—Sof… Sofía…La maestra dejó de respirar. Sus ojos abiertos de par en par y acuosos, eran a representación de los engranajes cerebrales trabajando a toda velocidad.—¿Qué acabas de decir? —preguntó ella en un hilo de voz.Raymond quedó mudo ante ella, debía actuar rápido. Era evidente que acaba de escuchar la conversación.—Sofía, no es lo que crees.—Estabas hablado con la mujer de Gael. Hablaste con… Tamara. Dijiste “es tu esposo”. Tamara Green. Tamara de Cliff, le dicen en la prensa, sé cómo se llama. —Sofía, no…Él dio un paso hacia ella, pero la mujer se apartó, echando sus brazos hacia un lado para no ser tocada por él.—¿Quién eres? —Ella comenzaba a respirar con dificultad—. ¡¿Quién eres?!—Sofía —gruñó él, se le estaba saliendo se control la situación.—¿Trabajabas para esa gente? ¿Colaboras con ellos? Las cosas que le dijiste a esa mujer... Leonel me ha dicho que no es de fiar, que es incuso peor que Gale, ¿por qué estabas hablando con ella? ¡Dime!Liliana se alarmó mucho
Leonel ya no estaba en su habitación. Se había trasladado a su sala de estar. Recostado en el asiento de tres plazas, con una franela blanca y un pantalón de pijama, usando aún su cabestrillo, tenía la pantalla del gran televisor encendida mirando el canal de espectáculos, donde monitoreaban la alfombra roja de la gran celebración, el cumpleaños de la “princesa” Green de Cliff, como él la había definido hace varios años. Frank lo acompañaba y monitoreaba a los informantes de su jefe a través de su teléfono móvil, gente que estaría presente en la fiesta y que arrojarían información de todo lo que sucedía o al menos, de cualquier irregularidad que señalara a Leonel. El empresario quería manejar la situación de manera jocosa. Mandó a comprar pizzas, aunque el doctor le recetara comer ligero. Anheló ver el rostro de Gael todo golpeado, enterarse en primera fila qué tenía para decirle a la prensa cuando uno de ellos le preguntase qué rayos le había sucedido, mientras engullía, en la tran
Leonel dejó de respirar por un instante, apretó los dientes también. Cerró sus ojos, apretó fuerte y los abrió antes de hablar.—¿Desde cuándo? —Desde hace un tiempo. Fue ella quien me contactó. —Propósito.—Acabar con su marido.Las cejas del empresario se fruncieron. —Sé específico. ¿De qué estamos hablando?Leonel lo escuchó suspirar. —Lo quiere preso o muerto. Le vale madres cualquiera de las dos. Leonel analizó rápido la situación. De reojo, se percató que Frank se levantó después de recibir una llamada en su móvil. Pero no podía estar al pendiente de su mano derecha en ese instante. —Es obvio que si te contactó a ti, es porque lo desea preso, en vez de muerto. A menos que quiera que tú…—Cuando Sofía regresó, el día que le di el aventón al hotel, le envié a Tamara una imagen de ese lugar, del hotel en donde Sofía se hospedaba. Quería decirle a Tamara que esa mujer estaba aquí, que su marido tenía un hijo no reconocido y que ella, Sofía, sería el comienzo del final para su
Leonel se detuvo, ya dentro de su habitación, y lo miró.Loman continuó:—Lo ha estado llamando, señor. Necesita hablar con usted. Eso último ella no me lo ha contado, pero sí es algo que noté. Ella no parece estar bien, parece que la visita de Raymond resultó ser mayor que una sorpresa. ¿Esperará llegar a San Juan para poder consolarla? Me atrevo a decir que es ya mismo que ella necesita que ustedes conversen sobre eso.Leonel debía calmarse. Pasó la mano por su cabeza, barrió su rostro con la palma y exhaló, para luego alzar su celular y marcarle a la maestra. Frank evitó un suspiro de momentáneo alivio y se retiró para darle privacidad a su jefe.Sofía estaba aún vestida como lo estuvo en la cena, aunque descalza, sentada sobre la cama, pensando en todo lo que había sucedido. Su hijo seguía dormido, Liliana se había ido y Dolores ya se encontraba en la habitación de invitados, por lo que Sofía aprovechó esa soledad para canalizar bien las cosas.El teléfono vibró, era Leonel. No
Leonel sonrió. Pensó que Frank tenía razón, hablar con Sofía era lo mejor. Se sentía mucho más calmado ahora y ella era un poco cómica, a pesar de todo. Le agradaba conversar con ella. Su forma de ser, de expresarse, ella era dulce y con carácter, ya lo había notado antes, una vez más lo confirmaba.—Raymond me llamó.Ella alzó las cejas.—Claro que te llamó —ironizó ella.—Me ha contado lo de Tamara, pero es algo privado, muy suyo, no me corresponde contarlo. Ella arrugó su rostro una vez más.—¿Qué quieres decir con privado? —preguntó ella a tientas.Leonel suspiró. Abrió los ojos, miró el techo de su habitación.—Ellos tuvieron un amorío.La boca de Sofía cayó abierta. No pudo hablar por varios segundos.La maestra no tenía idea del resto de cosas ocultas tras esa detonante información. Leonel no le contaría sobre las pasadas adicciones del agente, precisamente adquiridas en los tiempos de fuertes amores con Tamara. Tampoco le haría saber que el amorío no sucedió antes del matrimo
Un día después de esa conversa entre Leonel y Sofía, las cosas no andaban bien en San Juan; la maestra pudo intuirlo gracias al hermético comportamiento de los guardias. Le preguntó a Liliana al respecto, sintiendo un Deja Vu sobresaliente, pero la cocinera le dijo que realmente no sabía nada. Ambas habían sellado un pacto de sinceridad, aunque por dentro Liliana entendía muy bien no poder fallarle al jefe si éste pedía no informar sobre algo en específico. Dolores y Sofía intentaron disfrutar de un día ameno junto a Liam, pero la maestra notaba que desde lo sucedido la noche anterior, luego de lo que se enteró (algo que no tardó en contárselo a la recién llegada), el ambiente se puso tenso. Lo intentó con Francisco, y cuando lo hizo, en el momento en el que ella le preguntó qué estaba ocurriendo, fue cuando se dio cuenta que éste le ocultaba información. El señor Francisco solía ser transparente, ella ya lo empezaba a conocer. Volvió a intentarlo, con un par de escoltas, pero sin
Le costó dormirse. A la mañana siguiente, entró a la habitación de su hermana, sin esperar que ésta se levantara. —¿Pero qué ocurre, tía? Ya no me dejas ni dormir. Que ya yo tengo una edad. Tía, que te llevo 15, y eso que te quiero mucho.La maestra abrió las cortinas para que entrara la poca luz de las primeras horas del día.—Necesitaré que me hagas un favor.Dolores arrugó su cara y se tapó con el edredón.—¿Estoy en un crucero a la deriva en Altamar? Esta casa es todo un lío. Que estoy de vacaciones…—Dolores, préstame atención. —Sofía se sentó a su lado sobre el colchón—. Algo pasó con Raymond. Algo malo.El sueño de Dolores se fue disipando mientras Sofía le relataba todo lo que hizo anoche, cada vez más sorprendida la recién llegada por los cambios que daba su hermana. Para Dolores, la Sofía que llegó a España con una urgencia y un hijo en brazos, siempre fue alegre, proactiva y luchadora, pero también calmada, le dejaba todo a Dios, se tranquilizaba con facilidad. Desde que v
Ella se sorprendió por lo que encontró al entrar. —¿Sofía? —Raymond se levantó de una silla ubicada al lado de la lujosa cama de hospital.Estaba vestido con un jean y una camiseta blanca, zapatillas deportivas de color blanco con un diseño de marca. Estaba un poco despeinado, pero no se veía mal. Sin embargo, su cara… parecía no haber dormido bien.—Pensé que estarías… ¿peor?—¿Qué haces aquí? ¿Leonel te dejó venir? No puedo creer que te haya dejado verme así.Ella tenía sus cejas levemente arrugadas. Se detuvo en seco. —Él no sabe que yo estoy aquí. Me tuve que escapar como si estuviese presa. —Luego le señaló con ambas manos—. ¿Qué te pasó? Es decir, ¿una clínica y todo? Él la miró con tristeza. —¿Alguien te contó lo que me pasa? —Ella negó con su cabeza—. Tengo problemas de adicción. Los labios de Sofía se separaron, no se esperó jamás oír algo así, y menos de alguien como él. Recordó de súbito lo que el escolta de las pizzas, el mismo de allá afuera, dijo sobre Raymond. Sin