CAPÍTULO 49

Todos los presentes sabrían perfectamente que aquel sitio no era vigilado por ninguna cámara. Y solo algunos tenían el conocimiento de que Leonel alguna vez, no tan lejana esa vez, llegó a tener acciones del lugar, que luego de desfilarse casi por completo de las filas de Gael, vendió dichas acciones para más nunca poseer algo que lo vinculara al señor Cliff. Sin embargo, Leonel seguía yendo a ese gimnasio improvisado, un galpón enorme y transformado con un amplio espacio, casi tan grande como un mini hangar, pero lo hacía en casos muy específicos, aquellos en los que el empresario necesitó tocar de vez en cuando ese mundo opaco y carente de sentimientos.

El estacionamiento estaba abierto, nadie podía notar nada extraño, solo eran vehículos entrando al sitio como cualquier otra noche, con la diferencia que ese día se encontraría cerrado para los entrenamientos.

Ni Frank ni él, dijeron absolutamente nada, el silencio era el mejor comportamiento que podían ejecutar mientras entraban con
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