EMMA. Miré la tira de embarazo mientras mis manos temblaron. No pude evitar colocar la mano en mi boca, mientras los sollozos salían sin control alguno.¡Por fin!, aquí mismo estaba la salvación de mi matrimonio, y la respuesta de todas mis oraciones.Estaba embarazada, y después de esto, solo habría felicidad en mi hogar detrás de todas mis tristezas, mis noches de llanto, y, sobre todo, de este luto que amenazaba con consumirme en cualquier momento.Me lavé rápidamente la cara y luego me miré al espejo.Ahora mismo estaba en el trabajo, pero sonreí de todas formas porque mi esposo trabajaba en el mismo edificio que yo.Nos habíamos casado hace tres años cuando tenía 20, y en una semana celebraríamos el aniversario, sin imaginarme desde ya, que le tendría el mejor regalo a John.John solo era 4 años mayor, yo, actualmente éramos 23/27, y aunque la gente decía que era un poco inmaduro, fue su gracia y su forma divertida de ver la vida, lo que llevó a enamorarme de él.Ambos estudiamo
EMMA.Sentí las lágrimas calientes cuando permanecí ovillada en mi cama, y luego miré la hora en el reloj de la encimera.Marcaban las 12:30 am, y John no había llegado a la casa.Tenía algunas llamadas perdidas de Estela, mi madre. Pero era la única persona con la que no hablaría por nada del mundo, y menos para compartirle mi desgracia, de la cual ella se complacería.Volví a hacer un gesto de desagrado cuando el dolor invadió mi vientre de nuevo, y si seguía así a la mañana siguiente me tocaría pedir una cita con el médico para saber si este golpe me había afectado en algo.Y esperaba que no, rogaba que no, porque, aunque ahora tenía un dolor inmenso por la traición de John, sentía que este bebé era la cura para todos mis males.Me giré fastidiada hacia el otro lado, y luego pensé en mi padre.¿Qué pasaría si estuviera vivo? ¿Si ese día no hubiese salido de repente y hubiese sido arrollado por un conductor ebrio?Lo extrañaba muchísimo, y daría todo, incluso mi matrimonio con John,
EMMA.Estaba en la camilla de urgencia a eso de las nueve de la noche, había pasado literalmente por un lavado uterino, ya que había tenido un aborto espontáneo, y sequé una lágrima de mi ojo, cuando la puerta de la habitación se abrió.—Emma… —John estaba allí de pie con la camisa salida de sus pantalones, y dejando la chaqueta encima del sofá, caminó hacia mí—. No había podido atender porque… hubo mucho trabajo… sabes cómo es. Yo… El bebé…—Ya no hay bebé… —dije mecánicamente, y él quitó la mirada.—Emma… solo sé que las cosas pasan por una razón. Este bebé… no…, no estaba destinado a nacer.Sus palabras solo abrieron mis heridas, y la ira se intercaló con la tristeza.Me senté de golpe.—¿Qué dices? ¡Si no te hubiese descubierto con tú secretara, siéndome infiel, y si no me hubieses empujado…!—¿Qué? —su voz dura me detuvo—. ¿Me estás echando la culpa? ¡Emma, todos en la vida tenemos un desliz! Sí, no debí hacerlo, ¿ok? ¡Pero maldita sea!, has estado insoportable… tu padre tiene 3
EMMA.Arreglé mi uniforme viejo y miré mis zapatos de tacón. Después de esto necesitaba un cambio porque ahora de cierta forma estaba viendo otra realidad, y no me gustaba para nada.Volví a hacer mi coleta y escuché el tintineo del ascensor, para bajarme en el piso que había marcado.—Soy Emma Johnson… me han solicitado.—Claro… —la chica me pidió un minuto y luego descolgó su teléfono—. ¿Puedes esperar cinco minutos? El señor Smith la atenderá en un momento.—Por supuesto… —me sentí en una de las sillas que había en la sala de espera, y luego admiré todo el piso.Parecía que a medida que se subía todo era más elegante, y aunque no planeaba ver las revistas, no pude evitar tomar una cuando vi alguna propaganda de Musk Inc. en la portada.Allí se hablaba de innovaciones tecnológicas grandes, y el desarrollo millonario que la empresa había tenido en los últimos años. También se hablaba de un director general, y un jefe absoluto que era la mente brillante del asunto.Estaba por leer una
NOAH. Llegué a la ducha de mi piso, y me metí a la regadera sin chistar, dejando el agua lo más helada posible. “¡Estoy cansada! ¿Me escucha?” Sus palabras, además de esa voz demasiado frágil, resonó en mis pensamientos, y luego recordé sus ojos hinchados, pero profundos, rayados y sexys, a pesar de que toda ella se escondía en ese uniforme desastroso. ¿Acaso nadie le había dicho que era demasiado para ocultarse de esa forma? No pude evitar imaginar como delinearía su boca, y como ella podía ser la candidata perfecta para… —Señor… ¿Está aquí? —escuché la voz de mi secretaria, pero no respondí, odiaba que me interrumpieran cuando me perdía en mis pensamientos, y los sentía en mi cuerpo—. Siento interrumpir… —dijo desde afuera—. Han llamado de la agencia, llevarán su auto a comprobar lo sucedido… —¡¿Ya para qué carajos…?! Se supone que debían estar en diez minutos aquí… además, ya he cambiado la llanta. Ella hizo un silencio, y me apresuré en terminar mi baño para colocarme la r
EMMA. Milagrosamente, llegué al baño mientras mi cuerpo se recostó a la pared fría. Incluso tuve que sostener mis rodillas, porque el temblor era absurdo.¿Quién era ese hombre? ¿Y por qué rayos me tocó la boca de esa manera? Ni siquiera podía controlar el temblor que me había causado su toque, porque ni en mil años una caricia, me había parecido tan jodidamente excitante.No era una mojigata, tenía tres años de matrimonio, pero ¿por qué nunca había sentido esta intensidad?Me giré en el espejo y luego me lavé las manos, para luego limpiar mi boca como si estuviese limpiando mi culpa. ¿En qué estaba pensando para sentir esto en mi situación?Me iría de aquí de inmediato, de hecho, debí haberme ido desde que terminé mi discurso.A la mañana siguiente miré el reloj, y me di cuenta de que John definitivamente quería evadir nuestra charla.No iba a creer que en este tiempo se estaba quedando donde su madre, y de alguna forma su alejamiento estaba siendo necesario para mí.Hice todo lo ac
EMMA. Había escuchado que las motivaciones eran esenciales para cualquier mujer, pero si la mía era esa que estuvo rondando en mi cabeza durante las siguientes horas, junto con la mirada de ese hombre oscuro, me estaba condenando en las pailas más ardientes. Y ni siquiera tenía derecho de quejarme. Tomé la tarde para ir a un estilista, pintarme las uñas y realmente se sintió maravilloso... Al siguiente día, cuando estacioné en el sótano de la empresa, apagué el motor y me miré por el retrovisor, sabiendo que mi cambio de estilo era demasiado. Me había puesto unas medias oscuras, una falda hasta las rodillas, y una blusa manga larga. Llegué al piso 50, y busqué a la misma chica de ayer. —Hola, Emma… —ella me sonrió, y algo dentro de mí, se alivió. Noté como su mirada me recorrió completa, e iba a decir algo, pero se calló. —El señor Musk ya está en su despacho… —y abrí los ojos para luego mirar el reloj de mi muñeca. —¿Ya? —la pregunta se me salió de la boca. —Sí… es un poco
EMMA. Una hora después, llegué al mismo hotel dispuesta a descansar de esta tensión que tenía constantemente apretado mi cuerpo, pero me frené con la toalla envuelta, cuando mi teléfono móvil comenzó a sonar. —¿Sí? —Señorita, Emma Johnson… —fruncí el ceño. —Sí… ¿Quién es? —Tenemos una entrega para usted de parte de la empresa Musk Inc. Solo que en la dirección de su currículo parece no haber nadie, y se nos informó que estaría en casa. Mis mejillas se volvieron rojas, y me senté. —He cambiado de dirección, lo siento por no avisar… yo… estoy también remodelando a donde me mudé y por ahora estoy hospedada en un hotel… —¿Puede indicarnos donde se encuentra? No podemos devolver la encomienda. Dicté la dirección, la habitación de mi hospedaje y luego de que finalicé la llamada tomé el rostro en mis manos. No me lo habían dicho, pero era evidente que se trataba de este hombre. —Emma… Emma… ¿En qué lío te estás metiendo? No me metí a la ducha para esperar la entrega, y solo camin