A la mañana siguiente, nada más entrar en el hospital, la coordinadora me hizo ir al despacho de Mark, porque según ella me estaba buscando. Toque con los nudillo a su puerta esperando que me diera paso, cuando entré, se levantó de su sillón, cerró la puerta con pestillo, se acercó a mí levantándome la barbilla obligándome a mirarlo.
— Ayer te dije que ibas a tener consecuencias si no ibas a mi coche — me dijo
— Vas a castigarme jefe — contesté
— Si, y vas a elegir tú cómo quieres que te castigue, –dijo– o follamos aquí o esta noche después de cenar en mi casa
— Yo no sabía que tener unas horas de placer fuera un castigo, será más bien una recompensa — le dije besándole el cuello y sus labios
— Katia no juegues conmigo, ponte boca abajo en mi mesa, ya —
— No, no lo voy a hacer, búscate a alguien que le guste follar contigo
Sin esperarmelo, rodeo con un brazo mi cintura, mientras su otra mano la puso en mi nuca comiéndome la boca con deseo, hasta que me tumbo boca arriba en la mesa. Seguimos besándonos mientras él me quitaba los pantalones. Una vez que me los quito, puso su cabeza en mi sexo, lamiéndome el clítoris al mismo tiempo que metía sus dedos en mi interior rotándolos, dándome un placer indescriptible, teniéndome que morder mi mano cuando mi orgasmo se hizo presente. No dejo que me recuperara un poco, enseguida me embistió sintiéndome completamente llena de él, mi cuerpo temblaba de placer, lo deseaba tanto que el tiempo no pasaba y en el mundo solo existíamos él y yo.
— Eres mía Katia, solamente mía — me decía entre jadeos
Le rodeé las caderas con mis piernas, quería sentirlo entero dentro de mí, con su boca me mordisqueo cada pezón, me sentía en el cielo, haciéndome erizar mi piel por lo buen amante que era. Llegamos al orgasmo los dos al unísono, poniendo su cabeza en mi pecho, mientras recuperamos algo de oxígeno.
Cuando se apartó de mí, me levanté para ponerme los pantalones y arreglarme la ropa, me cogió las mejillas con sus manos mientras nos mirábamos, acercando su boca a la mía.
_ ¿Qué me has hecho Tania? Te deseo cada vez más — me susurro
—Yo también te deseo Mark, pero temo ser para ti solo una aventura — respondí
— No lo eres Katia, creo que me estoy enamorando de ti — me dijo
— Bueno dejemos primero a ver dónde nos lleva todo esto— contesté
— De acuerdo, vamos a trabajar — me dijo
Hasta la hora del descanso, todo fue muy tranquilo, hubo solamente revisiones y consulta de los pacientes.
— A ti te ha pasado hoy algo — me dijo Johana
— A mi ¿Por qué lo dices?
—Por esa cara que traes y esos temblores, sabes que nos conocemos muy bien
Antes de que pudiera decirle nada a mi amiga, se sentaron con nosotras en las sillas de la cafetería, Héctor y Oscar.
— ¿Y Hanna? ¿Aún está liada? — preguntó Oscar
— Eso parece, está con el doctor Miller
— ¿Sabéis lo último que se dice por todas las plantas? — dijo Oscar
— Estás deseando decirlo, suéltalo — le dije
— Están hablando sobre una enfermera que se está tirando a un doctor que está prometido
— ¿Y qué pasa con eso? La mayoría de las enfermeras tienen rollos con los médicos o los internos
— Ya, pero ese médico según he escuchado está prometido.
Escuchar a Oscar me hizo comprender la tontería que había hecho, comprendiendo que lo que pasó con Mark fue un calentón del momento, pero me juré que no volvería a pasar, yo no era de esas chicas facilonas y no volvería a caer en sus brazos. Después de almorzar, seguimos trabajando hasta que por fin acabo nuestro turno, nos fuimos a los vestuarios para cambiarnos de ropa marchandonos del hospital hasta donde tenía Johana aparcado su vehículo
— Katia espera — escuche a Mark
— Te esperamos en casa — me dijo Johana
— Vamos a cenar, el día ha sido muy largo — me dijo Mark
Cuando llegamos al coche de Mark, me abrió la puerta ayudándome para entrar, sentándose él en el asiento del piloto.
— ¿A qué restaurante me llevas?
— He pensado que podíamos cenar en mi casa, soy muy buen cocinero, claro si te parece bien
— Me muero de hambre, así que me tienes que demostrar cómo cocinas, soy muy exigente, te lo aviso — respondí
Mark aparco su coche en el parking, cogimos el ascensor hasta la quinta planta, salimos del ascensor y cuando entramos en su piso me quede con la boca abierta, muebles modernos en blanco y negro, una televisión de al menos sesenta y cinco pulgadas, sofás a juego con los muebles y todo el suelo de mármol.
— ¿Te gusta el piso? Es un pisito de solteros — me dijo sonriendo
— Es precioso
— Quieres una copa de vino o te apetece otra bebida
— Vino, estaría bien
Mark sacó una botella de vino, lo sirvió en dos copas ofreciéndome una de ellas sentándose al lado mío en el sofá.
— ¿De dónde eres? — me preguntó
— De un pueblo muy pequeño ¿y tú?
— De California, me trasladé aquí porque este hospital tiene muchas más ventajas de donde yo estaba, y te conocí a ti
Nos quedamos mirándonos fijamente dándome cuenta de que se iba acercando muy despacio a mi boca, me beso sin que yo le pusiera resistencia ninguna, lo deseaba, sentí su calor cuando metió su mano por debajo de mi camiseta hasta mi pecho.
— ¿Cenamos luego?, ahora me apetece comerme otros manjares
Dejamos las copas en la mesita, cogió mi mano guiándome a su dormitorio.
Nos besamos como si no hubiera mañana mientras él quitaba el botón y la cremallera de mi pantalón quitándome los, beso mis piernas mientras me acariciaba con sus manos hasta la entrepierna
— Estás muy mojada, me gusta mucho que estés tan mojada — dijo
Me quedé quieta, mirándonos los dos mientras me quitaba la camiseta y el sujetador, mis rodillas temblaban y un gemido salió de mi boca cuando acaricio mis dos pezones con sus dedos.
— Desnúdame — me dijo
Hicimos el amor casi toda la noche, ya que Mark era un buen amante. Cuando mi despertador sonó por tercera vez, tuvimos que saltar de la cama Mark y yo, ya que llegábamos tarde al hospital. — Ya llego la señorita — me dijo Johana cuando me vio correr por el pasillo Me cambié deprisa la ropa en los vestuarios, cuando me marche me encontré con la coordinadora muy seria. — No quiero saber que te ha pasado, hoy estarás con un médico que acaba de llegar, es el doctor Anderson, está en ginecología, búscalo y preséntate — me dijo Me fui a la planta de Ginecología, cuando encontré al doctor nuevo, nos quedamos mirando inmóviles, ya que nos conocíamos muy bien.— Me alegro de volver a verte Katia — me dijo — Yo no Robert, me han dicho que tengo que hacer las visitas contigo, profesionalmente hablando — contesté Estuvimos haciendo todas las visitas que teníamos programadas, cruzándose con nosotros en los pasillos Mark. — Hola Mark, gracias por darme esta oportunidad — A ti por quer
Estábamos de descanso las tres amigas y decidimos pasar el día en la playa, para ponernos morenas. Extendimos las toallas en la arena metiéndonos enseguida en el agua, jugando como si fuéramos niñas pequeñas, hasta que unas manos me cogieron de los tobillos tirándome al agua, levantándome lo más deprisa que pude para no ahogarme. — ¿Necesitas que te haga el boca a boca? — preguntó Robert — No gracias, lo que necesito es que me dejes en paz — contesté — Vamos Katia, no te enfades conmigo, ha sido solo una broma — me dijo acariciando mi mejilla con sus nudillos — Hazme un favor, márchate — Hola Robert, que haces por aquí — le dijo Johana — He venido para tomar el sol y bañarme y os he visto — nos dijo Robert — Ok, nosotras nos vamos a comer ¿nos acompañas? — le preguntó Hanna — Si a Katia no le importa, si me gustaría comer con vosotras La comida estuvo muy amena y divertida, recordando historias de estudiantes, Robert cogió mi mano besándola sin darme cuenta de a quien tení
La noche fue muy tranquila, aunque había pacientes que necesitaban que estuviéramos muy pendientes de ellos, ya que o no tenían a nadie o estaba en fase terminal. Por la mañana al salir de trabajar, me cruce con Hanna, Oscar y Héctor, haciendo las dos bromas alegrando el día a cualquiera, aunque estuviera cansada — Te llevo a casa, tienes carita de estar cansada — me dijo Robert cuando nos vimos en la puerta del hospital — No gracias, tu llegarías tarde _ — No te preocupes, me inventaré algo para que los jefes no digan nada, venga vamos a mi coche que te llevo Me abrió la puerta de su coche ayudándome a entrar mientras el rodeo el coche sentándose en el sitio del piloto, pero sin darme cuenta de quien nos estaba mirando — ¿Qué tal la noche? Preguntó susurrándome al oído — No he podido dormir mucho — le dije teniendo sus labios cerca de los míos — Mira quien nos está mirando. — Por favor no, déjame bajar del coche — le dije con el coche ya en marcha Nos alejamos del hospita
Me quedé unos minutos sentada en el suelo odiandome por haber dejado que Robert se aprovechara de mí en vez de haber peleado más todavía con él, pero el mal ya estaba echo y Mark pensaria mal de mi, por eso pensé que sería mejor marcharme del hospital y vivir una nueva experiencia en otro. .Me levanté del suelo, me cambié otra vez de ropa, cogí todas mis cosas de la taquilla y me marché del hospital, donde dejé todas mis ilusiones y sueños. Me marché hasta la puerta del hospital, donde cogí un taxi, diciéndole al conductor que me dejara en la playa, cuando le pagué al conductor y baje del vehículo, me acerque hasta el mar, me senté en la arena para pensar en lo que estaba sucediendo conmigo hasta el alba. Marchandome después a la casa dando un gran paseo, al entrar en casa me encontré a Johana desayunando en la cocina, acercándose enseguida a mi muy con el semblante de su cara asustada. — ¿Qué te ha pasado? ¿Dónde has estado? La coordinadora te ha llamado varias veces esta noche, nos
Llevaba ya un mes trabajando en el hospital de Seattle, cuando Eric me pidió salir con él, aunque yo en ese momento no sabía qué decirle, pues seguía amando a Mark a pesar de lo que me hizo y de que nadie sabía que estaba embarazada de él, excepto mi amiga Johana, pero en el hospital donde trabajaba nadie sabía nada. No le di un sí rotundo, simplemente salimos dos veces a cenar.ya que Erik era todo alegría y positividad, todo lo contrario, a como yo me sentía. Johana y yo hablábamos todos los días por teléfono haciéndome reír cuando preguntaba por su ahijado, yo le preguntaba por Hanna y Mario, pero lo que más me comentaba era sobre Mark, diciendome que no dejaba de preguntar por mí, aparte de que ella me comentaba que trabajar en el hospital sin mí no era lo mismo, lo que me rompía un trocito mi corazón cada vez que me lo decía, porque yo también las echaba de menos a las dos. Mario de vez en cuando le quitaba a mi amiga el teléfono cuando Johana me llamaba para hablar conmigo o sim
A la mañana siguiente fue cuando Eric entró en la habitación llevando un ramo de rosas rojas en su mano, besó mis labios sentándose a un lado de la cama. Johana aprovechó el momento que yo ya no estaba sola para bajar a desayunar a la cafetería, ya que no puede convencerle para que se fuera a su casa esa noche— ¿Por qué no me dijiste que estabas embarazada? — preguntó Eric — No se dio el caso — contesté — Lo que me importa ahora es, que te pongas bien y podamos volver a Seattle, estaré aquí hasta que te den el alta mi amor — me dijo Eric— No Erik, no volveré contigo por ahora, me quedaré en casa de Johana hasta que me recupere, pero de todas formas muchas gracias. — Katia si me lo permites, me gustaría hacerte una pregunta — Fue un rollo de una noche, en el que no tomé las precauciones oportunas, ¿contestada? — Buenos días, ¿Cómo está mi enfermera preferida? — preguntó Mario sonriendo cuando entro en mi habitación — Me duele un poco el abdomen, pero estoy bien — contesté — Er
KATIA Cuando Mario me dio el alta días después, Johana me llevó en su coche a lo que fue nuestro piso cuando estábamos las tres amigas juntas, Cuando entré en mi habitación, me sorprendí mucho ya que estaba tal cual la dejé cuando me marché a Seattle, mi amiga y yo en un arrebato, nos abrazamos llorando por estar de nuevo reunidas, pidiéndome Johana que volviera con ellas, que volviera al hospital donde tuvimos nuestra primera oportunidad. Dos días después, por la tarde estaba sentada en el sofá viendo la tele cuando tocaron el timbre, me levante dolorida del sofá para abrir viendo a Mark al otro lado de la puerta, portando un ramo de flores precioso en su mano. — ¿Puedo pasar — me preguntó — Claro, ¿quieres tomar algo? dame un momento, pondré antes las flores en un jarrón con agua — le dije, entrando en la cocina con el ramo en la mano— Una cerveza, estaría bien — me dijo Me fui a la cocina cogiendo del frigorífico la cerveza dándosela a Mark en la mano, sentándome en el sofá a
Me desperté a medianoche teniendo su brazo en mi cintura, lo quite muy despacio, me levanté, recogí mi ropa vistiéndome en el salón, salí de su casa cerrando despacio la puerta. Ya en la calle paré un taxi que me llevó a casa de mis amigas donde ya tenía preparado mi equipaje, salí de la casa volviendo a subir al taxi que me estuvo esperando, diciéndole al conductor que me llevara al aeropuerto ya que mi avión salía en pocas horas. Tome algo en la cafetería del aeropuerto, subiendo a mi avión poco después llegando a Seattle muy temprano. Mi teléfono empezó a sonar en cuanto salí del aeropuerto, lo cogi de dentro de mi bolso, miré quien me llamaba y viendo que era Mark contesté — ¿Dónde estás?, cuando me he despertado y he visto que no estabas en la cama, me he vuelto loco buscándote por todo el piso. — Me dijo Mark — Mark lo de anoche no tenía que haber pasado, por favor olvídame y sé feliz, adiós — No Katia, espera no me cuelgues, te quiero y siento todo lo que has tenido que pa