CAPÍTULO 37
Sofía sintió un poco de alivio al escuchar eso, provocando que sus lágrimas se secaran de manera momentánea.

Caminó hacia la gran sala de la casa de Larry y sonrió.

—Niñas, un abrazo, ¿quieren? Ay, qué rico —dijo ella abrazando a las hijas de su amigo, niñas que ella sentía como sobrinas—. Ya nos vamos… ¿Liam?

El hijo de Sofía sonrió con tristeza y le dio un abrazo a cada niña. Tenía pena y no quería hacerlo, pero no tuvo problemas con complacer a su mamá.

La maestra les dijo a las princesas de ese hogar unas bonitas palabras y les dijo a las dos al mismo tiempo que pronto se verían.

—¿Estás lista? —preguntó el detective a través de una llamada.

—Estamos en toda la puerta —informó ella.

—Sal ahora.

Sofía se fijó en Larry y en Fabiola. Abrazó al primero muy fuerte, mirándose luego a las caras. Todo era demasiado pesado y complicado para esa amistad forjada desde hace años. Luego, las mujeres compartieron un abrazo también, diciéndose cosas buenas, deseándose todo el bien.

Leone
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