327. CONTINUACIÓN

Mientras Ariel habla, la ayuda a ponerse la bata. Salen del baño despacio y avanzan hasta la mesa donde los espera el desayuno. Camelia lo mira todavía escéptica. Él le sirve la comida y se sienta frente a ella, que muerde sin muchas ganas una tostada con mermelada.

—Cami, sé que no me crees, pero puedo pedirle a Félix que te muestre todas las fotos que él y Oliver me tomaron. Las guardaron como evidencia por si algún día me decidía a denunciar a Mailen —explicó Ariel con seriedad al notar la incredulidad de su esposa—. Ella es una mujer enferma, muy enferma. Disfruta con el dolor de los demás, se excita con eso.

—¿Cómo puede alguien excitarse con el dolor ajeno? —preguntó Camelia mientras se acomodaba en la silla.

Ariel le sirvió unas tostadas recién untadas con queso y mermelada, como a ella le gustaban. Camelia no las
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