VII

 Tatiana Pérez fumaba un cigarro en el aposento donde normalmente dormía Eddy el Dominicano que estaría por regresar pronto. Pensaba en las diferentes vueltas que había dado su infortunada vida.

 El vehículo del mafioso se parqueó frente a la bella casona de tres pisos, y de él emergieron sus compinches —todos tipos de aspecto amenazante, rudos y grotescos— y el malencarado propietario que se introdujo a la vivienda sin demora.

 Abrió la puerta del cuarto de una patada. Tatiana se levantó de la cama y se detuvo frente a él, aterrada.

 —¿Q… que pasó? —preguntó tartamudeando por el pánico. El dominicano no medió palabra, sencillamente le propinó un manotazo en la cara, luego un puñetazo en el estómago.

 Tatiana se quedó sin aire, y el dolor en el rostro y el abdomen se vo

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