Griselda estaba herida, un poco mejor y ya sanando de los golpes pero eso le importaba poco. Ella quería saber de su hijo. — Cariño, no te alegres, el bebé sigue con nosotros, no se ha ido, es fuerte y a pesar del golpe se quedó con nosotros. — El CEO tocaba las mejillas de su esposa y la confortaba. — ¿Me estás diciendo la verdad, Ismael? No juegues con algo tan serio... — Nunca te he mentido en nada, Griselda, No suelo mentir... nunca. Sigues embarazada, ahora tenemos que cuidarte diligentemente, yo... Siento mucho no haberte cuidado como debía. Mi descuido casi te cuesta la vida. ¡Sabía que esa desquiciada había tenido que ver con tu accidente, pero no se va a quedar así! — Grace quiso matarme, Ismael. No le importó que esté embarazada, ella no tiene corazón. — Griss comenzó a llorar desgarradoramente, sabía que su hermana no le tenía mucho cariño pero nunca la creyó capaz de intentar asesinarla. El CEO se sentó en la cama y la abrazó a su pecho. A su esposa le dolía de
Las palabras de Sergey eran música para sus oídos. Quería salir del hospital más que nada pese a que estaba delicado. — No lo sé, me parece que todavía no se encuentra del todo bien. Quizás debería permanecer más tiempo en el hospital. — ¿Que? ¡No, no es necesario, podemos contestar un enfermero y un doctor de cabecera que me revise todos los días! Isabella, ya no quiero estar más aquí, quiero ir a casa con los niños. Al equipo de médicos les extrañó ver qué el frío CEO mostrará vulnerabilidad. El por lo general era callado y distante, solo hablaba para preguntar algo sobre su salud y ya no se dirigía hacia ellos más. — Sergey, ¿Estás seguro que ya te sientes con las suficientes fuerzas para volver a casa? No quisiera que tuvieras una recaída y que tuviéramos que lamentar el haberte llevado antes de tiempo. — Estoy completamente seguro. Asignenme uno de los mejores doctores y hagan el papeleo para marcharme de aquí. — Está bien, le aplicaremos medicamento fuerte para do
Ese mismo día Sergey era llevado por la bella chef a su villa. En el camino aunque iba despacio cuidado que el CEO no sintiera tantas molestias. hubo ocasiones en las que tuvo que frenar de golpe por algún auto que se atravesaba. Sergey mal miró a su mujercita bastante dolorido. — Tu... ¿Lo estás disfrutando cierto? Me estás cobrando algo y por eso conduces como competidor de la fórmula F1, ¿Cierto? — Claro que no Sergey, estoy tratando de hacer esto lo mejor posible. Pero ya veo que no está funcionando, ¿Te duele mucho? — Isabella hizo una cara graciosa mientras preguntaba. — Noooo, solo siento que se me van a salir los intestinos. — El ruso hacia una expresión de dolor. — Dios, pero que exagerado hombre tengo aquí. Dijiste que querías venir como un valiente ruso. De haber aceptado venir en la ambulancia habrías estado más cómodo y sin tanto dolor. — ¡Jamás...! No les dijiste nada a los chicos, ¿Cierto? Quiero que sea una sorpresa. Me han estado llamando para decirme q
Muy, pero muy en contra de su voluntad, el CEO Ivanov no tuvo más remedio que dejarse cargar por los fuertes guardaespaldas, el iba inmóvil mientras tanto, no iba a tocarlos para nada. Los trillizos veían a su padre ser alzado y llevado por las escaleras. No lo perdían de vista con sus grandes ojos azules. Isabella iba justo detrás de ellos, la mujer trataba de calmar al enfadado hombre. — Ves que no es tan malo que te carguen a la habitación, ¿Eh? A veces tienes que dejar que otros te den una mano. — Isabella, nunca jamás vayas a contar esto. Debes guardarme el secreto.... ¡Tú, me bajas apenas subamos las escaleras! — Si señor. — Respondió el guardaespaldas. — ¡Wowww... Mario es muy fuerte, él puede cargar a papá! — Alexandro estaba sorprendido. El CEO dió una mala mirada al hombre por qué su hijo lo eligió. — No, no es así Alexandrito. El jefe es más fuerte que todos nosotros juntos. — Aaahhh, si, eso es verdad. Al CEO lo acomodaron en la cama, Isabella le
Ismael no aceptaba la idea de que su esposa tuviera un enfermero personal. Ella era tan bella que la sola idea lo ponía muy celoso. (...) En una mansión a las afueras de la ciudad, un apuesto hombre de maldad desmedida le advertía a Fiorela que se tenía que hacer lo que él decía. — Vas a acatar mis órdenes aunque no quieras Fiorela, tú familia te ha vendido a mi para pagar su gran deuda conmigo. No tienes escapatoria, si se te ocurre la brillante idea de huir los mataré a todos comenzando por esa hermanita tuya. Así que si fuera tú no me provocaba, querida. La hermosa Fiorela había sido utilizada como moneda de cambio por su padre y por su hermano. No les había importado que ella tuviera una vida, estudiaba una carrera y tenía de novio a un compañero con el que tenía muchas cosas en común. Pero la ambición del CEO Casareal, no tenía límites. — Te he dicho que yo no soy una moneda de cambio, no soy parte del contrato que has hecho con mi padre. Déjame ir Prieto. Yo no soy
Si bien era cierto que cien millones de dólares era muchísimo dinero. Lo que menos le hacía falta a Adriano era dinero. El era millonario de nacimiento y pertenecía a la nobleza. La cifra no lo movía ni un poco, pero la fotografía del hijo del hombre si. — Supongo que para que me este ofreciendo ese pago el delito debe ser bastante grave, ¿O me equivoco? — No, no se equivoca, pero preferiría que tratáramos los pormenores en la seguridad de mi despacho. Los Ribak siempre actuamos con discreción y extremo hermetismo. — Entonces.... ¿Quiere que lo acompañe a su mansión para hablar de lo que hay que defender? — Así es. ¿En su coche o en el mío? Usted decide en cuál quiere ir. Adriano se puso de pie y abotonó su saco. Su presencia era imponente. Era un hombre con mucha clase, sofisticado y con una preparación académica impresionante. Ambos coches costosos e impresionantes se estacionaron a la puerta de una gran mansión. Se dirigieron al despacho donde el mafioso Pietro ya l
El abogado sabía perfectamente que llevarse a esa chica sería echarse de enemigo a esos sanguinarios mafiosos. El no acostumbraba a comprarse esos problemas. La jóven tenía un lindo vestido tradicional de su cultura pero moderno. Sus maquillados ojos seguían siendo los más hermosos que el hombre hubiese visto en su vida. Su color de piel era blanco, y sus rosados labios carnosos. El coche estaba avanzando despacio. La jovén oriental pensó que el abogado la iba a devolver. Su mirada se tornó llena de angustia y desesperación. — Está bien, no te conozco ni tú me conoces a mí, no tienes por qué ayudarme y meterte en problemas que podrían llevarte a la muerte. Además si me escapo mi hermanita correría peligro de muerte. Los Ribak irían por ella para vengarse de mi. Ella solamente tiene diecisiete años. Regresarme a la mansión, no te preocupes por nada, diré que yo soy la culpable al querer escapar. — Te harían daño si haces eso. — No me importa, haré lo que sea necesario para
El abogado llegó a su villa y bajó de su coche al mismo tiempo que veía bajar a Fiorela, ella no le dió tiempo ni de abrirle la puerta. La mansión De Luca era enorme y elegante. La jovén oriental seguía al hombre de traje hacia dentro de la villa. Por todas partes donde miraras había costosos cuadros y obras de arte compradas en subastas por miles o millones de dólares. — Vaya... Tú casa es... muy hermosa, ¿Vives con tus padres? — Preguntaba la ingenua chica. — Ya tengo veintisiete años, ¿Quién vive con sus padres a esa edad? Por supuesto que vivo solo. — ¡¿Solo?! — Si, solo, ¿Qué es lo que te sorprende tanto? ¿Piensas que me voy a aprovechar de ti y que te voy a hacer mía? Si es eso estás pensando de más. No voy a tocarte, no te pienses tan irresistible. — ¡Uuuuy... Tarado ordinario! ¡No me estoy creyendo nada, simplemente creo que no es apropiado que una señorita este con un hombre en una casa donde no hay nadie más! ¡Pero que engreído que eres! — Fiorela le aclaraba