CAPÍTULO 65

Le costó dormirse. A la mañana siguiente, entró a la habitación de su hermana, sin esperar que ésta se levantara.

—¿Pero qué ocurre, tía? Ya no me dejas ni dormir. Que ya yo tengo una edad. Tía, que te llevo 15, y eso que te quiero mucho.

La maestra abrió las cortinas para que entrara la poca luz de las primeras horas del día.

—Necesitaré que me hagas un favor.

Dolores arrugó su cara y se tapó con el edredón.

—¿Estoy en un crucero a la deriva en Altamar? Esta casa es todo un lío. Que estoy de vacaciones…

—Dolores, préstame atención. —Sofía se sentó a su lado sobre el colchón—. Algo pasó con Raymond. Algo malo.

El sueño de Dolores se fue disipando mientras Sofía le relataba todo lo que hizo anoche, cada vez más sorprendida la recién llegada por los cambios que daba su hermana. Para Dolores, la Sofía que llegó a España con una urgencia y un hijo en brazos, siempre fue alegre, proactiva y luchadora, pero también calmada, le dejaba todo a Dios, se tranquilizaba con facilidad. Desde que v
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