Tamara Green se encontraba sentada sobre su gran cama con sábanas de seda, vestida de dorado de los pies a la cabeza, prenda delicada, vestido bien confeccionado por un diseñador de renombre.Llevaba su teléfono móvil consigo. Acababa de escribirle al detective Raymond Sr John, a quien ella había guardado con otro nombre, sin obtener respuesta alguna. Estaba loca por hablar con él, sobre todo esa noche.Cuando Gael, quien estaba frente a ella, detuvo sus movimientos ante el espejo de cuerpo entero, ella disimuladamente se estiró hacia atrás, como si se apoyara sobre el colchón, para así poder alejar su teléfono un poco de su cuerpo, restándole importancia a lo que estuviese haciendo con el aparato. La idea era que Gael no notara lo urgida que ella estaba por querer comunicarse con alguien.Gael la miró por un instante, pero luegi siguió acomodándose la chaqueta de traje negro y su pajarita. Sus golpes en la cara aún podían verse y después de haber sufrido una fuerte herida en la parte
Albany. Horas antes, esa misma mañana. —Señor… —habló Frank, bajo el umbral de la puerta de la habitación de su jefe. La enfermera terminaba de inyectarle el primer medicamento del día a Leonel cuando llegó Frank Loman. Mark se había ido esa mañana, debía volver a sus labores lo más pronto y no levantar sospechas o malentendidos entre sus colegas, no era absoluta la certeza de quienes colaboraban o no con Gael dentro del departamento de Policía. Leonel sentía cada vez menos dolor, confiaba en lo que el médico le dijo, que sanaría pronto casi por completo, la operación en su brazo izquierdo fue un éxito, en breve podría salir del encierro y regresar a sus labores y viajes (para Leonel, esto último era lo importante). Ya el empresario no aguantaba las horas quietas, aunque las dedicara a su trabajo de oficina desde su piso. Y ese día sería uno movido, debía recibir informes sobre Gael y su esposa, Tamara, ya que celebrarían el cumpleaños de la dama, los Green y los Cliff juntos y Leon
Sofía evitó suspirar. Si no es por Liam, no hubiese recordado la salid que le prometió a su pequeño, pero ahora no quería sumar más gente al paseo.—Bueno, mañana veremos. O creo que sí, pero no te prometo nada. Vi en el pronóstico del tiempo que puede que llueva, así que no me quiero arriesgar a que nos mojemos y nos refriemos.—Mamá, no te vas a poner malita otra vez, ¿verdad?Raymond hizo una interrogante con su cara, mientras se tomaba los últimos sorbos de su gaseosa.Otro suspiró reprimido. Ella sonrió un tanto fingido al notar el interés del detective por lo que dijo su hijo.—Tranquilo, cariño. —Miró al interior de la casa e hizo contacto con Liliana.La mujer pareció dar una especie de pequeño brinco cuando vio que la solicitaban, apurándose a aparecer en la mesa del área de piscina.—Dígame, señorita SullivanSofía casi se echa a reír. Ahora evitaba negar con su cabeza.—Liliana, Liam ya terminó de comer y quisiera que se fuera a costar.—Yo la ayudo con eso, no hay problema
Tragó grueso de nuevo, la miró de lleno.—No te equivocas. Conozco a Leonel desde hace muchos años. Ha logrado mucho, quizás no trabajando para el mejor empresario de la historia, pero sus negocios son lícitos. Sin embargo, es un sujeto ambicioso y ha dejado de ver la vida como un simple paraje. Es muy difícil que consigas con alguien como él esa sencillez que tanto buscas. Es así, no te miento. —Se encogió de hombros para remarcar el pequeño soplete de palabras que acaba de lanzar, sintiendo como un manta negra le cubría la espalda, le tocaba y presionaba.Sofía se quedó seria pensando en ese discurso, pero respingó al escuchar un ruido provenir desde adentro de la casa.Miró hacia allá y divisó lo que parecía una nueva visita.—Ella está por acá. Sígame, por favor. Así le da la sorpresa —escuchó Sofía que Liliana le decía a la persona recién llegada.La maestra alzó las cejas y enfocó la vista. Raymond miró hacia atrás, ya que le daba a espalda a la casa, y su cara cambió por comple
—Sof… Sofía…La maestra dejó de respirar. Sus ojos abiertos de par en par y acuosos, eran a representación de los engranajes cerebrales trabajando a toda velocidad.—¿Qué acabas de decir? —preguntó ella en un hilo de voz.Raymond quedó mudo ante ella, debía actuar rápido. Era evidente que acaba de escuchar la conversación.—Sofía, no es lo que crees.—Estabas hablado con la mujer de Gael. Hablaste con… Tamara. Dijiste “es tu esposo”. Tamara Green. Tamara de Cliff, le dicen en la prensa, sé cómo se llama. —Sofía, no…Él dio un paso hacia ella, pero la mujer se apartó, echando sus brazos hacia un lado para no ser tocada por él.—¿Quién eres? —Ella comenzaba a respirar con dificultad—. ¡¿Quién eres?!—Sofía —gruñó él, se le estaba saliendo se control la situación.—¿Trabajabas para esa gente? ¿Colaboras con ellos? Las cosas que le dijiste a esa mujer... Leonel me ha dicho que no es de fiar, que es incuso peor que Gale, ¿por qué estabas hablando con ella? ¡Dime!Liliana se alarmó mucho
Leonel ya no estaba en su habitación. Se había trasladado a su sala de estar. Recostado en el asiento de tres plazas, con una franela blanca y un pantalón de pijama, usando aún su cabestrillo, tenía la pantalla del gran televisor encendida mirando el canal de espectáculos, donde monitoreaban la alfombra roja de la gran celebración, el cumpleaños de la “princesa” Green de Cliff, como él la había definido hace varios años. Frank lo acompañaba y monitoreaba a los informantes de su jefe a través de su teléfono móvil, gente que estaría presente en la fiesta y que arrojarían información de todo lo que sucedía o al menos, de cualquier irregularidad que señalara a Leonel. El empresario quería manejar la situación de manera jocosa. Mandó a comprar pizzas, aunque el doctor le recetara comer ligero. Anheló ver el rostro de Gael todo golpeado, enterarse en primera fila qué tenía para decirle a la prensa cuando uno de ellos le preguntase qué rayos le había sucedido, mientras engullía, en la tran
Leonel dejó de respirar por un instante, apretó los dientes también. Cerró sus ojos, apretó fuerte y los abrió antes de hablar.—¿Desde cuándo? —Desde hace un tiempo. Fue ella quien me contactó. —Propósito.—Acabar con su marido.Las cejas del empresario se fruncieron. —Sé específico. ¿De qué estamos hablando?Leonel lo escuchó suspirar. —Lo quiere preso o muerto. Le vale madres cualquiera de las dos. Leonel analizó rápido la situación. De reojo, se percató que Frank se levantó después de recibir una llamada en su móvil. Pero no podía estar al pendiente de su mano derecha en ese instante. —Es obvio que si te contactó a ti, es porque lo desea preso, en vez de muerto. A menos que quiera que tú…—Cuando Sofía regresó, el día que le di el aventón al hotel, le envié a Tamara una imagen de ese lugar, del hotel en donde Sofía se hospedaba. Quería decirle a Tamara que esa mujer estaba aquí, que su marido tenía un hijo no reconocido y que ella, Sofía, sería el comienzo del final para su
Leonel se detuvo, ya dentro de su habitación, y lo miró.Loman continuó:—Lo ha estado llamando, señor. Necesita hablar con usted. Eso último ella no me lo ha contado, pero sí es algo que noté. Ella no parece estar bien, parece que la visita de Raymond resultó ser mayor que una sorpresa. ¿Esperará llegar a San Juan para poder consolarla? Me atrevo a decir que es ya mismo que ella necesita que ustedes conversen sobre eso.Leonel debía calmarse. Pasó la mano por su cabeza, barrió su rostro con la palma y exhaló, para luego alzar su celular y marcarle a la maestra. Frank evitó un suspiro de momentáneo alivio y se retiró para darle privacidad a su jefe.Sofía estaba aún vestida como lo estuvo en la cena, aunque descalza, sentada sobre la cama, pensando en todo lo que había sucedido. Su hijo seguía dormido, Liliana se había ido y Dolores ya se encontraba en la habitación de invitados, por lo que Sofía aprovechó esa soledad para canalizar bien las cosas.El teléfono vibró, era Leonel. No