El eco de la discusión entre Dante y Ángela se desvanecía en la lujosa sala de estar, y un silencio cayó como un pesado manto sobre la habitación mientras Sophie absorbía la tensión palpable. Ángela, con una mirada de desdén, se volvió hacia Sophie. . . –Así que estas cazas fortunas. . . se saldrán con la suyas . . . ¿Qué te hace pensar que eres digna de estar al frente del grupo Monserrat. . . con la fachada que tú y tu madre tienen? Sophie, con determinación en sus ojos, no retrocedió. . . –No juzgues a las personas por su fachada. . . como dices, . . .Ángela. A diferencia de algunos, que con grandes fachadas han realizado grandes estafas al frente de imperios, de gobiernos, de instituciones. . .nosotras nada fuera del sentido de dignidad hemos hecho. . . no mires el exterior de las personas . . –Aunque nunca valoras a las personas que te rodean. . . Ángela. . . trata de mirar su interior no olvides la humanidad detrás de las fachadas.–Esas palabras fueron dichas por Margar
En ese nuevo día se abrían un camino en el horizonte para Dante, Sophie y el resto de la familia. Habría una junta para designar a Dante Watt Romano como presidente General del grupo Monserrat, mientras Sophie ocuparía la vicepresidencia, luego del reposo respectivo por el parto del nuevo miembro de la familia que vendría al mundo al otro día. Dante ya terminaba de desayunar y conversaba con Sophie–Gracias, cariño por todo.–De nada. . .,¿Me llamarás para decirme cómo ha ido todo en la reunión?–Lo haré –le prometió él, haciendo una mueca al pensar en la mañana que lo esperaba.Luego con un beso se despidieron. Después de ducharse, Sophie sacó el vestido regalo de Anna de la bolsa y torció el gesto al ver que era un vestido muy parecido al que había llevado el día que Dante y ella estuvieron juntos y ella quedo embarazada. Sintió un poco de dudas, debería salir corriendo, pensó, pero sabía que no iba a hacerlo. Recordó las palabras de Ángela. . .–Ha merecido la pena. . . toda esta
Horas más tarde Dante conversaba con Sophie en la tranquilidad del hogar.–Una persona diferente a la de entonces –respondió ella esbozando una sonrisa–. ¿Cómo se lo han tomado?–Bien… bueno, Ariana está enfadada con mi madre y Stefano no tan sorprendido, algo me dice que él sabía algo al respecto.Sophie lo miro y con seriedad comentó. . .–Stefano resultó ser una caja de pandora. . . No te parece?–Si realmente, mi hermano menor tiene sus habilidades, en cuanto a Anna. . .Tardará algún tiempo en superar todo, pero se le pasará y con Olliver, ten por seguro que será pronto.–Si. . .Eso espero, yo tambien. . . pronto esta situación quedará en el pasado. . . donde debe estar.–Que le dijiste a la junta. . . para mí, te apoyaré en todo lo que quieras ante el consejo de administración, Dante. Me da igual, cualquiera de los dos puede estar al frente, . . . sólo lo que tú eres el hijo de Marcello Monserrat.–¿Estás segura?–Si y en cuanto a lo nuestro. . .Tú tenías razón. Es absurdo inte
Dante y Sophie se casaron al mes de haber nacido los bebes. Dante y Sophie estaban en el jardín trasero del hostal . Dante miraba a los bebes andar por el jardín y comentó–Es nuestro aniversario de boda. . . –Sophie sonrió a su marido y el corazón le dio un vuelco cuando él iluminó su rostro con una sonrisa.Últimamente Dante sonreía mucho. Había desaparecido el hombre enigmático que se mantenía distante en el pasado. . . ahora compartían inquietudes y esperanzas. Pero por encima de todo compartían un amor que cada día era más fuerte.–El año que viene vamos a celebrar el aniversario nosotros tres solos –le dijo Dante y dirigieron su mirada hacia Paloma y Marco, la niñera estaba cerca de los niños y sus sonrisas se volvieron tiernas al ver la carita de felicidad de los pequeños. Todos adoraban a los niños, que hacía ya casi un año que habían nacido. Sophie tenía todo lo que siempre había deseado: amor y una familia propia. El nacimiento de los bebes había unido a sus familias.Se vol
Fría, distante… y la más irresistible. Esa era Sophie Hamilton Watt hija hasta ahora desconocida del archimillonario ejecutivo de las empresas Watt, recién fallecido, quien entraba como heredera. Dante Watt Romano no tenía la menor duda de que Sohie Hamilton Watt, la joven viuda de Fran Hamilthon, ahora aparecía como hija de su padre, era una implacable buscavidas. La prensa había crucificado a Sophie a quien calificaban de buscavidas y cosas peores, como «La reina de hielo», la habían llamado en muchas revistas porque jamás mostraba la menor emoción. Ni siquiera una lágrima broto de sus ojos en el entierro de su esposo, cuando apenas tenían poco tiempo de casados. Al ver en persona luego de tanto tiempo a la tan nombrada viuda Hamilton, Dante quedó asombrado no solo por su belleza, en la juventud cuando ambos salían ella era más sencilla. Había cambiado mucho. Resaltó sus atributos físicos, pero también la forma de ser, era una maquinadora e interesada mujer y ahora formaba p
No tío por ahí, no tío Luigi. –Repuso con tono fuerte Stefano Watt Gunter, hermano menor de Dante miraba con disgusto a su hermano mayor–No, no –intervino Dante Romano, mirando a su hermano con una sonrisa helada–. Deja que siga por ahí, pronto se calmará y volverá la calma.El consejo directivo se había reunido en el cuartel general de las empresas Watt en Roma y, aunque era una helada mañana, el tema de la conversación del día era caliente.–De nuevo, los artículos en la prensa sobre la vida privada del hijo menor del archimillonario Watt alteran la imagen de la familia . . .Stefano Watt Romano, el protagonista de tales artículos, estaba sentado a la derecha de la mesa de juntas, miraba a todos con desdén mientras su hermano mayor Dante observaba.Stefano, hacía lo posible para cambiar de tema y más que dispuesto a defenderse, se volvió hacia su tío.–Tal vez querrías aclarar eso, tío Luigi –le dijo, con un tono cortante como un tempano de hielo.–Estoy diciendo que somos
–¿Que has hecho qué? Sophie miró a su medio hermano con una mezcla de dudas y horror absoluta. Tuvo que sentarse. Si no lo hacía, las piernas dejarían de sostenerla. Sintió que se le empezaba a formar un dolor de cabeza y se frotó las sienes con el ligero movimiento circular que le permitieron sus temblosos dedos. Hacía un tiempo, había sido plenamente consciente de todas las indicaciones de soledad en la enorme casa en la que vivía con su fallecido esposo. En el último año, se había acostumbrado al estado de tristeza de su hogar, ya prácticamente no se daba cuenta. Había heredado la casa y ella no la quería. A parte que la familia de Fran su difunto ex esposo la odiaban y querían que la casa pasara a manos de los padres de Fran, con gusto se las daría pero había una clausula en el testamento que impedía proceder. –¿Y qué otra cosa me habrías sugerido que hiciera? –protestó Oliver. –Cualquier cosa menos eso, Ollie –susurró Sophie. –Tú eras la esposa de Fran y él era muy allega
La pantalla de su móvil se iluminó de nuevo, la insistente llamada alarmó a Dante quien trataba de controlarse un poco, aún no podía comunicarle a sus hermanos la situación–¿Por qué no nos tomamos un descanso? –sugirió–. Cuando Salió de la sala de juntas, dejando a Luigi con expresión airada, y se dirigió a su despacho. Tenía cuatro llamadas perdidas del controlador del aeropuerto muy amigo de su padre y eso no auguraba nada bueno.–¿Señor Minnelli? Soy Dante Romano.Y así, de repente, supo que todo había terminado.Donato Romano había fallecido. Dante había sabido que ese día iba a llegar y, sin embargo, la muerte repentina de su progenitor fue un golpe que lo dejó sin respiración.Miró hacia la basílica de San Pablo Extramuros y clavó los ojos en la enorme cúpula.No podía creer que su padre hubiese muerto.–¿Qué paso? –le preguntó, con voz entrecortada.–Una falla mecánica y el avión callo –le aseguró el controlador aéreo–. Todo fue muy rápido.Después de cortar la comunicación