Sofía sintió un poco de alivio al escuchar eso, provocando que sus lágrimas se secaran de manera momentánea. Caminó hacia la gran sala de la casa de Larry y sonrió. —Niñas, un abrazo, ¿quieren? Ay, qué rico —dijo ella abrazando a las hijas de su amigo, niñas que ella sentía como sobrinas—. Ya nos vamos… ¿Liam? El hijo de Sofía sonrió con tristeza y le dio un abrazo a cada niña. Tenía pena y no quería hacerlo, pero no tuvo problemas con complacer a su mamá. La maestra les dijo a las princesas de ese hogar unas bonitas palabras y les dijo a las dos al mismo tiempo que pronto se verían. —¿Estás lista? —preguntó el detective a través de una llamada. —Estamos en toda la puerta —informó ella. —Sal ahora. Sofía se fijó en Larry y en Fabiola. Abrazó al primero muy fuerte, mirándose luego a las caras. Todo era demasiado pesado y complicado para esa amistad forjada desde hace años. Luego, las mujeres compartieron un abrazo también, diciéndose cosas buenas, deseándose todo el bien. Leone
Raymond le había explicado a la maestra durante el vuelo que ya Leonel se había encargado de todo en San Juan: estadía por esa noche y la instalación durante el tiempo que iba estar ella y Liam allí. El niño y la madre se sentían cansados. Ella hubiese querido recorrer un poco, conocer algo de los alrededores y adentrarse en lo poquito que podía ver a través de la ventana del coche, pero no había tiempo ni energías para ello. Sofía no tenía ni la menor idea de lo que se encontraría al día siguiente. Ya tenía los datos de la escuela, el lugar de su ubicación y los contactos del amigo de Larry, quien también fungía de profesor y coordinador del plantel, pero nadie le había informado a ella la magnitud de su estatus en el que viviría allí en Puerto Rico, no sabía dónde se estaría hospedando ni todas las cosas de las que sería beneficiada. Ni siquiera lo intuyó cuando fue un vehículo con chofer asignado quien los recogió en el aeropuerto y no un taxi, siendo un automóvil lujoso de color
La mujer no pudo moverse, en su cabeza solo se formulaba una pregunta: ¿cómo es posible que esté aquí? Leonel se acercó a ella. Cuando la tuvo lo suficientemente cerca, colocó sus manos sobre sus delicados hombros cubiertos por la tela rosa. Rodó sus varoniles palmas un poco más abajo, rodeando sus brazos, apretando un poco, mirándola a la cara mientras lo hacía, contemplando una vez más la belleza en el rostro de Sofía, controlándose, calmando a sí mismo ese fuego en sus manos y esa violencia en su boca, sentimientos que nacían solo con verla. Él no levaba traje, sino un suéter negro pegado al cuerpo que hizo salivar a Sofía, quien bajó su mirada posándola rápidamente sobre el cuerpo de ese hombre, atónita al detallarlo, no podía creer que lo estaba viendo allí, y tan hermoso, tan guapo, tan poderoso. —¿Qué…? ¿Cómo es que estás…? Las palabras de Sofía no llegaron a término, porque fue la boca del señor Vos, que cayendo estrepitosa, las mutiló antes de que fuese formuladas. La pie
Un día después de la fiesta de Larry, Mark, el hombre que trabajaba para Leneol, tenía una orden y estaba seguro que sería fácil de ejecutar, sin embargo, siempre existiendo un gran riesgo de que todo saliera mal.El equipo más cerrado y de mayor confianza de Leonel Vos había trabajado cercanamente a los hombres de Gael Cliff, como si todos y cada uno de ellos hubiesen pertenecido a la nómina de una misma empresa. Pero aquellos que eran realmente leales al empresario y exoficial de Inteligencia, manejaban un incentivo de vida: acabar con las mafias y poderes que lideraban los Cliff, sobre todo el hijo, Gael. Resultaban ser pocos policías en ejercicio a favor de Vos, aquellos que incluso él mismo entrenó (en un principio) para beneficio de su enemigo.Los hombres del empresario quienes eran parte de su empresa de seguridad clandestina, habían sido entrenados para pelear, realizar espionaje, hablar al menos dos idiomas, también aprendieron a manejarse dentro del mundo de la élite, usar
Ella asintió, comprendiendo que no tendría escapatoria.—Bien. No faltes, Amapola. Sé dónde vives y lo que haces cuando no vienes aquí. Sé detalles de tu vida que ni tú misma imaginas que alguien más puede saber. Podría utilizar todos esos datos para perjudicarte. Si te vuelves loca y me delatas, entendemos que estás dentro de un lugar lleno de peligro, ¿no es así? Asgard es uno de tantos aquí, por eso caerá tarde o temprano, pero no será fácil. No creo que te atrevas a delatar a un infiltrado.—El vendrá hoy —anunció ella.—Lo sé, por eso no estaré mucho tiempo aquí. Él me conoce, no puede verme. Si me ve aquí sabrá en lo que ando y todo se arruinará, por lo que tú no hablarás nada sobre mí. Mentirás y lo harás bien. Dirás que fui uno más del montón, lo que sea, distrae siempre la atención de tus compañeras y de tu jefe sobre mí. Mientras, trabaja con el nórdico, no muestres ningún cambio de humor ante él, porque podría sospechar. ¿Entiendes que ese hombre no es bueno?—Si quieres at
Sofía estaba segura que la vivienda a la que Leonel los había llevado a ella y a Liam debía valer más de un millón de dólares, como mínimo; tampoco es que supiera mucho sobre el valor de las propiedades en ese lado del mundo. No supo exacto hacia dónde él decidió hospedarla hasta que entró a la zona, pero ya imaginaba que se trataría de algún lugar costoso. Sin embargo, no tanto, o no como lo que sus ojos veían. Esa lugar vendría siendo en uno de los sitios más exclusivos de todo San Juan, y no tenía que investigarlo, solo con verlo ya podía describirlo así. Entró a una residencias de edificios, esperaba que fuese algún apartamento alquilado, pero una vez más el empresario la sorprendió alojándolos en un lugar más reservado.Tanto ella, su hijo, el detective, el chofer (de quien ahora ella sabía su nombre: el señor Francisco Gutiérrez) y Leonel se encontraban rodeados de una rama edificios muy hermosos, pero que escondían una edificación detrás. El expolicía alquiló (aunque sin decir
—No tienes por qué agradecerme y puedes llamarme solo Leonel. Dame esos cinco. —El niño chocó su palma con la de él—. ¿Jugamos ahora?Liam se encogió de hombros y asintió, sonriendo de vuelta. —¿Pero sería posible jugar al fútbol? —Ok, ya veo que te gusta más ese deporte. ¿Cuál es tu equipo favorito?Raymond escuchaba atentamente, se cruzaba de brazos, mirando de vez en cuando para otro lugar, ocultando lo que podía hacerle sentir esa camaradería entre su amigo y el hijo de Sofía. —El Atlético de Madrid. Leonel se rió. —Claro, obvio, ¿por qué no lo pensé antes? Sofía caminaba por el lugar, se permitió perderse solo un momento en sus propios pensamientos, algo que solía ocurrirle muy a menudo.—Si te sientes abrumada, solo dilo —aconsejó Raymond, acercándose a ella. Sofía lo miró, negó una vez más y exhaló.—¿Y si me niego a todo esto, si nos vamos a otro lugar, habrá alguna diferencia? Es que… —Miró hacia su alrededor, de nuevo a él—. Sí, estoy abrumada, pero no había pensado e
Raymond recibió en ese momento una nueva llamada. No emitió gesto alguno. Se levantó para alejarse un momento.Leonel lo miró.—¿Sabes cómo he vivido todo este tempo? —habló ella, haciendo que él la mirara, en vez de a su amigo, que ya se había alejado de la sala—. ¿Sabes de dónde vengo? Nunca tuve lujos ni privilegios, siempre he tenido que luchar por lo que quiero, sobre todo por lo que necesito, aún más cuando Liam llegó a mi vida…—Lo sé.—¿Si entiendes que todo esto es abrumador para mí?—Lo sé.Ella suspiró. Se levantó, pidió disculpas y se dirigió a la habitación para ver qué estaba haciendo Liam.Al llegar, se lo encontró dormido sobre la cama. Procedió a quitarle los zapatos y cambiarlo por algo más cómo. Las maletas ya estaban allí y fue fácil.—¿Dormirás acá con él?Ella respingó al escuchar la voz casi susurrada de Leonel bajo el umbral de la puerta.—Disculpa, sé que es un atrevimiento de mi parte estar acá…—No, no, no te preocupes. —Terminó de acomodar a Liam y miró sus