Adriano encuentra a Fiorela.

Si bien era cierto que cien millones de dólares era muchísimo dinero. Lo que menos le hacía falta a Adriano era dinero. El era millonario de nacimiento y pertenecía a la nobleza. La cifra no lo movía ni un poco, pero la fotografía del hijo del hombre si.

— Supongo que para que me este ofreciendo ese pago el delito debe ser bastante grave, ¿O me equivoco?

— No, no se equivoca, pero preferiría que tratáramos los pormenores en la seguridad de mi despacho. Los Ribak siempre actuamos con discreción y extremo hermetismo.

— Entonces.... ¿Quiere que lo acompañe a su mansión para hablar de lo que hay que defender?

— Así es. ¿En su coche o en el mío? Usted decide en cuál quiere ir.

Adriano se puso de pie y abotonó su saco. Su presencia era imponente. Era un hombre con mucha clase, sofisticado y con una preparación académica impresionante.

Ambos coches costosos e impresionantes se estacionaron a la puerta de una gran mansión. Se dirigieron al despacho donde el mafioso Pietro ya l
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