EL DETECTIVE SEDUCIDO

EL DETECTIVE SEDUCIDOES

Romántica
Demian Faust  Completo
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10
1 Reseña
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Resumen
Índice

David Cortés es uno de los más destacadores investigadores policiales, pero el caso de homicido del Padre Gustavo es desconcertante. Sin querer, se hundirá en una intrincada trama de intriga, erotismo, pasión, , deseos ocultos y el amor prohibido de una joven.

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Johana Grettel
Muy buena.
2021-06-14 12:03:46
1
12 chapters
I
Miré, y he aquí un caballo pálido, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Infierno le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierraApocalipsis; cap. 6 ver. 8.  La muerte del Padre Gustavo fue particularmente inusual y extravagante. Su cuerpo, horriblemente mutilado, fue encontrado por uno de los monaguillos de la parroquia en que éste se desempeñaba como cura, enterrado en un agujero en el suelo cubierto de hielo hasta el cuello. Su cabeza había sido golpeada por el pomo cilíndrico de una balanza la cual fue dejada a un lado del cuerpo y todavía tenía sangre en el metal. Este fue probablemente el primer golpe que se usó para despojarlo del sentido. Luego se encontraron cuatro flechas clavadas en su carne, una serie de cortes por pa
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II
  —Estuvo buena la fiesta de Halloween de la oficina de anoche, ¿verdad? —le dije a Córdoba en el asiento del conductor mientras nos dirigíamos a nuestro destino. —Decís eso porque te ligaste a la chavala con el disfraz de enfermera sexy. —Ah si, la secretaria del jefe. Que linda que estaba… ¿Cómo se llama? —Para alguien tan promiscuo como vos que se ha metido con medio Poder Judicial, no creo que podás tener más problemas ya. ¡En fin! Me gustó tu disfraz de Sherlock Holmes. —Gracias. A mi me encantó tu traje de Gatúbela. —Gracias. Nuestra primera parada en el proceso indagatorio de las antiguas víctimas del Padre Gustavo fue el Night Club Venus ubicado en el área de casinos, bares y otros clubes similares en el San Jo
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III
Claudia pretendía ahogar el dolor en fiestas y salidas, pero pronto las compañías se volvieron antipáticas y las conversaciones cansinas. Buscando nuevos estímulos con los cuales ocultar su lacerante dolor, recurrió a los tóxicos y el alcohol. Bajo el efecto de varias bebidas y dos rayas de cocaína, Claudia observaba a las personas que bailaban en la fiesta rave con movimientos frenéticos estimulados por repetitiva música electrónica y luces intermitentes. Sus amigas estaban cerca pero su murmullo se escuchaba distante como un eco del pasado. Observó a una bella muchacha, seguro igual de joven que ella, bailando suntuosamente con algún tipo estúpido. Contorsionando su espalda lo que destacaba sus abundantes pechos, y ladeando las firmes caderas cubiertas por una tallada minifalda. "¿Con cuántas mujeres habré estado?" se preguntó "¿
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IV
Dos semanas habían pasado desde que Claudia había participado de la fiesta rave y probado por primera vez el éxtasis, pero le había dado continuidad a esa y otras drogas (primordialmente la coca) desde esa fecha. Atormentada por los recuerdos del pasado debía acallar los gritos de su niñez con el químico estupor y no importaba si no contaba con dinero suficiente para comprarlo como comprobó el barman mientras ella le proporcionaba sexo oral en el baño de mujeres. De todas formas, no era la primera vez… Al finalizar el acto, el complacido cantinero entregó las preciadas tabletas a la muchacha quien se limpiaba la boca sonriente y recibió los narcóticos complacida casi como una niña recibiendo caramelos —al fin y al cabo, era como una niña en muchos sentidos— y regresó a la fiesta. Óscar la interceptó en la barra.
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V
Córdoba y yo nos dispusimos a darle un seguimiento a Tatiana Pérez, la bailarina, en parte porque de momento aparentaba ser la sospechosa más potencial y porque no habíamos logrado encontrar aún la dirección de Natalia Valverde. Así que la misma noche en que una joven adolescente era iniciada dentro de un culto satánico mediante un encuentro orgiástico inaugurado por el sacerdote, observamos desde nuestro vehículo encubierto la salida de la hermosa meretriz del burdel donde trabajaba. Abordó uno de los numerosos taxis que esperaban a la salida del local el cual arrancó de inmediato, y tras él nosotros. —¿Crees que vaya a ver a su novio mafioso importado de República Dominicana? —me preguntó Córdoba. —A lo mejor. Al fin y al cabo está saliendo de trabajar y debe estar cansada. A donde quiera que vaya es
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VI
—El caso en que estamos trabajando —le decía Córdoba a su antiguo compañero Christian Baltasar mientras ambos se encontraban tomando café en la soda del Poder Judicial— es rarísimo. Muy complejo e intrincado. Como una telaraña. —Siempre hay casos que no se logran resolver —dijo Baltasar echándole el contenido azucarado de las bolsitas de papel y removiéndolo dentro del café con una pajilla. —Estoy segura que Cortés logrará resolverlo. No sé como lo hace, pero el tipo es un genio. Tiene una agudeza intelectual increíble. —Baltasar dejó de lado su café como si el comentario de Córdoba le hubiera provocado náuseas. —¿Por qué tenés que elogiar tanto a ese hijueputa idiota? —¿Por qué odiás tanto a Cortés? No es mala pe
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VII
 Tatiana Pérez fumaba un cigarro en el aposento donde normalmente dormía Eddy el Dominicano que estaría por regresar pronto. Pensaba en las diferentes vueltas que había dado su infortunada vida. El vehículo del mafioso se parqueó frente a la bella casona de tres pisos, y de él emergieron sus compinches —todos tipos de aspecto amenazante, rudos y grotescos— y el malencarado propietario que se introdujo a la vivienda sin demora. Abrió la puerta del cuarto de una patada. Tatiana se levantó de la cama y se detuvo frente a él, aterrada. —¿Q… que pasó? —preguntó tartamudeando por el pánico. El dominicano no medió palabra, sencillamente le propinó un manotazo en la cara, luego un puñetazo en el estómago. Tatiana se quedó sin aire, y el dolor en el rostro y el abdomen se vo
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VIII
¡Claudia Sarmiento! Recuerdo su figura encima de mí estampándome licorosos besos en mi boca. Su lengua chupeteando mi garganta, y mis manos acariciando su espalda, glúteos y piernas firmes y bien formadas. Me encontraba desnudo también, en alguna oscura habitación iluminada por rojos cirios, y con la muchacha encima de mí besándome el cuello, el torso, el abdomen y finalmente, el miembro, hasta sumirme en un placer enloquecedor… Dejó el estímulo oral que me proporcionaba sentándose de cuclillas y sonriendo me llamó con su dedo índice, luego se colocó a gatas mostrándome su hermoso trasero y su pubis listo, y la penetré con entusiasta frenesí. —¡Esto es lo que querías! ¿Verdad? —me decía la voz de Natalia Valverde desde un rincón del penumbroso cuarto como una imag
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IX
Desperté en la madrugada con el cuerpo desnudo de Zoia al lado. Zoia era una mujer rumana un poco mayor que yo. Era bastante flaca pero tenía un bonito cuerpo, un tatuaje de un dragón en la espalda y el cabello muy rubio y totalmente lacio. Fumadora compulsiva, se devoraba dos cajetillas al día lo que la hacía expedir ese aroma a cigarro impregnado en su piel y su cabello tan chocante para los que no fumamos. Era una mujer atractiva y exótica de gran cultura e inteligencia, aunque nunca habíamos conversado gran cosa. Zoia no podía ser considerada ni siquiera mi amiga. Sabía algunos detalles de su vida, y ella de los míos, pero lo esencial. Ni recuerdo como nos conocimos, pero si que tuvimos sexo el primer día que nos vimos tras encontrarnos en un bar josefino, y desde entonces teníamos sexo casual —con intervalos de meses— cuando alguno de los dos estaba urgido.<
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X
Claudia se levantó a desayunar. En la mesa de la cocina estaba su madre, su padrastro y su medio hermano de diez años. Se sirvió la comida y se sentó a la mesa. —¡Que bueno que la veo, Señorita! —dijo sarcásticamente la madre. —¡Que milagro que se digna a desayunar con nosotros! Pensé que anoche se iría de fiesta como siempre. —Mami, no empiece a joder, estoy tranquila aquí y nada más quiero desayunar en paz… —¡Es que usted no me hace caso! Le he pedido que se componga, que deje de oír esa música diabólica y que deje esa mala vida… —¡Uy ya estoy harta! —explotó Claudia abruptamente y se levantó encarando a su madre, y luego con dedo acusador dijo: —¡Usted sabe muy bien porque hago lo que hago! ¡Y porque odio estar en es
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