Horas más tarde Dante conversaba con Sophie en la tranquilidad del hogar.–Una persona diferente a la de entonces –respondió ella esbozando una sonrisa–. ¿Cómo se lo han tomado?–Bien… bueno, Ariana está enfadada con mi madre y Stefano no tan sorprendido, algo me dice que él sabía algo al respecto.Sophie lo miro y con seriedad comentó. . .–Stefano resultó ser una caja de pandora. . . No te parece?–Si realmente, mi hermano menor tiene sus habilidades, en cuanto a Anna. . .Tardará algún tiempo en superar todo, pero se le pasará y con Olliver, ten por seguro que será pronto.–Si. . .Eso espero, yo tambien. . . pronto esta situación quedará en el pasado. . . donde debe estar.–Que le dijiste a la junta. . . para mí, te apoyaré en todo lo que quieras ante el consejo de administración, Dante. Me da igual, cualquiera de los dos puede estar al frente, . . . sólo lo que tú eres el hijo de Marcello Monserrat.–¿Estás segura?–Si y en cuanto a lo nuestro. . .Tú tenías razón. Es absurdo inte
Dante y Sophie se casaron al mes de haber nacido los bebes. Dante y Sophie estaban en el jardín trasero del hostal . Dante miraba a los bebes andar por el jardín y comentó–Es nuestro aniversario de boda. . . –Sophie sonrió a su marido y el corazón le dio un vuelco cuando él iluminó su rostro con una sonrisa.Últimamente Dante sonreía mucho. Había desaparecido el hombre enigmático que se mantenía distante en el pasado. . . ahora compartían inquietudes y esperanzas. Pero por encima de todo compartían un amor que cada día era más fuerte.–El año que viene vamos a celebrar el aniversario nosotros tres solos –le dijo Dante y dirigieron su mirada hacia Paloma y Marco, la niñera estaba cerca de los niños y sus sonrisas se volvieron tiernas al ver la carita de felicidad de los pequeños. Todos adoraban a los niños, que hacía ya casi un año que habían nacido. Sophie tenía todo lo que siempre había deseado: amor y una familia propia. El nacimiento de los bebes había unido a sus familias.Se vol
Fría, distante… y la más irresistible. Esa era Sophie Hamilton Watt hija hasta ahora desconocida del archimillonario ejecutivo de las empresas Watt, recién fallecido, quien entraba como heredera. Dante Watt Romano no tenía la menor duda de que Sohie Hamilton Watt, la joven viuda de Fran Hamilthon, ahora aparecía como hija de su padre, era una implacable buscavidas. La prensa había crucificado a Sophie a quien calificaban de buscavidas y cosas peores, como «La reina de hielo», la habían llamado en muchas revistas porque jamás mostraba la menor emoción. Ni siquiera una lágrima broto de sus ojos en el entierro de su esposo, cuando apenas tenían poco tiempo de casados. Al ver en persona luego de tanto tiempo a la tan nombrada viuda Hamilton, Dante quedó asombrado no solo por su belleza, en la juventud cuando ambos salían ella era más sencilla. Había cambiado mucho. Resaltó sus atributos físicos, pero también la forma de ser, era una maquinadora e interesada mujer y ahora formaba p
No tío por ahí, no tío Luigi. –Repuso con tono fuerte Stefano Watt Gunter, hermano menor de Dante miraba con disgusto a su hermano mayor–No, no –intervino Dante Romano, mirando a su hermano con una sonrisa helada–. Deja que siga por ahí, pronto se calmará y volverá la calma.El consejo directivo se había reunido en el cuartel general de las empresas Watt en Roma y, aunque era una helada mañana, el tema de la conversación del día era caliente.–De nuevo, los artículos en la prensa sobre la vida privada del hijo menor del archimillonario Watt alteran la imagen de la familia . . .Stefano Watt Romano, el protagonista de tales artículos, estaba sentado a la derecha de la mesa de juntas, miraba a todos con desdén mientras su hermano mayor Dante observaba.Stefano, hacía lo posible para cambiar de tema y más que dispuesto a defenderse, se volvió hacia su tío.–Tal vez querrías aclarar eso, tío Luigi –le dijo, con un tono cortante como un tempano de hielo.–Estoy diciendo que somos
–¿Que has hecho qué? Sophie miró a su medio hermano con una mezcla de dudas y horror absoluta. Tuvo que sentarse. Si no lo hacía, las piernas dejarían de sostenerla. Sintió que se le empezaba a formar un dolor de cabeza y se frotó las sienes con el ligero movimiento circular que le permitieron sus temblosos dedos. Hacía un tiempo, había sido plenamente consciente de todas las indicaciones de soledad en la enorme casa en la que vivía con su fallecido esposo. En el último año, se había acostumbrado al estado de tristeza de su hogar, ya prácticamente no se daba cuenta. Había heredado la casa y ella no la quería. A parte que la familia de Fran su difunto ex esposo la odiaban y querían que la casa pasara a manos de los padres de Fran, con gusto se las daría pero había una clausula en el testamento que impedía proceder. –¿Y qué otra cosa me habrías sugerido que hiciera? –protestó Oliver. –Cualquier cosa menos eso, Ollie –susurró Sophie. –Tú eras la esposa de Fran y él era muy allega
La pantalla de su móvil se iluminó de nuevo, la insistente llamada alarmó a Dante quien trataba de controlarse un poco, aún no podía comunicarle a sus hermanos la situación–¿Por qué no nos tomamos un descanso? –sugirió–. Cuando Salió de la sala de juntas, dejando a Luigi con expresión airada, y se dirigió a su despacho. Tenía cuatro llamadas perdidas del controlador del aeropuerto muy amigo de su padre y eso no auguraba nada bueno.–¿Señor Minnelli? Soy Dante Romano.Y así, de repente, supo que todo había terminado.Donato Romano había fallecido. Dante había sabido que ese día iba a llegar y, sin embargo, la muerte repentina de su progenitor fue un golpe que lo dejó sin respiración.Miró hacia la basílica de San Pablo Extramuros y clavó los ojos en la enorme cúpula.No podía creer que su padre hubiese muerto.–¿Qué paso? –le preguntó, con voz entrecortada.–Una falla mecánica y el avión callo –le aseguró el controlador aéreo–. Todo fue muy rápido.Después de cortar la comunicación
Cenarían juntos esa noche, le había dicho el abogado a ella. Angela la ex posa de su padre no se reuniría con ellos porque, a pesar de haber conservado el apellido, ya no era parte de la familia, pero sus hijos, su hermano, su cuñada, y el tío Luigi brindarían por Donato Watt antes de enterrarlo al día siguiente. La más joven, Ariana, estaba cercana a uno de los grandes ventanales , la joven que su hermano amaba. Era una joven morena de piernas largas, tan mimada como guapa. El siguiente era Stefano, su hermano mellizo, que había llevado a Eloa, su guapísima amiga de turno una modelo famosa, Stefano era tan atractivo como Ariana. Todos los Watt Romano eran bien parecidos y arrogantes, pero el hermano mayor, Dante, se llevaba la palma. Y allí estaba, cercano en ese momento al otro ventanal. Sophie se preparó para la aparición de la última conquista de Dante, pero en lugar de una altísima modelo rubia, era Angela Romano quien estaba a su lado. Se podía ver que iba vestida de ne
Cuando sirvieron el primer plato, Dante comunico los detalles del entierro–El coche fúnebre llegará a las nueve y los demás irán detrás.–Mirando a Sophie Dante exclama–Naturalmente, tú irás en el del coche fúnebre –dijo, mirando a Sophie.–Por qué y ¿Con quién? –preguntó ella.–No trajiste auto. Imagino que habrás invitado a alguien para que te apoye tras la muerte de tu padre –después de decir eso, Dante se volvió hacia sus hermanos–. Yo iré detrás, con Stefano, Eloa y Ariana. Y Luigi, tu familia irá en el tercer coche.–¿Y dónde irá mamá? –preguntó Ariana.–Mamá esperará en la iglesia.–Pero no es justo que mamá no vaya en el coche cuando era su...– Déjalo, Ariana. No vayas por ahí . . .Ariana fue la primera en abandonar el comedor. Tirando el tenedor sobre el plato, Ariana se levantó y salió del comedor.Dante apartó la copa de vino.–La comitiva recorrerá toda la parte principal de la viña –siguió explicando–. Primero, los establos y luego daremos una vuelta por los