EMMA.
Estaba en la camilla de urgencia a eso de las nueve de la noche, había pasado literalmente por un lavado uterino, ya que había tenido un aborto espontáneo, y sequé una lágrima de mi ojo, cuando la puerta de la habitación se abrió.
—Emma… —John estaba allí de pie con la camisa salida de sus pantalones, y dejando la chaqueta encima del sofá, caminó hacia mí—. No había podido atender porque… hubo mucho trabajo… sabes cómo es. Yo… El bebé…
—Ya no hay bebé… —dije mecánicamente, y él quitó la mirada.
—Emma… solo sé que las cosas pasan por una razón. Este bebé… no…, no estaba destinado a nacer.
Sus palabras solo abrieron mis heridas, y la ira se intercaló con la tristeza.
Me senté de golpe.
—¿Qué dices? ¡Si no te hubiese descubierto con tú secretara, siéndome infiel, y si no me hubieses empujado…!
—¿Qué? —su voz dura me detuvo—. ¿Me estás echando la culpa? ¡Emma, todos en la vida tenemos un desliz! Sí, no debí hacerlo, ¿ok? ¡Pero m*****a sea!, has estado insoportable… tu padre tiene 3 años de muerto y no lo superas, lloras, te quejas… ¡esto es agotador, Emma!
Mis ojos parpadearon con dificultad mientras me ahogaba con mi propia saliva.
Era demasiado, esto era demasiado.
—¿Sabes qué? ¡Eres una canalla! Nunca vuelvas a mencionar a mi padre, nunca más…
—¡Ay por favor! Ambos sabemos que no era un santo, la vida te devuelve las cosas y…
No pude evitarlo. Tuve que abofetearlo duramente, pero no vi venir la continuación de mi acto.
Mi mejilla también fue abofeteada por él, e incluso me dejó pegada a la cama, y no me atreví a levantar la mirada.
Había perdido a mi bebé, a esta personita que deseé cada día por tres años consecutivos. Cuando miraba las tiras de embarazo negativas y me decepcionaba porque no pudo ser. Había perdido la luz de mi esperanza y por lo que me había levantado cada mañana con más fuerza. Por lo que lo intentaba una vez más con John…
Tampoco superaba la muerte del único hombre que me había protegido incluso de mi madre, y este hombre al que le había entregado todo de mí, incluida mi dignidad, me ahogaba con su traición, su engaño, y, sobre todo, su burla.
Cuando giré la cara, John ya no estaba, y me permití llorar todo lo que pude, porque de ahora en adelante, no volvería a hacerlo.
Ni por él, ni por ningún otro hombre…
***
La mañana siguiente me dieron de alta, y la doctora me indicó que debía tener reposo como si yo hubiese tenido un bebé.
No escuché sus palabras, porque lo que menos iba a hacer, era encerrarme en mi casa y seguir llorando por mi miserable situación a pesar de que era lo que quería prácticamente.
Llegué a mi casa, me metí nuevamente a la ducha y sin poder evitar, grité mientras el agua bañaba mi cuerpo. No pude más en el momento cuando me dolió la garganta y cerré llave solo para acurrucarme un tiempo hasta que me dolieron los ojos.
Preparé un desayuno básico porque mi estómago ya estaba resentido.
No había muestras de John por ninguna parte, pero antes de incluso ir a vestirme para el trabajo, pude notar la cinta de embarazo que estaba en la encimera de la cocina.
Se hizo un puchero en mi cara y sollocé de nuevo, tal vez nunca superaría esto, y me culparía de que ni siquiera pude ver su rostro alguna vez.
Me puse frente al espejo, y de alguna forma escuché las palabras de Jazmín en mi mente.
Había pasado mucho tiempo sin ir a una peluquería, o arreglarme las uñas. No recordaba cuando fue la última vez que compré ropa, o que incluso John me regalara algo significativo.
Y por supuesto, no se trataba de lo material, pero esto resumía muchas cosas.
Me coloqué uno de los uniformes de la empresa, me hice una coleta pegada a la nuca, y no me esmeré en maquillarme para salir, ya que estaba sobre la hora.
Y para cuando llegué a la oficina, había un revuelo en la planta. Todos hablando al mismo tiempo, así que caminé hasta el escritorio de Ana.
—Hola… —ella levantó la cabeza y su expresión cambió al notarme frente a ella.
—Hola… ¿estás bien? —asentí, aunque sabía que tenía los ojos hinchados y rojos.
—Sí… ¿Sabes qué ocurre? —ella afirmó.
—Todos hablan de la convocatoria. Los jefes, jefes de jefes… y de jefes…
Sonreí un poco.
—Lo he entendido, los grandes jefes.
—Eso es. Ellos han hecho una convocatoria virtual, y aunque el tope de envío es hoy antes de las 5:00 pm, ya han elegido a unos cuantos para que se presenten esta tarde.
Parpadeé varias veces y recordé que nunca envié mi informe.
—¡Oh!, ya veo… no me dio tiempo de enviarlo. De hecho, he tenido unas complicaciones…
Pero la sonrisa en el rostro de Ana, me frenó.
—Siento inmiscuirme, pero dejaste todo abierto ayer en tu computador. Debes tener más cuidado.
—¿Lo cerraste? Muchas gracias…
—Vi que tenías para enviar, y lo hice… lo siento.
Aspiré el aire, y asentí. No sé si estaba enojada o agradecida, pero con el desorden de mis hormonas no sabía a ciencia cierta ni quien era yo.
—Gracias… —le sonreí y me fue al escritorio sabiendo que tenía miles de cosas atrasadas, y antes de que pudiera teclear la primera letra, el teléfono a mi lado, sonó de inmediato.
—Empresas Musk Inc., área de tecnología, ¿en qué puedo servirle…?
—Emma… —reconocí su voz de inmediato—. Me quedé donde mamá.
Apreté mis dientes.
—Como sea, debo volver al trabajo…
—Ven a mi despacho, ahora… —y me colgó.
Cerré mis ojos y los apreté, y caminé solo porque sabía que tenía una conversación pendiente, a pesar de que estábamos en el horario de trabajo.
Llegué a su piso solo para ignorar a Jazmín cuando llegué a la recepción, y sin llamar a la puerta, la abrí y cerré notando que él estaba sentando en su silla.
—¿Qué pasa ahora?
John dejó su computadora, y se levantó.
—Siento lo de ayer… —me giré cuando quiso tocar mi mejilla—. Me llevaste al límite…
Su descaro sobrepasaba mi entendimiento, pero tampoco podía hacer un escándalo en su oficina.
Tal vez lo mejor era dejar este trabajo y buscar otros horizontes.
Porque a pesar de que una vez había imaginado un para siempre con John, no podía ser tan ciega y dejar que este matrimonio continuara.
Tal vez con ese bebé me hubiese tragado mi orgullo y dignidad por darle un padre y una familia a mi hijo, pero nada de eso quedaba ya.
—Escucha… podemos intentar arreglar las cosas…
¿Qué? Casi se me salen los ojos con su comentario.
—No hay nada que arreglar aquí. No puedes deshacer un golpe, o la pérdida de mi hijo. En todo caso, tampoco puedes borrar de mi memoria tu acto de infidelidad con esta mujer que sigue sentada allí afuera, o las veces que imaginaré que me engañaron. ¿Soy una broma para ti acaso?
Y John pareció perdido.
—¿Y qué estás pensando? Debemos solucionarlo…
—Por supuesto, quiero el divorcio…
Pero en vez de asombrarse más, él se rio.
—Por favor, Emma… eso no sucederá.
Y estaba a punto de refutar su comentario cuando el teléfono de su oficina resonó interrumpiéndonos.
John fue raídamente a atenderlo mientras su frente se arrugó.
—Si señor, es mi área… si… ¿Cómo? Si… ella… pero… señor, espere…
Él se quedó con el teléfono en la mano y lo miró por largo rato hasta que lo colgó con fuerza como si se hubiese enfadado.
Y cuando se giró hacia mí, pude ver su rojez en los ojos.
—¿Has solicitado algún aumento? —mi ceño se frunció y negué.
—No…
—¿Por qué quería el jefe de recursos humanos verte?
—¿A mí? —pregunté extrañada.
—Sí, a ti… dijeron Emma Johnson y esa eres tú…
Mi nombre de soltera estaba en estos papeles, en este año de trabajo, nadie sabía que John era mi esposo, a excepción de su secretaria por supuesto y una que otra persona, pero las identificaciones que habíamos dado, se habían hecho así para que pudieran contratarnos a ambos, sin que hubiese un problema en la hora de las relaciones dentro de la empresa.
No tenía idea de cuál era el asunto, y aunque John quería seguir la conversación por un rato más, se vio obligado a dejarme ir, porque este hombre de recursos humanos me solicitaba en el piso 20 cuanto antes.
EMMA.Arreglé mi uniforme viejo y miré mis zapatos de tacón. Después de esto necesitaba un cambio porque ahora de cierta forma estaba viendo otra realidad, y no me gustaba para nada.Volví a hacer mi coleta y escuché el tintineo del ascensor, para bajarme en el piso que había marcado.—Soy Emma Johnson… me han solicitado.—Claro… —la chica me pidió un minuto y luego descolgó su teléfono—. ¿Puedes esperar cinco minutos? El señor Smith la atenderá en un momento.—Por supuesto… —me sentí en una de las sillas que había en la sala de espera, y luego admiré todo el piso.Parecía que a medida que se subía todo era más elegante, y aunque no planeaba ver las revistas, no pude evitar tomar una cuando vi alguna propaganda de Musk Inc. en la portada.Allí se hablaba de innovaciones tecnológicas grandes, y el desarrollo millonario que la empresa había tenido en los últimos años. También se hablaba de un director general, y un jefe absoluto que era la mente brillante del asunto.Estaba por leer una
NOAH. Llegué a la ducha de mi piso, y me metí a la regadera sin chistar, dejando el agua lo más helada posible. “¡Estoy cansada! ¿Me escucha?” Sus palabras, además de esa voz demasiado frágil, resonó en mis pensamientos, y luego recordé sus ojos hinchados, pero profundos, rayados y sexys, a pesar de que toda ella se escondía en ese uniforme desastroso. ¿Acaso nadie le había dicho que era demasiado para ocultarse de esa forma? No pude evitar imaginar como delinearía su boca, y como ella podía ser la candidata perfecta para… —Señor… ¿Está aquí? —escuché la voz de mi secretaria, pero no respondí, odiaba que me interrumpieran cuando me perdía en mis pensamientos, y los sentía en mi cuerpo—. Siento interrumpir… —dijo desde afuera—. Han llamado de la agencia, llevarán su auto a comprobar lo sucedido… —¡¿Ya para qué carajos…?! Se supone que debían estar en diez minutos aquí… además, ya he cambiado la llanta. Ella hizo un silencio, y me apresuré en terminar mi baño para colocarme la r
EMMA. Milagrosamente, llegué al baño mientras mi cuerpo se recostó a la pared fría. Incluso tuve que sostener mis rodillas, porque el temblor era absurdo.¿Quién era ese hombre? ¿Y por qué rayos me tocó la boca de esa manera? Ni siquiera podía controlar el temblor que me había causado su toque, porque ni en mil años una caricia, me había parecido tan jodidamente excitante.No era una mojigata, tenía tres años de matrimonio, pero ¿por qué nunca había sentido esta intensidad?Me giré en el espejo y luego me lavé las manos, para luego limpiar mi boca como si estuviese limpiando mi culpa. ¿En qué estaba pensando para sentir esto en mi situación?Me iría de aquí de inmediato, de hecho, debí haberme ido desde que terminé mi discurso.A la mañana siguiente miré el reloj, y me di cuenta de que John definitivamente quería evadir nuestra charla.No iba a creer que en este tiempo se estaba quedando donde su madre, y de alguna forma su alejamiento estaba siendo necesario para mí.Hice todo lo ac
EMMA. Había escuchado que las motivaciones eran esenciales para cualquier mujer, pero si la mía era esa que estuvo rondando en mi cabeza durante las siguientes horas, junto con la mirada de ese hombre oscuro, me estaba condenando en las pailas más ardientes. Y ni siquiera tenía derecho de quejarme. Tomé la tarde para ir a un estilista, pintarme las uñas y realmente se sintió maravilloso... Al siguiente día, cuando estacioné en el sótano de la empresa, apagué el motor y me miré por el retrovisor, sabiendo que mi cambio de estilo era demasiado. Me había puesto unas medias oscuras, una falda hasta las rodillas, y una blusa manga larga. Llegué al piso 50, y busqué a la misma chica de ayer. —Hola, Emma… —ella me sonrió, y algo dentro de mí, se alivió. Noté como su mirada me recorrió completa, e iba a decir algo, pero se calló. —El señor Musk ya está en su despacho… —y abrí los ojos para luego mirar el reloj de mi muñeca. —¿Ya? —la pregunta se me salió de la boca. —Sí… es un poco
EMMA. Una hora después, llegué al mismo hotel dispuesta a descansar de esta tensión que tenía constantemente apretado mi cuerpo, pero me frené con la toalla envuelta, cuando mi teléfono móvil comenzó a sonar. —¿Sí? —Señorita, Emma Johnson… —fruncí el ceño. —Sí… ¿Quién es? —Tenemos una entrega para usted de parte de la empresa Musk Inc. Solo que en la dirección de su currículo parece no haber nadie, y se nos informó que estaría en casa. Mis mejillas se volvieron rojas, y me senté. —He cambiado de dirección, lo siento por no avisar… yo… estoy también remodelando a donde me mudé y por ahora estoy hospedada en un hotel… —¿Puede indicarnos donde se encuentra? No podemos devolver la encomienda. Dicté la dirección, la habitación de mi hospedaje y luego de que finalicé la llamada tomé el rostro en mis manos. No me lo habían dicho, pero era evidente que se trataba de este hombre. —Emma… Emma… ¿En qué lío te estás metiendo? No me metí a la ducha para esperar la entrega, y solo camin
EMMA. —Mi asesora financiera… Emma Johnson… —estiré mi mano hacia dos hombres que se pusieron de pie, y que oscilaban entre 40 y 50 años. Uno de ellos me apretó la mano por más tiempo, y Noah se la quedó viendo e intervino separándolas. —No la asustes… no quiero que se vaya tan rápido… —el hombre le sonrió a Noah como si fuese un juego entre ellos, pero mi corazón palpitaba con fuerza ante todo lo desconocido. —Una bella asistente financiera… yo solo obtengo viejos calvos… —todos rieron y me obligué a mostrar un gesto para ellos, cuando por dentro, temblaba de los nervios. Toda esta gente eran monstruos financieros, y lo más seguro es que quedara como una tonta frente a ellos. Nos sentamos en el siguiente minuto y se pidieron unas bebidas para nosotros. —Yo solo quiero agua… —pedí. —Vaya… ¡Qué responsable! —y asentí hacia el hombre mayor. —Respeto mi momento de trabajo. Pero eso no quiere decir que ustedes se detengan por mí… —el hombre mayor me mostró una sonrisa incómoda, y
EMMA.Fue un alivio que el día siguiente era fin de semana, porque no iba a poder resistir un día más en la presencia de este hombre sin que se me saliera de la boca que… quería ser poseída por sus manos.Aún tenía la sensación en mi cuerpo cuando me miré en el espejo para ver las ojeras, ya que no había dormido mucho durante la noche. Había tenido incansables sueños, y no me sentía orgullosa de ello.Pero me levanté temprano sabiendo que debía buscar un apartamento parta rentar con urgencia.Resolví el asunto con una inmobiliaria, y pedí que me enviaran fotos de las opciones, como también intenté comenzar a resolver mi asunto con John.Así que hice otra llamada.—Es una sorpresa Emma… —fue lo primero que escuché cuando respondió un antiguo amigo de mi padre, que era abogado—. Incluso tengo mucho tiempo de no verte.Puse mi mano en la frente y me recosté a la cama.—Lo sé… quiero que seas discreto en este asunto… mamá no puede saberlo.—Claro…—Me gustaría que me asesoraras en asuntos
EMMA.Todo fue extremo desde el momento en que las puertas del ascensor se cerraron y la secretaria de Noah desapareció de su planta.Si me hubiesen dicho estaba mañana cuando me miré en el espejo, que mi oscuro jefe me propondría un trato como este, jamás lo hubiese creído, ni en todos los sueños húmedos que tuve con él.Noah desajustó su corbata con una extrema calma, que en el momento en que se me cayó el maletín de las manos, solo pude apoyar mi cuerpo en esa mesa grande, y apreté el extremo del vidrio, mientras el sudor en mis manos, me hacía resbaladiza.Noté como al abrir su camisa, se expusieron los tatuajes de Noah y eso me excito más, aunque nunca había sido amante de la tinta en el cuerpo.Él caminó hacia mí mientras mi pecho subía y bajaba del puro miedo, y cuando estuvo frente a mí, bajó sus manos hacia mi vestido, y pasó toda su palma desde mis pechos, vientre y finalmente por la línea de mis piernas, hasta que llegó a las rodillas para separarlas.—Excelente elección de