320. UNA EMERGENCIA

Ariel se despierta al sentir la mano de Camelia acariciando su rostro. Al abrir los ojos, se encuentra con los de ella, que parecen vacíos. No dice nada, se queda quieto, dejando que ella haga lo que quiera. Le parece que está allí y a la vez ausente. Permanece inmóvil, temeroso de cómo ella pueda reaccionar.

—Me duele... —balbucea Camelia—. Me duele mucho allá abajo.

Fue entonces cuando Ariel levanta la mano y toca la frente de su esposa. Está ardiendo, la temperatura es demasiado elevada. Salta de la cama y corre a llamar a su amigo Félix. Le explica la situación y este le dice que enviará a la ginecóloga, pues él no puede hacer nada.

—Lo siento, mi amigo, pero tengo que informarle todo a nuestro suegro para que envíe el helicóptero. ¿Se movieron de lugar o están donde mismo? —pregunta, haciendo que Ariel corra a mirar por la ventanilla.

—Estamos detenidos. Le preguntaré al capitán y te envío las coordenadas. Hay que ordenar el regreso —dice mientras corre a abrir la puerta,
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