3*-ACONTECIMIENTOS

La pantalla de su móvil se iluminó de nuevo, la insistente llamada  alarmó a Dante quien trataba de controlarse un poco, aún no podía comunicarle a sus hermanos la situación

–¿Por qué no nos tomamos un descanso? –sugirió–. Cuando Salió de la sala de juntas, dejando a Luigi con expresión airada, y se dirigió a su despacho. Tenía cuatro llamadas perdidas del controlador del aeropuerto muy amigo  de su padre y eso no auguraba nada bueno.

–¿Señor Minnelli? Soy Dante Romano.

Y así, de repente, supo que todo había terminado.

Donato Romano había fallecido. Dante había sabido que ese día iba a llegar y, sin embargo, la muerte repentina de su progenitor  fue un golpe que lo dejó sin respiración.

Miró hacia la basílica de San Pablo Extramuros y clavó los ojos en la enorme cúpula.

No podía creer que su padre hubiese muerto.

–¿Qué paso? –le preguntó, con voz entrecortada.

–Una falla mecánica y el avión callo –le aseguró el controlador aéreo–. Todo fue muy rápido.

Después de cortar la comunicación, Dante se quedó inmóvil un momento, pensativo. Deberá confirmar el funeral de su padre. A pesar que él había planeado su propio funeral con sumo cuidado  el mismo  que había puesto en su primer viñedo para convertirlo en el enorme imperio que era ahora.

Sí, a pesar de sus diferencias, Dante lo echaría mucho de menos.

–Sireh –murmuró, pulsando el intercomunicador– ¿puedes pedirle a Stefano y Ariana que vengan a mi despacho, por favor?

–Sí, claro.

–Y a Luigi.

Los mellizos tenían veinticinco años y Dante treinta y un año, los hermanos se enfrentaba a la noticia del fallecimiento de su padre.. Stefano era un chico reservado y guardó silencio mientras les daba la triste noticia.

Ariana, la niña mimada de su padre, lloró con verdadera angustia y Luigi enterró la cara entre las manos, sorprendido por la muerte de su hermano mayor.

–Tenemos que decírselo a mamá –dijo Dante entonces.

Era inapropiado, pensó mientras volvían a la sala de juntas, que el consejo de administración supiera lo que había pasado antes que su propia madre, pero debían haber oído llorar a Ariana porque sus expresiones eran solemnes. Evidentemente, se habían enterado de la noticia. Donato había sido un jefe severo, pero también respetado y querido por todos.

–La noticia no debe salir de esta habitación –les advirtió con tono grave–.

–Haré un anuncio oficial más tarde, porque antes debó darle la noticia a nuestra madre. La reunión queda aplazada pasado el funeral de papa.

–Pobre mamá –dijo Ariana, sollozando mientras subían al ascensor–.Será un golpe terrible para ella.

–Mamá es fuerte. –Exclamó Dante  . . .

Todo lo que vino después se desarrolló con rapidez. Robert, el abogado , estaba con él.

–Dante . . . tu padre dejo todo arreglado como te dije antes. . . y debo informarte que hay otra heredera en el testamento de tu padre y ya se le notificó . . .

–No te entiendo . . . ¡otra heredera! . . . ¿Quién?

El abogado con serenidad comento  . . . –Sophie Hamilton, era hija de tu padre . . .

–¿Qué? . . . La viuda Hamilton es mi hermana . . .

–Si. . . Dante. Tu padre le dio su apellido desde que nació . . .

–Mi madre . . .

–Ella lo sabe . . .

Habían pasado apenas unas horas desde la muerte de su padre cuando su abogado le informa que Sophie Hamilthon entraba entre los herederos por ser  una Watt, ya que era hija de Donato Watt.

Dante no quería saber nada de Sophie. Ella era irrelevante y pronto desaparecería de sus vidas. Su padre había muerto solo con el copiloto y el capitán de la nave en aquel accidente sin Angela, su leal esposa durante tres décadas.

–¿Ha llamado a mi madre?

–No, aún no. La signora Watt . . .

Robert mirando a Dante le comunico la importancia de conversar con todos antes que llegará a las oficinas la viuda Hamilton

–Cómo que ella es hija de papa. –Eran las palabras de Ariana quien no comprendía porque no se lo habían dicho con anterioridad–Si papa no fallece, no nos habríamos enterado? Se giro y miro a su mama

–Tu no sabías nada, mama?  –Preguntó Ariana a Angela que venía entrando a la oficina del abogado de la familia

–Hija no es el momento, no me siento bien con esta situación.

–Que situación? ¡La muerte de papa,  o  que la viuda Hamilton es ahora de la familia, mama.

–¡Ya basta!. Con discusiones no hacemos nada hay que tomar las cosas con calma y esperar como se presenta los acontecimientos –Fueron las palabras definitivas de Dante mirando a todos con calma, buscando calmar los ánimos de la familia

–Ya va para allá la señora Hamilton –.Acaba de informar el vigilante por el intercomunicador.

Dante nunca había sido proclive a sentirse nervioso, pero, en aquellos momentos, debía confesar una ligera tensión en el pecho ante la perspectiva de volver a estar cerca de ella, luego de tantos años.

Sonrió y apartó la silla de la mesa. Entonces, entrelazó los dedos y pensó en cómo se iba a conducir aquella reunión.

Por supuesto, sabía perfectamente lo que quería. Eso le sorprendió porque había creído sinceramente que había olvidado aquella desgraciada porción de su pasado. Aparentemente, no

había sido así. La deseaba a ella, lo confirmó tiempo atrás cuando coincidieron en un acto y allí se la presentaron como la viuda Fran Hamilton.

Sophie era el único asunto inacabado de su vida y no se había dado cuenta de lo mucho que aquello le fastidiaba hasta que se le presentó en bandeja de plata la oportunidad de darle carpetazo. Nunca se había acostado con ella en el corto lapso de tiempo que salieron juntos cuando eran  jóvenes y estudiaban en la universidad.

En aquellos momentos, era inmune al dolor porque era mayor y tenía más experiencia. Sabía lo que quería y lo conseguía. Ella ansiaba la seguridad financiera que era inmune a todo posible cambio. Eso era lo único que le importaba.

Las mujeres eran una vía de escape necesaria y él gozaba con ellas, pero no interferían en absoluto con su ambición. Si hubiera tenido aquel nivel de control cuando conoció a Sophie, tal vez no se hubiera enamorado de ella. Sin embargo, ya no servía de nada llorar por el agua derramada. No se podía cambiar el pasado, pero eso no significaba que no pudiera haber venganza...

Sintió su presencia antes de que ella llamara a la puerta. El  recordó como en el pasado ella le había ido dando largas a la relación entre ellos, tal vez porque le gustaba ver cómo sus amigas suspiraban de envidia por el hecho de que ella hubiera conseguido atraer la atención de un chico. ¿Acaso no decían eso de las niñas ricas y mimadas, que siempre se sentían atraídas por el lado oscuro porque les proporcionaba una emoción ilícita?

Dante apretó los labios al recodar lo ocurrido durante su breve relación.

Recordó el modo en el que ella había jugado con él, utilizando una mezcla de inocencia y malicia con una sensual tentación. Le había permitido que la tocara, pero más nada. Dante se había visto limitado a los entremeses cuando lo que él quería era devorar todo el banquete, incluso el postre.

Había llegado al punto de desear pedirle que se casara con él. Apretó los dientes al recordar lo estúpido que había sido en esa época por su juventud e inexperiencia.

Sophie esperaba que la recogieran en su residencia a las afuera de la ciudad. La residencia de los Watt Romano estaba a las afueras de Luctano, en las fértiles colinas de la Toscana, rodeada de interminables viñedos. El nuevo propietario de esos viñedos, y de la casa, sería revelado al día siguiente, después del funeral. Y no sería ella, pues su padre no era tan allegado a ella. El solo cumplía con las obligaciones contraídas en el contrato firmado por él para su manutención hasta la mayoría de edad, si algo le llamo la atención a Sophie  fue por qué le pago la universidad.

Echaría de menos los maravillosos  días que había pasado en Villa Antigua, donde dentro de escasos minutos se reuniría con sus hermanos. La casa de campo fue de los padres de su padre y su padre la heredo; sitio que ella visitaba de vez en cuando, cuando la familia no se presentaba en las vacaciones. Habían unos caballos que ella ayudaba a cuidar durante esos días, así que extrañaría los paseos a caballo y el tiempo que pasaba frente al lago o paseando por la finca, intentando ordenar sus pensamientos. Y echaría de menos el confort de su pequeña cabaña, que había sido su refugio durante esos años.

Era una cabaña preciosa, con paredes forradas de seda y exquisitos muebles. Le encantaba tumbarse frente a la chimenea del salón por las noches para leer un buen libro y el dormitorio, con su cama con dosel, era a la vez femenino y acogedor.

Aquel había sido su refugio durante los últimos años cuando venía de vacaciones y, aunque de verdad no quería la propiedad, le dolería dejar atrás todo aquello. Su padre sería enterrado al día siguiente en el cementerio de la finca y ella se iría esa misma noche.

Pudo ver  varios coches cuando bajaban por la colina hacia la residencia y tomó aire, intentando armarse de valor. No había visto a ningún miembro de la familia Watt Romano en mucho tiempo,

Ellos no sabían de su existencia, pero ella si los había visto en las revistas o coincidían a veces en algún lugar.

¿Qué le dirán? Cuando ella llegue. ¿Qué habrán dicho o pensado al enterarse que ella era hija de Donato Watt?

Sophie solo pensaba eso en su mente una y mil veces sin lograr nada. Había llegado la hora de la verdad y eso la incomodaba, tenía que controlarse porque allí estaría él, con su odio o su indiferencia hacia ella.

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