Sofía Mangano se ve envuelta en una apretada situación. Descubre que tiene una deuda inmerecida por culpa de su padre, la traición del hombre que amaba ciegamente. Además, el trabajo que ha conseguido con urgencia como niñera resulta ser para ser la madre sustituta de los mellizos de un hombre lleno de misterio: Leonardo Di Napoli, catalogado como el más cotizado y poderoso de toda Italia. Una mirada, pocas palabras, aquella potente presencia que hace en la vida de Sofía torna el ambiente caluroso. Sin embargo, su ex no la quiere dejar ir porque ella es su única salvación. ¿Qué hará Sofía ante sus sentimientos? ¿Quién es ese hombre misterioso que la envuelve sin pedir permiso? Lo que Sofía Mangano no sabía era la rivalidad y el conflicto que hay entre su ex y Leonardo Di Napoli, donde ella estará de por medio. ¿Qué sucederá en esta historia de amor y de llamas ardientes? Acompáñame en esta nueva aventura literaria y recuerda agregarla a tu biblioteca para que no la pierdas de vista. Un fuerte abrazo.
Leer más—Tiempo sin verte, Di Napoli —sonríe ampliamente Conti, haciendo relucir el diamante que está en uno de sus dientes—. ¿Qué? ¿Me piensas matar? —pregunta al ver que todos los hombres de Leonardo lo apuntan sin dudar—. Solo vengo a la reunión de socios —mira a Lucifero con cierta burla y vuelve a fijar su mirada en Leonardo, quien tiene una firme postura y lo mira con ganas de matar y comer del muerto; ni siquiera parpadea. —¡Largo, maldito perro! ¡No tienes nada que hacer aquí! —¿Tan seguro estás? Al final, mis rutas están siendo las más seguras, ya que estás ante la mirada de la ley. Tu socio mayor, Richard, fue quien me llamó para asistir a esta reunión —Leo se tensa y siente su sangre hervir—. Después de todo, no eres el gran rey de la venganza. El imperio Di Napoli está cayendo y nosotros, los Conti, subiremos a la cima. No eres nadie, Di Napoli, y por eso la hermosa Francesca te dejó —Di Napoli no lo pensó ni dos veces; tiene una agilidad tan perfecta que tiene su arma apuntando
Leonardo la mira fijamente a los ojos, la está analizando, y al percibir lo que causa en ella sonríe malicioso, dejándola estupefacta. Sofía pasa saliva y su corazón acelerado la delata; no entiende cómo no puede dejar de mirar, luego de lo cruel y despreciable que es Leonardo. —Conmigo no te va a funcionar tu jueguito de seducción —dice, dándose la vuelta para marcharse. La hipnotización de Sofía culmina; reacciona y niega con la cabeza por haber sido tan tonta. Pero ¿cómo resistirse a un hombre como él? Si aún enojado se ve guapo, y esos tatuajes, los de su cuello, brazos y pecho... Ese hombre es arte, tallado por los mismos dioses, sin un defecto físico. Simplemente es guapo, y su presencia cautiva a toda mujer. —¡Señor Di Napoli! —lo menciona, acercándose a él, y este se detiene para mirarla—. Dém e mi móvil, por favor. —No lo haré. Te lo daré cuando sean las 7 de la noche. Ahora, a trabajar. Solo pierdes tiempo. —¡Eres insoportable! —Y me da igual. Si no me importa lo
—Venga conmigo, le buscaré un vestido, señorita Mangano —Cedric sonríe para sí mismo, y Sofía lo sigue intentando cubrir la abertura.Al ingresar a la sala principal, ella mira hacia el comedor y allí está Leonardo, desayunando con elegancia y suma seriedad. Él puede sentir esa mirada y, al verla, le lanza una mirada de enojo y ve cómo ella intenta cubrir su abertura, lo cual es inútil, ya que tiene unas piernas tentadoras y bien torneadas que a él lo incomodan y lo hacen alucinar, lo que lo enfada mucho. Ella lo hace sentir algo extraño en su cuerpo.Sofía no podía dejar de mirarlo, deseaba poder meterse en la mente de ese cruel hombre. Pero luego observa que él deja los cubiertos sobre el plato, sin terminar su desayuno, como si verla le hubiera quitado el apetito.—Este vestido posiblemente le quede —dice Cedric acercándose a ella. Pero Sofía estaba mirando cómo Leonardo se iba, por lo que hace resonar su garganta y ella lo voltea a mirar.—Disculpe...—Vaya a cambiarse, le queda p
—¿¡Qué parte de que no te quería ver aquí no entendiste!?— le alza la voz, y ella traga grueso, deseando escapar de la cercanía letal de Leonardo Di Napoli.—Necesito este trabajo…— dijo arrastrando las palabras al tenerlo a escasos centímetros y observa detenidamente cómo la toma del cuello sin ejercer fuerza.—Las personas débiles como tú no son dignas de estar a mi lado— sin pensarlo dos veces, le coloca la punta del arma en la mejilla derecha, haciéndola cerrar los ojos—. Los débiles me irritan, y te quiero lejos de mi vida y la de mis hijos, ¿entendiste?—Entonces mátame, hazlo— se atrevió a decir abriendo sus ojos lentamente.—¿Eso es lo que quieres?— pregunta él con arrogancia.—Sí… porque es la única manera que usted me sacará de aquí… estoy segura que su madre lo sabrá, señor Di Napoli. Yo a usted no le he hecho nada, cuando ha sido usted quien me ha atacado desde que llegué a esta casa.—Puedo desaparecerte, a ti y a tu novio de mierda.—Haga lo que usted vea conveniente, p
—¿Sofía?— la menciona Maggie, quien estaba en la sala de espera y, cansada de esperar, se puso a caminar y la encontró con Lucrecia. —¿Nos vamos?— pregunta al ver cómo Lucrecia la tiene tomada de las manos.—Sí…— responde, pasando saliva, y se suelta cuidadosamente del agarre de la madre de Antonio.—Por favor— suplica la mujer—, no olvides lo que te dije. Espero que puedas venir a casa a visitar a Antonio; le haría bien tu compañía. Ve a descansar, querida— se despide y se da la vuelta, dirigiendo sus pasos a la habitación donde está Antonio.—¿Hey, Sofía?— Maggie se acerca al verla estática.—Yo…— susurra.—¿Acaso se murió el odiota?—Maggie, por Dios… No es eso. Vamos, me siento agotada y tengo poco tiempo para descansar.—Pero tú y yo tenemos que hablar; tenemos una conversación pendiente.—Te lo diré yendo a casa, pero ya sabes que no puedes decirle a nadie; esto es confidencial....Leonardo llega a la mansión faltando 20 minutos para las 4 de la mañana. Lo primero que hace es i
A Leónardo le hierve la sangre y se marcha junto a Lucifero.—Sabes que debes cuidarte, Leónardo, no quiero ir a la prisión.—¡No quiero escucharte!—¡Tienes que hacerlo! Solo piensas con la cabeza caliente y no estás solo en este mundo, tus hijos te necesitan, maldición. Solo no te dejes llevar por la ira.—¡Al diablo toda esta mierda! Lleváme a revisar toda mi mercancía.Sube a su auto y Lucifero hace lo mismo, pero para manejar.—Eres mi jefe, te respeto y te admiro, pero también estoy aquí para ser sincero contigo y no entiendo por qué estabas golpeando a Antonio. ¿Por qué delante de la niñera?—Da igual, esa mujer no volverá a la mansión, ella no es suficiente para el papel que le corresponde.Saca un cigarrillo de su blazer.—¿La corriste?—¡Sí! ¿Cuál es el problema? Ella se lo buscó. Te dije que no era la indicada. Ahora, tema cerrado. Y maneja bien, aumenta la velocidad, manejas como una niña....—¡Joder! —Maggie encuentra a Sofía intentando despertar a Antonio—. ¿Qué carajos
—Hablemos, por favor— le suplica al verla estática.Ella lo volteó a mirar con su frente en alto y lo miró directamente a los ojos. —¡Infeliz, déjala en paz!— Maggie le lanzó una mirada asesina.—Por favor, Sofía, hablemos. Si quieres gritarme, hazlo. Estás en todo tu derecho, mi amor, pero por favor, dame 5 minutos de tu tiempo, cariño—. La tomó de la mano y Sofía se soltó de su agarre de manera disimulada mientras Leonardo estaba observando detenidamente.—No, amiga, no hables con él— pidió Maggie sin dejar de mirarlo con enojo.—¿Me arrodillo?— preguntó Antonio a Sofía. Entonces, ella recordó que su jefe estaba ahí, por lo que no quería un espectáculo.—Vamos a otro lugar— dijo Sofía, y Maggie se enojó aún más.—¿De verdad vas a ir con ese idiota después de lo que te hizo?—Maggie, baja la voz. Prometo que no tardaré. Confía en mí— pidió, y Maggie mordió su lengua para no maldecir a Antonio.Sofía y Antonio se marcharon a la parte trasera del lugar, donde había un pequeño jardín.—
Sofía se sonroja totalmente hasta las orejas. No puede creer que ese hombre le esté haciendo semejante propuesta. No logra entenderlo y, por más que quiere reaccionar, su cuerpo está estático ante semejantes palabras tan tentadoras. ¿Quién no querría estar con Leonardo Di Napoli? Incluso su mejor amiga ha hablado de él, el hombre inalcanzable de Italia. Lo ve sonreír con malicia y luego apartarse sin dejar de mirarla, dejándola sin aliento— No te hagas ilusiones — le dice volviendo a su frío temple — Mañana, puntual. Si no, estarás despedida. Se da la vuelta y se marcha, dejándola perpleja. Ella sacude la cabeza y luego mira a todos lados, está avergonzada por lo que pasó.— Eres un… ¡no te soporto, Leonardo Di Napoli! Eres igual que todos los hombres — sale de la mansión por el mismo lugar por donde él salió, solo que ya Leonardo tiene ventaja porque arrancó en su Lamborghini de manera acelerada, levantando algo de polvo y haciendo que ella achine los ojos hasta que todo vuelva a la
MANSIÓN FAMILIA ROZZI.—¡Reconquista a Sofía!— Antonio es reprendido por su padre y madre al saber el error que ha cometido su único hijo.—¿Acaso no escuchan?— vocifera —¡Ella no me quiere volver a ver! Ni modo de decirle que estaba alucinando, me vio en acción—. Suelta un suspiro de disgusto cuando siente un ardor palpable en su mejilla derecha; su madre, Lucrecia, lo ha golpeado.—¡Todo iba perfecto y la tienes comiendo de la mano!— lo reprende su madre.—¿Acaso no podías follar en otro lugar que no fuera en tu oficina?— su padre, Riccardo, está tan furioso —¡Sofía es la única mujer que aprueba tu abuelo, y si no es ella, no es ninguna! ¿Acaso quieres que toda la herencia, la empresa, pase a manos de tu primo? Siendo así, sería un fraude; tú serías una vergüenza para nosotros—. Habla con dureza.—Eso no pasará; mi primo no tomará posesión de lo que tanto he trabajado. Buscaré a Sofía— dice, mirando a su madre con resentimiento por la bofetada que le dio.—¡Espero que todo vuelva a