EMMA.
Miré la tira de embarazo mientras mis manos temblaron. No pude evitar colocar la mano en mi boca, mientras los sollozos salían sin control alguno.
¡Por fin!, aquí mismo estaba la salvación de mi matrimonio, y la respuesta de todas mis oraciones.
Estaba embarazada, y después de esto, solo habría felicidad en mi hogar detrás de todas mis tristezas, mis noches de llanto, y, sobre todo, de este luto que amenazaba con consumirme en cualquier momento.
Me lavé rápidamente la cara y luego me miré al espejo.
Ahora mismo estaba en el trabajo, pero sonreí de todas formas porque mi esposo trabajaba en el mismo edificio que yo.
Nos habíamos casado hace tres años cuando tenía 20, y en una semana celebraríamos el aniversario, sin imaginarme desde ya, que le tendría el mejor regalo a John.
John solo era 4 años mayor, yo, actualmente éramos 23/27, y aunque la gente decía que era un poco inmaduro, fue su gracia y su forma divertida de ver la vida, lo que llevó a enamorarme de él.
Ambos estudiamos en la misma universidad, ya que él comenzó un poco más tarde por sus problemas económicos.
Nos graduamos en finanzas, pero yo hice un máster de dos años en economía que había sido prácticamente uno de los principales conflictos a la hora de buscar trabajo.
Hace un año nos presentamos en una de las empresas millonarias Musk Inc., y fue después de dos semanas cuando ambos fuimos llamados a este extraordinario edificio de 50 plantas, a la que solo conocíamos unas pocas.
John había sido seleccionado para ser el gerente principal del área de tecnología que constaba de tres pisos, aunque él solo se encargaba de la parte financiera, por lo tanto, su oficina quedaba en la planta número 15. Y yo había quedado como una de las asistentes del área, y él mismo me asignó al piso número 13.
Me había explicado que mientras nos mantuviéramos más profesionales, mejor, y como amaba mi trabajo, no vi algún problema en ello.
Sequé mis manos con una toalla desechable, y salí para caminar hasta mi pequeña oficina, y guardar la tira en el bolso.
Había visto en internet diferentes formas de decorar una sorpresa con la tira de embarazo, y cuando me senté frente a la pantalla del computador, mi sonrisa se borró, cuando vi la foto encima de mi escritorio.
“No es un buen hombre… ¡No es más que un payaso!” las palabras de mi padre se repitieron en mi cabeza, y aunque ya había pasado tres años de su accidente, aún se sentía como si fuese ayer.
Yo había sido la niña consentida desde que tenía conciencia. Mi padre fue un sobre protector incansable, que siempre ahuyentaba a cualquier chico que se pusiera a mi lado.
Mi familia tenía buen estado capital. Papá había fundado una empresa de neumáticos de lujo que mantenía la vida costosa que mi madre, aunque ella nunca había sido considerada con él.
Se llamaba William… William Johnson, y con respecto a mi madre que aún vivía en este país y en la misma ciudad, cada día nuestra relación iba en picada.
—Emma… aquí están estos archivos… dicen que debes enviarlos antes de las cinco. Recuerda que estamos en cierre de mes… —tomé las carpetas que Ana me dio, y luego asentí.
—Muchas gracias. Lo tendré…
Ella me sonrió, pero antes de que se fuera, la llamé rápidamente.
Ana tenía dos hijos y estaba casada. Era la persona apropiada para pedirle un consejo.
—¡Oye…!
—¿Sí?
—¿Qué harías si tienes una sorpresa como ninguna otra, y quieres organizar algo para tu esposo? —ella se cruzó de brazos, y sonrió.
—Bueno… en mis 15 años de casada solo he aprendido que las cosas hay que vivirlas en el momento. Cuando la emoción está a flor de piel y cuando se respira en este día… ya sabes, nunca sabemos qué pase el día de mañana.
Parpadeé mirándola y luego asentí.
Ella tenía razón.
¡Y por Dios santo, había esperado esto por tres años!
—Gracias, Ana… eres maravillosa.
—No hay de qué…
Me levanté rápido, tomé la tira de mi bolso, y avisé un momento que iría a llevar unos documentos al piso número 15, que por supuesto, no era verdad.
No podía evitar la sonrisa en mi cara, ni mucho menos en cómo todo mi cuerpo temblaba de la emoción. John estaría extasiado, porque, aunque teníamos infinidad de problemas últimamente, sabía que deseaba este bebé como yo.
Hundí rápidamente el botón del ascensor, y esperé que este llegara a mi piso. Y para cuando entré y llegué al 15, saludé a las personas del lugar caminando rápidamente a la oficina principal de John, que estaba al finalizar la planta.
Cuando entré a la zona de recepción, noté que Jazmín, su secretaria, no estaba en el puesto, y por más que di vueltas para revisar el baño y todo alrededor, ella no se veía por ninguna parte.
De todas formas, no estaba cometiendo un delito, y John era mi esposo.
Me puse delante de la puerta, y giré el pomo con rapidez, para que el corazón se me cayera al estómago en los siguientes segundos.
Jazmín tenía la falda arriba de su torso, mientras que mi esposo, la embestía con mucha rapidez. La escena era demasiado para asumir de golpe, porque incluso viendo sus intimidades expuestas, no pude notar un preservativo incluso.
La tira de embarazo cayó de mis manos mientras la respiración se me atascó. Es como si hubiese recibido un puño muy fuerte en mi estómago que me había dificultado el paso del aire. Pero en cuanto ambos se dieron cuenta de mi presencia, fue como si la que hubiese cometido un delito, hubiese sido yo.
—¡Maldit@ sea! ¿Por qué no tocas? —parpadeé con mis ojos llenos de lágrimas mientras mis labios temblaron.
Jazmín se bajó de la mesa y bajó su falda sin ningún tipo de culpa, y luego se cruzó de brazos para mirarme de arriba abajo.
—Ya está… ya nos descubrió…
—¿Qué? —hice la pregunta totalmente conmocionada—. Ustedes… ustedes…
Era obvio que esta no era la primera vez.
John se haló el cabello y luego tiró la silla con ruedas hacia un lado.
—¿Qué pretendías Emma? ¡Tu misma me has llevado a esto!
—Hablemos en privado, por favor… —a pesar de mi estado, pedí.
—¿Y qué le vas a decir? ¿Vas a seguir rogándole? ¡Mírate Emma! No estás a la altura de John… incluso este trabajo tuyo es por causa de él.
Mientras mis lágrimas bajaban, lo miré a él.
Había ocultado mi máster por no llevar ventaja en nuestros conocimientos, había ido en contra de la voluntad de mi padre, porque desde que William conoció a John, hubo una lucha constante entre ellos.
Sin embargo, John se había beneficiado mucho de este dinero, y los viejos contactos de mi padre prácticamente nos habían concedido este trabajo.
¿Cómo podía decir ella esto? Y peor aún, ¿Cómo podía él dejar que lo hiciera?
No podía describir lo que estaba sintiendo en estos momentos. Había una fuerte decepción en mi alma, junto con una ira que quemaba mis entrañas. Este era el hombre que había estado durmiendo a mi lado durante estos tres años, el que respiraba mi aire, y al que le dedicaba mi tiempo absoluto.
Una parte de mí que estaba siendo lanzada hacia un tercero, y la sensación era indescriptible. Creo que uno nunca estaba preparado para esto.
—Jazmín… déjanos solos… —la mujer lo fulminó con la mirada, y pasó por mi lado empujándome un poco con su hombro, no sin antes agregar:
—Eres una perdedora…
La puerta se cerró de golpe, mientras John me miró y negó.
—Mira a donde has llegado Emma… ¿Crees que esto es felicidad? —mi mandíbula tembló, pero él rápidamente se dio cuenta de la tira en el piso—. ¿Qué es esto?
Bajé mi mirada, pero él se apresuró en tomarla, mientras sus ojos se abrieron rápidamente.
—¿Qué es esto?
—Estoy embarazada… quizás de unas 3 o 4 semanas… —y él me miró.
—Emma… no podemos. Hay muchos gastos y pronto seré promovido de mi cargo. Esto… no lo esperaba…
En este punto ya estaba deshecha, pero negué.
—No me importa eso… ¡Como a ti no te importa que acabo de encontrarte fallándote a tu secretaria! —lo golpeé en el hombro, pero él me retuvo las manos.
—¡Cálmate! Pediré permiso, nos vamos a la casa, también llamaré a tu madre.
La ira se encendió en mi cuerpo y comencé a golpear su pecho. Él mismo sabía lo que causaba su sola mención, y lo hacía adrede.
—¡Eres un bastardo! ¿Cómo me haces esto? ¿Cómo después de todo lo que he sacrificado por ti?
John me empujó para quitarme de su frente, y sin poder mantener el equilibrio, trastabillé, y me fui de espaldas cayendo al suelo duramente, mientras mis glúteos recibieron el mayor impacto.
Me levanté rápidamente del suelo cuando él quiso tratar de ayudarme, y aunque me gritó que lo esperara, solo corrí del pasillo hasta llegar al ascensor.
No esperé para meterme dentro, y ante la adrenalina, el llanto y la rabia del momento, espiché muchos botones del tablero hasta que las puertas de este se cerraron, detallando la mirada de John que estaba al final del pasillo.
Sin embargo, él se quedó allí de pie mirando, sin venir por mí.
EMMA.Sentí las lágrimas calientes cuando permanecí ovillada en mi cama, y luego miré la hora en el reloj de la encimera.Marcaban las 12:30 am, y John no había llegado a la casa.Tenía algunas llamadas perdidas de Estela, mi madre. Pero era la única persona con la que no hablaría por nada del mundo, y menos para compartirle mi desgracia, de la cual ella se complacería.Volví a hacer un gesto de desagrado cuando el dolor invadió mi vientre de nuevo, y si seguía así a la mañana siguiente me tocaría pedir una cita con el médico para saber si este golpe me había afectado en algo.Y esperaba que no, rogaba que no, porque, aunque ahora tenía un dolor inmenso por la traición de John, sentía que este bebé era la cura para todos mis males.Me giré fastidiada hacia el otro lado, y luego pensé en mi padre.¿Qué pasaría si estuviera vivo? ¿Si ese día no hubiese salido de repente y hubiese sido arrollado por un conductor ebrio?Lo extrañaba muchísimo, y daría todo, incluso mi matrimonio con John,
EMMA.Estaba en la camilla de urgencia a eso de las nueve de la noche, había pasado literalmente por un lavado uterino, ya que había tenido un aborto espontáneo, y sequé una lágrima de mi ojo, cuando la puerta de la habitación se abrió.—Emma… —John estaba allí de pie con la camisa salida de sus pantalones, y dejando la chaqueta encima del sofá, caminó hacia mí—. No había podido atender porque… hubo mucho trabajo… sabes cómo es. Yo… El bebé…—Ya no hay bebé… —dije mecánicamente, y él quitó la mirada.—Emma… solo sé que las cosas pasan por una razón. Este bebé… no…, no estaba destinado a nacer.Sus palabras solo abrieron mis heridas, y la ira se intercaló con la tristeza.Me senté de golpe.—¿Qué dices? ¡Si no te hubiese descubierto con tú secretara, siéndome infiel, y si no me hubieses empujado…!—¿Qué? —su voz dura me detuvo—. ¿Me estás echando la culpa? ¡Emma, todos en la vida tenemos un desliz! Sí, no debí hacerlo, ¿ok? ¡Pero maldita sea!, has estado insoportable… tu padre tiene 3
EMMA.Arreglé mi uniforme viejo y miré mis zapatos de tacón. Después de esto necesitaba un cambio porque ahora de cierta forma estaba viendo otra realidad, y no me gustaba para nada.Volví a hacer mi coleta y escuché el tintineo del ascensor, para bajarme en el piso que había marcado.—Soy Emma Johnson… me han solicitado.—Claro… —la chica me pidió un minuto y luego descolgó su teléfono—. ¿Puedes esperar cinco minutos? El señor Smith la atenderá en un momento.—Por supuesto… —me sentí en una de las sillas que había en la sala de espera, y luego admiré todo el piso.Parecía que a medida que se subía todo era más elegante, y aunque no planeaba ver las revistas, no pude evitar tomar una cuando vi alguna propaganda de Musk Inc. en la portada.Allí se hablaba de innovaciones tecnológicas grandes, y el desarrollo millonario que la empresa había tenido en los últimos años. También se hablaba de un director general, y un jefe absoluto que era la mente brillante del asunto.Estaba por leer una
NOAH. Llegué a la ducha de mi piso, y me metí a la regadera sin chistar, dejando el agua lo más helada posible. “¡Estoy cansada! ¿Me escucha?” Sus palabras, además de esa voz demasiado frágil, resonó en mis pensamientos, y luego recordé sus ojos hinchados, pero profundos, rayados y sexys, a pesar de que toda ella se escondía en ese uniforme desastroso. ¿Acaso nadie le había dicho que era demasiado para ocultarse de esa forma? No pude evitar imaginar como delinearía su boca, y como ella podía ser la candidata perfecta para… —Señor… ¿Está aquí? —escuché la voz de mi secretaria, pero no respondí, odiaba que me interrumpieran cuando me perdía en mis pensamientos, y los sentía en mi cuerpo—. Siento interrumpir… —dijo desde afuera—. Han llamado de la agencia, llevarán su auto a comprobar lo sucedido… —¡¿Ya para qué carajos…?! Se supone que debían estar en diez minutos aquí… además, ya he cambiado la llanta. Ella hizo un silencio, y me apresuré en terminar mi baño para colocarme la r
EMMA. Milagrosamente, llegué al baño mientras mi cuerpo se recostó a la pared fría. Incluso tuve que sostener mis rodillas, porque el temblor era absurdo.¿Quién era ese hombre? ¿Y por qué rayos me tocó la boca de esa manera? Ni siquiera podía controlar el temblor que me había causado su toque, porque ni en mil años una caricia, me había parecido tan jodidamente excitante.No era una mojigata, tenía tres años de matrimonio, pero ¿por qué nunca había sentido esta intensidad?Me giré en el espejo y luego me lavé las manos, para luego limpiar mi boca como si estuviese limpiando mi culpa. ¿En qué estaba pensando para sentir esto en mi situación?Me iría de aquí de inmediato, de hecho, debí haberme ido desde que terminé mi discurso.A la mañana siguiente miré el reloj, y me di cuenta de que John definitivamente quería evadir nuestra charla.No iba a creer que en este tiempo se estaba quedando donde su madre, y de alguna forma su alejamiento estaba siendo necesario para mí.Hice todo lo ac
EMMA. Había escuchado que las motivaciones eran esenciales para cualquier mujer, pero si la mía era esa que estuvo rondando en mi cabeza durante las siguientes horas, junto con la mirada de ese hombre oscuro, me estaba condenando en las pailas más ardientes. Y ni siquiera tenía derecho de quejarme. Tomé la tarde para ir a un estilista, pintarme las uñas y realmente se sintió maravilloso... Al siguiente día, cuando estacioné en el sótano de la empresa, apagué el motor y me miré por el retrovisor, sabiendo que mi cambio de estilo era demasiado. Me había puesto unas medias oscuras, una falda hasta las rodillas, y una blusa manga larga. Llegué al piso 50, y busqué a la misma chica de ayer. —Hola, Emma… —ella me sonrió, y algo dentro de mí, se alivió. Noté como su mirada me recorrió completa, e iba a decir algo, pero se calló. —El señor Musk ya está en su despacho… —y abrí los ojos para luego mirar el reloj de mi muñeca. —¿Ya? —la pregunta se me salió de la boca. —Sí… es un poco
EMMA. Una hora después, llegué al mismo hotel dispuesta a descansar de esta tensión que tenía constantemente apretado mi cuerpo, pero me frené con la toalla envuelta, cuando mi teléfono móvil comenzó a sonar. —¿Sí? —Señorita, Emma Johnson… —fruncí el ceño. —Sí… ¿Quién es? —Tenemos una entrega para usted de parte de la empresa Musk Inc. Solo que en la dirección de su currículo parece no haber nadie, y se nos informó que estaría en casa. Mis mejillas se volvieron rojas, y me senté. —He cambiado de dirección, lo siento por no avisar… yo… estoy también remodelando a donde me mudé y por ahora estoy hospedada en un hotel… —¿Puede indicarnos donde se encuentra? No podemos devolver la encomienda. Dicté la dirección, la habitación de mi hospedaje y luego de que finalicé la llamada tomé el rostro en mis manos. No me lo habían dicho, pero era evidente que se trataba de este hombre. —Emma… Emma… ¿En qué lío te estás metiendo? No me metí a la ducha para esperar la entrega, y solo camin
EMMA. —Mi asesora financiera… Emma Johnson… —estiré mi mano hacia dos hombres que se pusieron de pie, y que oscilaban entre 40 y 50 años. Uno de ellos me apretó la mano por más tiempo, y Noah se la quedó viendo e intervino separándolas. —No la asustes… no quiero que se vaya tan rápido… —el hombre le sonrió a Noah como si fuese un juego entre ellos, pero mi corazón palpitaba con fuerza ante todo lo desconocido. —Una bella asistente financiera… yo solo obtengo viejos calvos… —todos rieron y me obligué a mostrar un gesto para ellos, cuando por dentro, temblaba de los nervios. Toda esta gente eran monstruos financieros, y lo más seguro es que quedara como una tonta frente a ellos. Nos sentamos en el siguiente minuto y se pidieron unas bebidas para nosotros. —Yo solo quiero agua… —pedí. —Vaya… ¡Qué responsable! —y asentí hacia el hombre mayor. —Respeto mi momento de trabajo. Pero eso no quiere decir que ustedes se detengan por mí… —el hombre mayor me mostró una sonrisa incómoda, y