Era una noche fresca, cielo despejado en esa parte de San Juan. El agua estaba tibia gracias al sistema de la alberca.Leonel llevaba uno minutos de haber terminado de nadar. En ese momento sus pies eran las únicas extremidades sumergidas en el agua.Solo llevando un bañador tipo short, ingería un poco de refresco negro con hielo en un vaso corto.Por primera vez se sentía bien. Y la confirmación de ello se la daba el simple hecho de estar allí junto a un grupo de personas que él podría llamar Familia.Pensó en su madre. Vivía en los Estados Unidos, al sur de Albany. La única familia de sangre que le quedaba. Últimamente la había visitado poco, aunque Frank lo ayudaba a que a ella no le faltara nada.Pensó en traerla a Puerto Rico, presentársela a Sofía, que también conociera a Liam y pasaran juntos una buena temporada en ese bonito lugar.Mientras sus anhelos y pensamientos al respecto daban forma a nuevos planes, su móvil vibró, lo había colocado a un lado, junto al vaso de vidrio
Dolores se enteró de cada detalle la mañana siguiente, su hermana menor vio necesario contárselo.A Dolores no le gustaba nada lo que sucedía. Aceptaba siempre las decisiones de Sofía, a pesar de refutarlas, pero esta vez quería estar más atenta a todo.Leonel habló con Adam en el área de piscina. Sentado alrededor de una de las mesas y bajo una sombrilla, totalmente en soledad, aprovechando que Liam estaba en clases y Sofía trabajaba allá mismo, pudo enterarse del estatus de salud de la asistente.A la trabajadora del abogado Adam Coney le habían causado un golpe severo en su cabeza, los médicos la mantenían sedada mientras se recuperaba de su herida, por lo que no podía emitir declaración alguna. Sin embargo, Adam introdujo la denuncia con el énfasis de encontrar de inmediato a los culpables de ese ataque, enlazando la agresión con el caso de Elizabeth Cord, teniendo las pruebas en sus manos de su asistencia en aquella audiencia que alguien, no sabían si la propia Elizabeth o su ase
—Sofía, ¿podemos hablar un momento?La maestra asintió al director de la escuela donde trabajaba, para luego seguirlo hacia su oficina.—Siéntate, por favor. —Ella obedeció—. Me alegra mucho que hayas venido hoy. Tengo entendido que ya no asistirás al evento con el alcalde.«¿Qué? ¿No asistiré?» Miró la pantalla de su móvil, tenía una llamada perdida de Leonel. «Así que no iremos al evento, de seguro me estaba llamando para decirme y dando clases no le contesté». Hizo nota mental de llamar a su novio luego de esa convocatoria a Dirección —Sí, bueno, nao podía faltar en este último día de clases. Además, me he puesto de acuerdo con algunos alumnos de los grados más altos para continuar clases online y así prepararlos para las pruebas del año que viene.—¿Esas clases son particulares, o van por cuenta de la escuela?Ella frunció el ceño.—¿No son parte del pensum académico…?—No, Sofía. Si darás clases fuera de las instalaciones, tendrás que cobrarles tú a los alumnos por aparte.Ell
Horas antes, Dolores se acercó a Leonel unos minutos después de que Liliana limpiara los vidrios rotos de la taza que él mismo lanzó al suelo.—¿Es cierto lo que dicen en ese artículo?Leonel giró su rostro para mirarla a la cara.—¿Disculpa?—Sofía me lo ha contado todo, y sé que no pudiste ser tú quien ha hecho esa atrocidad con esa chica, ¿pero estás implicado?Leonel la miró como si le hubiesen salido tres cabezas.—¿Estás queriendo decir que yo la mandé a asesinar?Ella lo miró con aprehensión, dudas, aunque también osadía y determinación.—Sé que no eres una mansa paloma, tienes tu pasado. Todo ese dinero que muestras ahora no debió haber sido ganado de buena forma y ahora esto…Él se levantó de la silla para poder hablarle de mejor forma, Dolores dio un paso hacia atrás.Él se detuvo en seco al ver el gesto.—Dolores, ¿pero qué…?—He llamado a la policía.Leonel dejó de respirar.—¿Perdón?Ella sintió una presión en su pecho. —He marcado a los números de la Interpol y les he d
—Lo siento, oficial, no puede obligarme a subirme a ningún automóvil, no he cometido ningún delito.Del vehículo apostado detrás, se abrió la puerta trasera. —Ya déjate de tonterías, Sofía, y sube al auto. Vamos.Un paso atrás, rigidez, pegando más a su hijo a sí misma, la maestra pudo sentir cómo el azufre picó, emanando desde la voz del propio Gael Cliff quien le había hablado.—¡Auxilio! —Ella quiso aprovechar que había gente grabando, gritando por ayuda como una forma de hacerles ver que esos sujetos eran malos y les querían perjudicar—. ¡Ayúdenme, por favor!—Mamá, mamá, ¿qué ocurre?El gemido de Liam tocó el corazón de Sofía, la enervó en la molestia de vivir ese tétrico momento. Su pequeño hijo estaba muy asustado.—Todo va a estar bien, mi amor. Ya vienen por nosotros, nada malo va a pasarnos.—Hijo mío, ¿no te gustaría ver lo que tengo para ti en la camioneta?—¡No le dirijas la palabra! Y mucho menos lo llames hijo. Tampoco lo mires. —Sofía clavó sus claros ojos en él, con
—Nena, mírame. ¡Mírame! ¡MÍRAME! Sofía, no cierres tus ojos, no cierres los ojos, sigue mirándome… ¿Qué hace? ¡¿Qué está haciendo?!—Somos policías locales, déjenos ayudar. Tenemos que llevarla de inmediato al hospital —anunció uno de los oficiales en un inglés no muy bueno, intentando que Leonel dejara que la autoridad que logró llegar allí hiciera su trabajo, ya que la ambulancia aún no había llegado y debían actuar rápido.Leonel tomó a su novia en brazos, no dejaría que ese hombre la tocara. Corrió hacia la patrulla, le abrieron la puerta de atrás, se montó con ella, el oficial que le habló se colocó frente al volante, un compañero suyo en el otro asiento delantero y salieron de allí a toda velocidad con las sirenas encendidas, mientras el copiloto radiaba la situación, pudiendo refuerzos.Dolores lloraba desconsolada, abrazaba a Liam, colocando su carita contra su peño con la intensión de que no oyera, o escuchara. Otros policías se acercaron a ellos para ayudarla a salir de allí
Leonel y Sofía se encontraban en una parte llana del engranado de la casa de San Juan, en el área de piscina.Era de día, casi hora de almuerzo. Ambos de pie, abrazados, disfrutando de una quietud que necesitaban.Ella despegó su mejilla del pecho de Leonel para mirarle, acariciarle y dejarse acariciar.—¿Te sientes bien? —preguntó ella, preocupada. Lo habían vuelto a operar, sus puntos internos se habían comprometido. Cargaba el cabestrillo nuevamente, quería ser cuidadosa para no lastimarlo.Él sonrió y negó al mismo tiempo.—Eso debo preguntártelo yo a ti. —Acarició muy ligeramente el hombro izquierdo de su novia, ella cargaba una blusa de mangas cortas, el apósito de su herida podía notarse a través de la tela—. ¿Te sigue doliendo en las noches? ¿Estás segura que no necesitas uno de estos? —Movió un poco su brazo herido.—La esposa de tu amigo me ha dicho que no es necesario.—Genial. Si ella lo dice, debe ser así y significa que sanarás pronto.—Sí, Pilar es muy buena en lo que h
Sofía Sullivan no tenía permitido mantener los ojos cerrados, debía estar despierta, atenta. Acababan de nombrarla la mejor empleada del café, ¿cómo no estar a la altura?Pero Sofía quería cerrar sus ojos y apretarlos durante un largo minuto. Respirar también.—¿Cómo pagaré todas estas deudas? —se preguntó ella luego de haber hecho sus cuentas.Le pareció una ironía decir que el dinero no lo era todo, pero mucho más irónica la condecoración que le dieron antes de volver a casa. Su casera le dio un ultimátum, debía cancelar esa misma semana la renta. La deuda era de dos meses. Si no quería irse a vivir a un refugio, lo mejor era ponerse al día.Eran tiempos difíciles. Desde hace meses no recibía la manutención del ayuntamiento y el sueldo no le daba para mucho. Buen trabajo, pero aún así no le alcanzaba. Las cuentas no mentían, se encontraba en números rojos, quería llorar como niña. De pie, detrás de la caja registradora del café donde laboraba, aún con el delantal puesto, no dejaba d