La mujer miró los encendidos ojos de Leonel. Su corazón se quebró un poco más cuando escuchó esas palabras, las mismas que definían que la vida de ese hombre no era de su incumbencia.—Nos hemos encamado desde hace tiempo, te he dado mi cuerpo para todo tipo de placeres desde hace años. Si una mujer aparece de la nada y quiere quitarme del medio, haré todo lo posible para que las cosas no resulten así.Leonel sintió cansancio y hartazgo al escucharla, aunque un poco arrepentido por haber mantenido sus escarceos sexuales con ella durante todo ese tiempo. La mujer poseía curvas de infarto, era sexy, buena en la cama, aguantaba todo lo que sus humores elucubraran, pero no adoraba de ella nada más, nunca sintió por ella nada.Por una esquina, Frank Loman apareció entre las sombras, las más reservadas de aquel apartamento. Leonel entonces concentró de nuevo su mirada en la enloquecida mujer, que celosa, seguía reclamándole a él ese amor que ella exigía fuese considerado.—¿Ya terminaste? —
Sofía y Larry se encontraron en la cocina, era bastante tarde, varias horas después de la fiesta y ninguno de los dos pudo conciliar el sueño.—¿Qué harás? —fue la pregunta del director luego de que ella le contara todo, cada detalle de lo que estaba ocurriendo.Recostada a la encimera, echó sus manos detrás de ella para tocar el mesón y apoyarse en él.—Vuélveme a preguntar eso mañana, o pasado mañana, o tal vez el lunes. O nunca, mejor. No quiero saber qué debo hacer, ni que no debo hacer. Es agotador.Larry sonrió triste. Bajó su cara, enfocó su vista en el suelo y de nuevo en ella.—¿Existe alguna posibilidad de que te vayas a otro estado del país? ¿O quizás… alguna confederación del país? ¿Algún territorio no incorporado de la nación?Ella arrugó la cara con una sonrisa de incredulidad. —¿Qué dices? No sé qué posibilidades hay de nada, Larry. Estoy perdida. Leonel y yo quedamos en cuadrar todo esto, pero hasta ahí es lo que sé. Me dijo que me ayudará, sé que es así. Pero no sé
—Siento no haber venido ayer a la fiesta del director, estaba trabajando —explicó Raymond unos segundos después de ella colgar.—No hay problema. —Se colocó el cinturón de seguridad y fue cuando lo vio, el carro del nórdico, detenido en una esquina muy cercana a la casa.Todo su cuerpo entró en tensión. Raymond notó cómo ella se pegó más al asiento.—Vaya que sí conociste a Asgard.Ella le miró. Aún se sorprendía cómo es que ese hombre que representaba la ley podía saber de la existencia de esas personas que parecían representar todo lo que estaba mal en Albany, pero al mismo tiempo su cerebro le hacía concluir que precisamente por ser hombre de ley debía conocer todas las lagunas secretas y oscuras. Además, no podía obviar la confesión que él mismo le hizo hace tan pocos días, sobre haber sido colega de Leonel Vos y estar metido en medio de todo eso.—Asgard… Como si lo hubiese ido a ver solo a él —lanzó ella las palabras con amargura.Llegaron a la escuela. Todos los vehículos conse
El doce amaneció y luego de todo el protocolo, donde Raymond una vez más la llevó (del mismo modo que lo hicieron el día anterior, con Liam en el carro del Director), la maestra Sullivan logró despedirse de sus alumnos, pidió disculpas por el inconveniente y corroboró junto a ellos, cada clase, su lista de contactos, números de teléfonos y direcciones de correo electrónico, ya que su plan educativo sería continuar en clases online, aunque enfatizando conversar primero con sus padres sobre eso, para ver si estaban de acuerdo con dicho método, aunque ella tenía esperanzas que después de la pandemia que azotó al mundo, las familias con hijos en el sistema educativo estuviese ya acostumbrados a utilizar los métodos virtuales para el aprendizaje. Ella no vio otra forma de mantenerse en contacto con su nueva vida en Stone Village. Larry estaba totalmente de acuerdo y eso hacía que el consejo no la excluyera de los próximos pagos de nómina.«Está bien, me voy de aquí, listo, ya lo entendí.»
«La custodian demasiado, esto es una locura», pensaba Elizabeth, quien también se había unido a la hilera de personas que rodeaban la casa del Director Larry McDonald. La mujer no pudo evitarlo. Llevaba demasiado rabia acumulada, se sentía humillada, aunque sabía perfectamente cuál fue su error. Y no solo se trataba del chantaje al empleado de Leonel quien ella pensaba que ya debía estar despedido. Ella estaba segura que el mayor error fue haberse enamorado del señor Vos. Ahora, con cada neurona puesta en él, no podía echarse a un lado, no podía. Por más que lo intentaba, ella no lograba dar otros pasos que no fueran estar cerca de la razón que, según ella, arruinó lo poco que tenía con el empresario. Cuando salió del edificio, no se retiró de una vez de aquella zona, se quedó pacientemente muy cerca para esperar que alguna de las personas que trabajaban para Leonel hiciera alguna aparición saliendo de allí, o a él mismo, así fuese al día siguiente; ella estaba dispuesta a esperar q
Sofía sintió un poco de alivio al escuchar eso, provocando que sus lágrimas se secaran de manera momentánea. Caminó hacia la gran sala de la casa de Larry y sonrió. —Niñas, un abrazo, ¿quieren? Ay, qué rico —dijo ella abrazando a las hijas de su amigo, niñas que ella sentía como sobrinas—. Ya nos vamos… ¿Liam? El hijo de Sofía sonrió con tristeza y le dio un abrazo a cada niña. Tenía pena y no quería hacerlo, pero no tuvo problemas con complacer a su mamá. La maestra les dijo a las princesas de ese hogar unas bonitas palabras y les dijo a las dos al mismo tiempo que pronto se verían. —¿Estás lista? —preguntó el detective a través de una llamada. —Estamos en toda la puerta —informó ella. —Sal ahora. Sofía se fijó en Larry y en Fabiola. Abrazó al primero muy fuerte, mirándose luego a las caras. Todo era demasiado pesado y complicado para esa amistad forjada desde hace años. Luego, las mujeres compartieron un abrazo también, diciéndose cosas buenas, deseándose todo el bien. Leone
Raymond le había explicado a la maestra durante el vuelo que ya Leonel se había encargado de todo en San Juan: estadía por esa noche y la instalación durante el tiempo que iba estar ella y Liam allí. El niño y la madre se sentían cansados. Ella hubiese querido recorrer un poco, conocer algo de los alrededores y adentrarse en lo poquito que podía ver a través de la ventana del coche, pero no había tiempo ni energías para ello. Sofía no tenía ni la menor idea de lo que se encontraría al día siguiente. Ya tenía los datos de la escuela, el lugar de su ubicación y los contactos del amigo de Larry, quien también fungía de profesor y coordinador del plantel, pero nadie le había informado a ella la magnitud de su estatus en el que viviría allí en Puerto Rico, no sabía dónde se estaría hospedando ni todas las cosas de las que sería beneficiada. Ni siquiera lo intuyó cuando fue un vehículo con chofer asignado quien los recogió en el aeropuerto y no un taxi, siendo un automóvil lujoso de color
La mujer no pudo moverse, en su cabeza solo se formulaba una pregunta: ¿cómo es posible que esté aquí? Leonel se acercó a ella. Cuando la tuvo lo suficientemente cerca, colocó sus manos sobre sus delicados hombros cubiertos por la tela rosa. Rodó sus varoniles palmas un poco más abajo, rodeando sus brazos, apretando un poco, mirándola a la cara mientras lo hacía, contemplando una vez más la belleza en el rostro de Sofía, controlándose, calmando a sí mismo ese fuego en sus manos y esa violencia en su boca, sentimientos que nacían solo con verla. Él no levaba traje, sino un suéter negro pegado al cuerpo que hizo salivar a Sofía, quien bajó su mirada posándola rápidamente sobre el cuerpo de ese hombre, atónita al detallarlo, no podía creer que lo estaba viendo allí, y tan hermoso, tan guapo, tan poderoso. —¿Qué…? ¿Cómo es que estás…? Las palabras de Sofía no llegaron a término, porque fue la boca del señor Vos, que cayendo estrepitosa, las mutiló antes de que fuese formuladas. La pie