Muy, pero muy en contra de su voluntad, el CEO Ivanov no tuvo más remedio que dejarse cargar por los fuertes guardaespaldas, el iba inmóvil mientras tanto, no iba a tocarlos para nada. Los trillizos veían a su padre ser alzado y llevado por las escaleras. No lo perdían de vista con sus grandes ojos azules. Isabella iba justo detrás de ellos, la mujer trataba de calmar al enfadado hombre. — Ves que no es tan malo que te carguen a la habitación, ¿Eh? A veces tienes que dejar que otros te den una mano. — Isabella, nunca jamás vayas a contar esto. Debes guardarme el secreto.... ¡Tú, me bajas apenas subamos las escaleras! — Si señor. — Respondió el guardaespaldas. — ¡Wowww... Mario es muy fuerte, él puede cargar a papá! — Alexandro estaba sorprendido. El CEO dió una mala mirada al hombre por qué su hijo lo eligió. — No, no es así Alexandrito. El jefe es más fuerte que todos nosotros juntos. — Aaahhh, si, eso es verdad. Al CEO lo acomodaron en la cama, Isabella le
Ismael no aceptaba la idea de que su esposa tuviera un enfermero personal. Ella era tan bella que la sola idea lo ponía muy celoso. (...) En una mansión a las afueras de la ciudad, un apuesto hombre de maldad desmedida le advertía a Fiorela que se tenía que hacer lo que él decía. — Vas a acatar mis órdenes aunque no quieras Fiorela, tú familia te ha vendido a mi para pagar su gran deuda conmigo. No tienes escapatoria, si se te ocurre la brillante idea de huir los mataré a todos comenzando por esa hermanita tuya. Así que si fuera tú no me provocaba, querida. La hermosa Fiorela había sido utilizada como moneda de cambio por su padre y por su hermano. No les había importado que ella tuviera una vida, estudiaba una carrera y tenía de novio a un compañero con el que tenía muchas cosas en común. Pero la ambición del CEO Casareal, no tenía límites. — Te he dicho que yo no soy una moneda de cambio, no soy parte del contrato que has hecho con mi padre. Déjame ir Prieto. Yo no soy
Si bien era cierto que cien millones de dólares era muchísimo dinero. Lo que menos le hacía falta a Adriano era dinero. El era millonario de nacimiento y pertenecía a la nobleza. La cifra no lo movía ni un poco, pero la fotografía del hijo del hombre si. — Supongo que para que me este ofreciendo ese pago el delito debe ser bastante grave, ¿O me equivoco? — No, no se equivoca, pero preferiría que tratáramos los pormenores en la seguridad de mi despacho. Los Ribak siempre actuamos con discreción y extremo hermetismo. — Entonces.... ¿Quiere que lo acompañe a su mansión para hablar de lo que hay que defender? — Así es. ¿En su coche o en el mío? Usted decide en cuál quiere ir. Adriano se puso de pie y abotonó su saco. Su presencia era imponente. Era un hombre con mucha clase, sofisticado y con una preparación académica impresionante. Ambos coches costosos e impresionantes se estacionaron a la puerta de una gran mansión. Se dirigieron al despacho donde el mafioso Pietro ya l
El abogado sabía perfectamente que llevarse a esa chica sería echarse de enemigo a esos sanguinarios mafiosos. El no acostumbraba a comprarse esos problemas. La jóven tenía un lindo vestido tradicional de su cultura pero moderno. Sus maquillados ojos seguían siendo los más hermosos que el hombre hubiese visto en su vida. Su color de piel era blanco, y sus rosados labios carnosos. El coche estaba avanzando despacio. La jovén oriental pensó que el abogado la iba a devolver. Su mirada se tornó llena de angustia y desesperación. — Está bien, no te conozco ni tú me conoces a mí, no tienes por qué ayudarme y meterte en problemas que podrían llevarte a la muerte. Además si me escapo mi hermanita correría peligro de muerte. Los Ribak irían por ella para vengarse de mi. Ella solamente tiene diecisiete años. Regresarme a la mansión, no te preocupes por nada, diré que yo soy la culpable al querer escapar. — Te harían daño si haces eso. — No me importa, haré lo que sea necesario para
El abogado llegó a su villa y bajó de su coche al mismo tiempo que veía bajar a Fiorela, ella no le dió tiempo ni de abrirle la puerta. La mansión De Luca era enorme y elegante. La jovén oriental seguía al hombre de traje hacia dentro de la villa. Por todas partes donde miraras había costosos cuadros y obras de arte compradas en subastas por miles o millones de dólares. — Vaya... Tú casa es... muy hermosa, ¿Vives con tus padres? — Preguntaba la ingenua chica. — Ya tengo veintisiete años, ¿Quién vive con sus padres a esa edad? Por supuesto que vivo solo. — ¡¿Solo?! — Si, solo, ¿Qué es lo que te sorprende tanto? ¿Piensas que me voy a aprovechar de ti y que te voy a hacer mía? Si es eso estás pensando de más. No voy a tocarte, no te pienses tan irresistible. — ¡Uuuuy... Tarado ordinario! ¡No me estoy creyendo nada, simplemente creo que no es apropiado que una señorita este con un hombre en una casa donde no hay nadie más! ¡Pero que engreído que eres! — Fiorela le aclaraba
Durante la cena Fiorela comió con algo de prisa, ella se había estado absteniendo de probar bocado, y ahora comía famélica del delicioso filete. La joven se bebió toda la copa de vino que se le había servido. Sonó un poco su vaso al dejarla de nuevo en el fino comedor. — ¿Desea más vino la señorita? — El mayordomo que estaba a poca distancia atendiendo a su señor preguntó. — Si por favor Eloy. El vino también está delicioso. — Respondió Fiorela con una sonrisa. Para Adriano no pasó desapercibida, cosa que no le agradó mucho ya que a él no le había dado ninguna todavía. Después de servirle la copa de vino de nuevo, el mayordomo entendió que debía dejar a la pareja solos. — Me retiro para darles privacidad. — Hizo una pequeña reverencia y desapareció rumbo a la cocina. — Entonces... ¿Dónde es que está exactamente tu hermana? — Ella... ella está en Dubai, en la mansión Casareal. Tenemos que ir a por ella Adriano, no está segura allá con mi padre y mi hermano. Seguro qu
En la mafia las cosas eran así, la venganza y las cuentas pendientes se cobraban con sangre, con la vida de por medio. — Voy a llevarle un poco de comida a Fiorela, tampoco es que la quiera matar de hambre antes de la boda. ¿Crees que el abogado acepte llevar mi caso? Parece muy arrogante y engreído. — Aunque lo sea Pietro. Son demasiados millones de dólares los que le estamos ofreciendo, tienen que tentarlo, ¿No lo crees así? — El señor Ribak le respondía a su hijo. — Claro, no hay quien se resista a decir que no a esa enorme cantidad de dinero, papá, estaría loco si lo rechazara. El jóven mafiosos subió las escaleras hasta la habitación en donde había dejado a su futura esposa. No llamó al entrar aunque le sorprendió que no estuviera cerrada con seguro la puerta. — Fiorela. Te traje agua y comida ¿Dónde estás? A simple vista en la habitación no se encontraba nadie, Prieto Ribak buscó entomces en el sanitario pero tampoco la encontró. — ¡Hija de...! ¡Te has atrevido
Los mafiosos estaban concentrados en su objetivo, sacar a la chica de la mansión. Los encapuchados no tardaron en dar con la habitación de la jóven, ella apenas los vió les arrojaba todo lo que tenía a la mano para evitar que la atraparan. — ¡Largo de aquí, no me voy a dejar atrapar! — ¡Cálmense, deje de arrojarnos cosas debe venir con nosotros, no oponga resistencia! — ¡Ni loca que estuviera para obedecerlos! ¡Primero muerta que dejar que me lleven! Los ruidos de los perfumes, cremas y demás cosas que eran arrojados a los hombres se escuchaban fuerte. Parecía que se estaba librando una guerra en la segunda planta. — ¡Suficiente, eres una gata salvaje pero le temo más a mi jefe, ese si me despelleja vivo si no te llevo con él, así que vámonos! — El fuerte hombre subió a sus hombros a la chica y salió con ella bajando las escaleras y pasando frente a su padre y a su hermano. Azucena no dejaba de gritar que la bajaran y la dejarán libre. Pegaba con sus puños la ancha es