna — Si a Katia no le importa, si me gustaría comer con vosotras La comida estuvo muy amena y divertida, recordando historias de estudiantes, Robert cogió mi mano besándola sin darme cuenta de a quien tení
La noche fue muy tranquila, aunque había pacientes que necesitaban que estuviéramos muy pendientes de ellos, ya que o no tenían a nadie o estaba en fase terminal. Por la mañana al salir de trabajar, me cruce con Hanna, Oscar y Héctor, haciendo las dos bromas alegrando el día a cualquiera, aunque estuviera cansada — Te llevo a casa, tienes carita de estar cansada — me dijo Robert cuando nos vimos en la puerta del hospital — No gracias, tu llegarías tarde _ — No te preocupes, me inventaré algo para que los jefes no digan nada, venga vamos a mi coche que te llevo Me abrió la puerta de su coche ayudándome a entrar mientras el rodeo el coche sentándose en el sitio del piloto, pero sin darme cuenta de quien nos estaba mirando — ¿Qué tal la noche? Preguntó susurrándome al oído — No he podido dormir mucho — le dije teniendo sus labios cerca de los míos — Mira quien nos está mirando. — Por favor no, déjame bajar del coche — le dije con el coche ya en marcha Nos alejamos del hospita
Me quedé unos minutos sentada en el suelo odiandome por haber dejado que Robert se aprovechara de mí en vez de haber peleado más todavía con él, pero el mal ya estaba echo y Mark pensaria mal de mi, por eso pensé que sería mejor marcharme del hospital y vivir una nueva experiencia en otro. .Me levanté del suelo, me cambié otra vez de ropa, cogí todas mis cosas de la taquilla y me marché del hospital, donde dejé todas mis ilusiones y sueños. Me marché hasta la puerta del hospital, donde cogí un taxi, diciéndole al conductor que me dejara en la playa, cuando le pagué al conductor y baje del vehículo, me acerque hasta el mar, me senté en la arena para pensar en lo que estaba sucediendo conmigo hasta el alba. Marchandome después a la casa dando un gran paseo, al entrar en casa me encontré a Johana desayunando en la cocina, acercándose enseguida a mi muy con el semblante de su cara asustada. — ¿Qué te ha pasado? ¿Dónde has estado? La coordinadora te ha llamado varias veces esta noche, nos
Llevaba ya un mes trabajando en el hospital de Seattle, cuando Eric me pidió salir con él, aunque yo en ese momento no sabía qué decirle, pues seguía amando a Mark a pesar de lo que me hizo y de que nadie sabía que estaba embarazada de él, excepto mi amiga Johana, pero en el hospital donde trabajaba nadie sabía nada. No le di un sí rotundo, simplemente salimos dos veces a cenar.ya que Erik era todo alegría y positividad, todo lo contrario, a como yo me sentía. Johana y yo hablábamos todos los días por teléfono haciéndome reír cuando preguntaba por su ahijado, yo le preguntaba por Hanna y Mario, pero lo que más me comentaba era sobre Mark, diciendome que no dejaba de preguntar por mí, aparte de que ella me comentaba que trabajar en el hospital sin mí no era lo mismo, lo que me rompía un trocito mi corazón cada vez que me lo decía, porque yo también las echaba de menos a las dos. Mario de vez en cuando le quitaba a mi amiga el teléfono cuando Johana me llamaba para hablar conmigo o sim