319. INCERTIDUMBRES Y MIEDOS

Marlon se quedó observando a su pequeño hijo con incredulidad, mientras un miedo creciente le oprimía el pecho. Lo miró en silencio durante varios segundos, su mente trabajando a toda velocidad. ¿Sería verdad o alguien estaba tratando de aprovecharse de su desgracia?

—¿Qué más te dijo ese niño y cuántos años tiene? —preguntó con fingida naturalidad. Para su edad, el pequeño era muy inteligente.

—Es grande, papá —respondió el pequeño, levantando la mano como si quisiera mostrar la altura—. Le dije que no era verdad, que mis hermanos vivían conmigo, y me respondió que si no lo creía, que viera la foto que te mandó. Papá, dijo que tú eres el único que puede salvarlos.

Se calló de golpe, mirando asustado a su padre. Él les tenía terminantemente prohibido hablar con extraños. El niño lo observaba con ansiedad.

—Papá, ¿estoy castigado? —preguntó el pequeño, asustado.

Marlon no respondió. Su mirada seguía fija en su hijo, que en verdad se le parecía mucho. Estaba realmente preocupa
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