—No tienes por qué agradecerme y puedes llamarme solo Leonel. Dame esos cinco. —El niño chocó su palma con la de él—. ¿Jugamos ahora?Liam se encogió de hombros y asintió, sonriendo de vuelta. —¿Pero sería posible jugar al fútbol? —Ok, ya veo que te gusta más ese deporte. ¿Cuál es tu equipo favorito?Raymond escuchaba atentamente, se cruzaba de brazos, mirando de vez en cuando para otro lugar, ocultando lo que podía hacerle sentir esa camaradería entre su amigo y el hijo de Sofía. —El Atlético de Madrid. Leonel se rió. —Claro, obvio, ¿por qué no lo pensé antes? Sofía caminaba por el lugar, se permitió perderse solo un momento en sus propios pensamientos, algo que solía ocurrirle muy a menudo.—Si te sientes abrumada, solo dilo —aconsejó Raymond, acercándose a ella. Sofía lo miró, negó una vez más y exhaló.—¿Y si me niego a todo esto, si nos vamos a otro lugar, habrá alguna diferencia? Es que… —Miró hacia su alrededor, de nuevo a él—. Sí, estoy abrumada, pero no había pensado e
Raymond recibió en ese momento una nueva llamada. No emitió gesto alguno. Se levantó para alejarse un momento.Leonel lo miró.—¿Sabes cómo he vivido todo este tempo? —habló ella, haciendo que él la mirara, en vez de a su amigo, que ya se había alejado de la sala—. ¿Sabes de dónde vengo? Nunca tuve lujos ni privilegios, siempre he tenido que luchar por lo que quiero, sobre todo por lo que necesito, aún más cuando Liam llegó a mi vida…—Lo sé.—¿Si entiendes que todo esto es abrumador para mí?—Lo sé.Ella suspiró. Se levantó, pidió disculpas y se dirigió a la habitación para ver qué estaba haciendo Liam.Al llegar, se lo encontró dormido sobre la cama. Procedió a quitarle los zapatos y cambiarlo por algo más cómo. Las maletas ya estaban allí y fue fácil.—¿Dormirás acá con él?Ella respingó al escuchar la voz casi susurrada de Leonel bajo el umbral de la puerta.—Disculpa, sé que es un atrevimiento de mi parte estar acá…—No, no, no te preocupes. —Terminó de acomodar a Liam y miró sus
Leonel se encontraba de pie al lado de la camilla de su hombre de confianza, Mark; uno de los pocos que apreciaba. Ahora era un hombre herido de bala. Pudo haber sido peor, los doctores ya le habían explicado que sanaría pronto, pero debía ser observado constantemente. El sujeto se enfrentó a varios disparos y fue uno solo el que lo envió a urgencias. El empresario se topó con el director actual del departamento de policía, el jefe de Mark en Inteligencia. El encuentro se dio en el hospital. Conversaron sin ningún tipo de problemas adicionales al que ya sucedía. Ambos hombres sabían quiénes eran todos allí, nadie armaría un show por un caso que se desarrollaba bajo cuerda y que era muy delicado. Aun así, a pesar de que el famoso director siempre se ponía en contra de los Cliff y sus secuaces, en la opinión personal de Vos, no hacía mucho por erradicar esa mafia extremadamente organizada, por lo cual, el director no podía ser parte del famoso equipo que quería acabar con esa familia,
Sofía frunció sus cejas al ver a uno de los escoltas sentado frente a la casa.—¿Nuevo cargo? —le preguntó al señor Francisco, estando ella en el asiento del copiloto del vehículo.Se había negado en redondo ir en el asiento de atrás junto a Liam, sobre todo cuando solo iban a la escuela, también ocurría al ir de compras. A Sofía aún le incomodaban tantos privilegios.—Creo que el señor Vos lo ha transferido hoy a ese puesto de trabajo. —El chofer casi se encogió de hombros.—Pero si ya tenemos que ir con un equipo de Seguridad allá atrás —miró por el retrovisor, divisando el vehículo que les seguía, en ese momento se estacionaba pegado a la acera, al igual que ellos—, convivir con otro equipo que rodea la casa, tener las comunicaciones fijas en alerta para grabación por si entra alguna llamada sospechosa, sin mencionar las alarmas activadas las 24 horas, las cámaras en todo el perímetro…—Y algunos están viviendo al lado de la piscina, ¿verdad mamá? —intervino Liam con su inocente vo
Liliana lanzó una esplendorosa sonrisa. Se sentó en una de las sillas altas al otro lado de la encimera, en frente de la maestra.—Nosotros los boricuas amamos tanto el romance como la fiesta. Y olemos la química de dos personas a leguas. —Se encogió de hombros y se levantó—. No sé cuál es la historia entre ustedes, pero de que hay candela, hay candela.Sofía se echó a reír, sintió sus mejillas sonrojadas y se odió por eso. Lo que dijo la cocinera le hizo recordar a algunas personas allá en España.—Me haces rememorar a mis años en Madrid. Por cierto, conocí a algunos paisanos tuyos allá. No muchos, más que todo clientes del restaurante donde trabajé. ¿Suelen ser así de extrovertidos todo el tiempo?—Bueno niña, ¿qué te puedo decir? Sí, sí lo somos. No todos, pero es algo que en definitiva lo llevamos en la sangre —señaló su brazo—, es inevitable, ¿tú sabes? Y se pone ruda la cosa cuando nos encaprichamos con alguien, zas, ahí estamos nosotros observando y viendo todo, que no se nos e
Las horas pasaron en medio de mucha tensión. Frank estaba preocupado por su jefe, quien no había salido de su habitación en toda la tarde, luego de trasladarse del mini centro comercial de vuelta al edificio para prepararse antes de ir a encontrarse con Gael Cliff.A Mark se le recetó reposo ese día, ya que casi no lo había tenido, por lo que no se percató de la llegada de ellos al piso.La hora de salir a la reunión en Troy llegó, Loman debía avisarle al señor Vos que ya debían partir.Leonel le dio permiso para entrar a la recámara luego de escuchar el toque en la puerta. Loman lo encontró preparando su arma y colocarla detrás, en su espalda, colocarse la chaqueta sobre el suéter negro y meter los guantes dentro de los bolsillos de la prensa.Se giró y Frank pudo ver la determinación bañando el rostro de su jefe.—¿Todo está listo? —preguntó Vos.—Sí, señor. El equipo espera abajo y otro ya arrancó.—¿Raymond?—Monitorea la zona. Tengo entendido que salió para allá hace una hora.Le
Todos los presentes sabrían perfectamente que aquel sitio no era vigilado por ninguna cámara. Y solo algunos tenían el conocimiento de que Leonel alguna vez, no tan lejana esa vez, llegó a tener acciones del lugar, que luego de desfilarse casi por completo de las filas de Gael, vendió dichas acciones para más nunca poseer algo que lo vinculara al señor Cliff. Sin embargo, Leonel seguía yendo a ese gimnasio improvisado, un galpón enorme y transformado con un amplio espacio, casi tan grande como un mini hangar, pero lo hacía en casos muy específicos, aquellos en los que el empresario necesitó tocar de vez en cuando ese mundo opaco y carente de sentimientos.El estacionamiento estaba abierto, nadie podía notar nada extraño, solo eran vehículos entrando al sitio como cualquier otra noche, con la diferencia que ese día se encontraría cerrado para los entrenamientos.Ni Frank ni él, dijeron absolutamente nada, el silencio era el mejor comportamiento que podían ejecutar mientras entraban con
—Me encantaría poder meterte una bala entre esas desgracias cejas —gruñó Gael. —No sé qué estás esperando. Gael miró los oscuros ojos de Leonel. —Baja esa pistola —comandó Leonel. Gael tardó un par de segundos, pero bajó el arma y sonrió como si estuviese anonadado por algo en concreto. —Vaya, Leonel el empresario que manda ha hacer las cosas a la gente. —Rió un poco—. Haré de cuentas que ninguno de tus amigos detectives está por aquí, en algún lugar de las paredes o del techo, esperando que yo diga algo que traiga hasta acá a la puta policía. —Señaló a su alrededor con su arma y gestos de su mano libre—. También me haré el loco con imaginar que ya has hecho un trato con tu antiguo departamento de Inteligencia para entregarme como un pavo de Acción de Gracias. Total, vine hasta acá para que fueses tú mismo que me dijera qué pretendes con Sofía y cuál es el plan de utilizarla a ella. Ciertamente no sé exacto para dónde te la has llevado, pero no me preocupa si tú no me lo dices. En