EMMA.
Sentí las lágrimas calientes cuando permanecí ovillada en mi cama, y luego miré la hora en el reloj de la encimera.
Marcaban las 12:30 am, y John no había llegado a la casa.
Tenía algunas llamadas perdidas de Estela, mi madre. Pero era la única persona con la que no hablaría por nada del mundo, y menos para compartirle mi desgracia, de la cual ella se complacería.
Volví a hacer un gesto de desagrado cuando el dolor invadió mi vientre de nuevo, y si seguía así a la mañana siguiente me tocaría pedir una cita con el médico para saber si este golpe me había afectado en algo.
Y esperaba que no, rogaba que no, porque, aunque ahora tenía un dolor inmenso por la traición de John, sentía que este bebé era la cura para todos mis males.
Me giré fastidiada hacia el otro lado, y luego pensé en mi padre.
¿Qué pasaría si estuviera vivo? ¿Si ese día no hubiese salido de repente y hubiese sido arrollado por un conductor ebrio?
Lo extrañaba muchísimo, y daría todo, incluso mi matrimonio con John, por tenerlo de vuelta conmigo.
*
Al día siguiente me levanté con el lado de la cama vacía, y sin preparar un desayuno, me tomé un baño con la misma molestia en mi vientre.
Coloqué el mano libre de mi teléfono en el auto, y luego marqué a una clínica cercana para ver si podía atenderme en el horario del almuerzo.
No fue difícil planificar una cita antes de que entrara a mi horario laborar, y cuando me metí en el ascensor para marcar el piso 13, una mano detuvo que las puertas se cerraran.
Tuve que echarme hacia atrás cuando un hombre alto, corpulento, y bañado en perfume que se me metió por mis fosas nasales entró de repente, pero no pude ver su cara porque inmediatamente me dio la espalda.
No me esforcé por hundir mi botón cuando él pulsó el último piso del tablero que decía “49” y luego me di cuenta de que estaba hablando por teléfono.
—Los despediré de todas formas… esta es la segunda vez a la semana que este asesor “especial” está inhabilitado… tendré que subir el siguiente piso por las escaleras…
Me pegué a la pared de ascensor y pasé un trago. Su perfume incluso era demasiado para saber que costaba una millonada, y la ropa cara que lo arropaba, emanaba su riqueza.
Nunca lo había visto aquí en la empresa, de hecho, ni siquiera sabía quiénes eran los dueños principales de este edificio.
—No asistiré, no insistas… no puedo perder el tiempo.
Su voz sonaba gruesa, y aunque describía su autoridad, de cierta forma también era serena.
No sé en qué momento el ascensor se detuvo, pero cuando las puertas se abrieron, noté otro mundo aquí arriba del que ni me pude imaginar.
El hombre no entró a la planta, pero si todos se giraron para verlo ir a la escalera de emergencia y desaparecer por esa puerta. Y en cuanto noté las miradas en mí, me apresuré en pulsar el número 13.
Y de vuelta abajo.
Cuando llegué a mi pequeño sitio de trabajo envié un mensaje a John diciéndole que teníamos que hablar, y luego me metí en el trabajo, perdiendo la noción del tiempo cuando en el correo que envió Musk Inc., había un enunciado disponible para todos los empleados.
Al principio parecía una notificación, pero luego leyendo con profundidad parecía un tipo de encuesta que los empleados debían llenar, adjuntando sus referencias, estudios, y una idea con gráficos que aportaran para la empresa.
Sabía que debía entregar las carpetas del día, sin embargo, me interesó la notificación y me dediqué toda la mañana a ello para despejar mi mente.
El plazo de rellenar esta lámina y enviarla, era hasta mañana a las cinco de la tarde, tenía mi hoja de vida guardada en mis archivos de nube, pero antes de que hundiera el clip para adjuntar mi máster, desistí al ver la hora, y me apresuré por salir del edificio para ir directo al médico.
Cuando me pasaron al consultorio, intercambié unas palabras con la doctora, y luego ella hizo un silencio largo para quitarse los guantes en un momento.
—Emma… estás en una situación muy delicada… efectivamente sí estás embarazada, pero el embrión que es muy diminuto, casi no se mueve… creo que debemos esperar, y deberías tomarte la tarde libre. Descansar es lo mejor en estos casos.
Lloré mucho ante la noticia, lo que menos quería era perder a mi bebé, pero llamé a la oficina para notificar el asunto, y luego le marqué a John diciéndole que debía ir urgente a la casa.
Tuve que conducir de camino a casa, y al llegar y ver la casa vacía, solo desanimó más mi alma.
Fue después de unas horas cuando estaba a punto de llamarlo de nuevo, desesperada por hablar con él para obtener respuestas, y de cierta forma compartir esta tristeza que sentía, cuando un fuerte dolor en el vientre me hizo doblar el cuerpo.
Rápidamente, corrí al baño, sentía las piernas resbaladizas y húmedas, y metí mis dedos, para que mis ojos se agrandaran al ver la sangre en mis manos y en la tela de mis pantis.
Y no era posible. La vida no podía ser tan desgraciada para ensañarse con una sola persona a la vez.
No perdería a mi bebé, no podía…
EMMA.Estaba en la camilla de urgencia a eso de las nueve de la noche, había pasado literalmente por un lavado uterino, ya que había tenido un aborto espontáneo, y sequé una lágrima de mi ojo, cuando la puerta de la habitación se abrió.—Emma… —John estaba allí de pie con la camisa salida de sus pantalones, y dejando la chaqueta encima del sofá, caminó hacia mí—. No había podido atender porque… hubo mucho trabajo… sabes cómo es. Yo… El bebé…—Ya no hay bebé… —dije mecánicamente, y él quitó la mirada.—Emma… solo sé que las cosas pasan por una razón. Este bebé… no…, no estaba destinado a nacer.Sus palabras solo abrieron mis heridas, y la ira se intercaló con la tristeza.Me senté de golpe.—¿Qué dices? ¡Si no te hubiese descubierto con tú secretara, siéndome infiel, y si no me hubieses empujado…!—¿Qué? —su voz dura me detuvo—. ¿Me estás echando la culpa? ¡Emma, todos en la vida tenemos un desliz! Sí, no debí hacerlo, ¿ok? ¡Pero maldita sea!, has estado insoportable… tu padre tiene 3
EMMA.Arreglé mi uniforme viejo y miré mis zapatos de tacón. Después de esto necesitaba un cambio porque ahora de cierta forma estaba viendo otra realidad, y no me gustaba para nada.Volví a hacer mi coleta y escuché el tintineo del ascensor, para bajarme en el piso que había marcado.—Soy Emma Johnson… me han solicitado.—Claro… —la chica me pidió un minuto y luego descolgó su teléfono—. ¿Puedes esperar cinco minutos? El señor Smith la atenderá en un momento.—Por supuesto… —me sentí en una de las sillas que había en la sala de espera, y luego admiré todo el piso.Parecía que a medida que se subía todo era más elegante, y aunque no planeaba ver las revistas, no pude evitar tomar una cuando vi alguna propaganda de Musk Inc. en la portada.Allí se hablaba de innovaciones tecnológicas grandes, y el desarrollo millonario que la empresa había tenido en los últimos años. También se hablaba de un director general, y un jefe absoluto que era la mente brillante del asunto.Estaba por leer una
NOAH. Llegué a la ducha de mi piso, y me metí a la regadera sin chistar, dejando el agua lo más helada posible. “¡Estoy cansada! ¿Me escucha?” Sus palabras, además de esa voz demasiado frágil, resonó en mis pensamientos, y luego recordé sus ojos hinchados, pero profundos, rayados y sexys, a pesar de que toda ella se escondía en ese uniforme desastroso. ¿Acaso nadie le había dicho que era demasiado para ocultarse de esa forma? No pude evitar imaginar como delinearía su boca, y como ella podía ser la candidata perfecta para… —Señor… ¿Está aquí? —escuché la voz de mi secretaria, pero no respondí, odiaba que me interrumpieran cuando me perdía en mis pensamientos, y los sentía en mi cuerpo—. Siento interrumpir… —dijo desde afuera—. Han llamado de la agencia, llevarán su auto a comprobar lo sucedido… —¡¿Ya para qué carajos…?! Se supone que debían estar en diez minutos aquí… además, ya he cambiado la llanta. Ella hizo un silencio, y me apresuré en terminar mi baño para colocarme la r
EMMA. Milagrosamente, llegué al baño mientras mi cuerpo se recostó a la pared fría. Incluso tuve que sostener mis rodillas, porque el temblor era absurdo.¿Quién era ese hombre? ¿Y por qué rayos me tocó la boca de esa manera? Ni siquiera podía controlar el temblor que me había causado su toque, porque ni en mil años una caricia, me había parecido tan jodidamente excitante.No era una mojigata, tenía tres años de matrimonio, pero ¿por qué nunca había sentido esta intensidad?Me giré en el espejo y luego me lavé las manos, para luego limpiar mi boca como si estuviese limpiando mi culpa. ¿En qué estaba pensando para sentir esto en mi situación?Me iría de aquí de inmediato, de hecho, debí haberme ido desde que terminé mi discurso.A la mañana siguiente miré el reloj, y me di cuenta de que John definitivamente quería evadir nuestra charla.No iba a creer que en este tiempo se estaba quedando donde su madre, y de alguna forma su alejamiento estaba siendo necesario para mí.Hice todo lo ac
EMMA. Había escuchado que las motivaciones eran esenciales para cualquier mujer, pero si la mía era esa que estuvo rondando en mi cabeza durante las siguientes horas, junto con la mirada de ese hombre oscuro, me estaba condenando en las pailas más ardientes. Y ni siquiera tenía derecho de quejarme. Tomé la tarde para ir a un estilista, pintarme las uñas y realmente se sintió maravilloso... Al siguiente día, cuando estacioné en el sótano de la empresa, apagué el motor y me miré por el retrovisor, sabiendo que mi cambio de estilo era demasiado. Me había puesto unas medias oscuras, una falda hasta las rodillas, y una blusa manga larga. Llegué al piso 50, y busqué a la misma chica de ayer. —Hola, Emma… —ella me sonrió, y algo dentro de mí, se alivió. Noté como su mirada me recorrió completa, e iba a decir algo, pero se calló. —El señor Musk ya está en su despacho… —y abrí los ojos para luego mirar el reloj de mi muñeca. —¿Ya? —la pregunta se me salió de la boca. —Sí… es un poco
EMMA. Una hora después, llegué al mismo hotel dispuesta a descansar de esta tensión que tenía constantemente apretado mi cuerpo, pero me frené con la toalla envuelta, cuando mi teléfono móvil comenzó a sonar. —¿Sí? —Señorita, Emma Johnson… —fruncí el ceño. —Sí… ¿Quién es? —Tenemos una entrega para usted de parte de la empresa Musk Inc. Solo que en la dirección de su currículo parece no haber nadie, y se nos informó que estaría en casa. Mis mejillas se volvieron rojas, y me senté. —He cambiado de dirección, lo siento por no avisar… yo… estoy también remodelando a donde me mudé y por ahora estoy hospedada en un hotel… —¿Puede indicarnos donde se encuentra? No podemos devolver la encomienda. Dicté la dirección, la habitación de mi hospedaje y luego de que finalicé la llamada tomé el rostro en mis manos. No me lo habían dicho, pero era evidente que se trataba de este hombre. —Emma… Emma… ¿En qué lío te estás metiendo? No me metí a la ducha para esperar la entrega, y solo camin
EMMA. —Mi asesora financiera… Emma Johnson… —estiré mi mano hacia dos hombres que se pusieron de pie, y que oscilaban entre 40 y 50 años. Uno de ellos me apretó la mano por más tiempo, y Noah se la quedó viendo e intervino separándolas. —No la asustes… no quiero que se vaya tan rápido… —el hombre le sonrió a Noah como si fuese un juego entre ellos, pero mi corazón palpitaba con fuerza ante todo lo desconocido. —Una bella asistente financiera… yo solo obtengo viejos calvos… —todos rieron y me obligué a mostrar un gesto para ellos, cuando por dentro, temblaba de los nervios. Toda esta gente eran monstruos financieros, y lo más seguro es que quedara como una tonta frente a ellos. Nos sentamos en el siguiente minuto y se pidieron unas bebidas para nosotros. —Yo solo quiero agua… —pedí. —Vaya… ¡Qué responsable! —y asentí hacia el hombre mayor. —Respeto mi momento de trabajo. Pero eso no quiere decir que ustedes se detengan por mí… —el hombre mayor me mostró una sonrisa incómoda, y
EMMA.Fue un alivio que el día siguiente era fin de semana, porque no iba a poder resistir un día más en la presencia de este hombre sin que se me saliera de la boca que… quería ser poseída por sus manos.Aún tenía la sensación en mi cuerpo cuando me miré en el espejo para ver las ojeras, ya que no había dormido mucho durante la noche. Había tenido incansables sueños, y no me sentía orgullosa de ello.Pero me levanté temprano sabiendo que debía buscar un apartamento parta rentar con urgencia.Resolví el asunto con una inmobiliaria, y pedí que me enviaran fotos de las opciones, como también intenté comenzar a resolver mi asunto con John.Así que hice otra llamada.—Es una sorpresa Emma… —fue lo primero que escuché cuando respondió un antiguo amigo de mi padre, que era abogado—. Incluso tengo mucho tiempo de no verte.Puse mi mano en la frente y me recosté a la cama.—Lo sé… quiero que seas discreto en este asunto… mamá no puede saberlo.—Claro…—Me gustaría que me asesoraras en asuntos