El ruso por ser mafioso pensaba que podría ganarle en una pelea al abogado. Volvió a reír pensando en que tenía la ventaja. — ¿Si eso es lo que quieres? Pero te advierto que vas a perder y voy a llevarme conmigo a Fiorela. El que pierda va a dejarla ir. — Pietro iba a darle la paliza de su vida a ese imbécil que se había atrevido a desafiarlo abiertamente. No podía matarlo ahora porque los Ferreti primero lo mataban a él y lo mandaban al infierno. Adriano se pasa el dedo pulgar por la barbilla rápidamente, se enfrentaría al ruso por la mujer que quería conservar a su lado. Se quitó el fino saco, se recogió las mangas de su camisa blanca, y entregó su pistola a su primo Alessandro. El mafioso ruso hace lo mismo, Pietro estaba acostumbrado a la violencia ruda. Esto no era nada nuevo para él. Ambos hombres se pusieron en posición de pelea, levantaron sus puños a la altura de sus pechos. Los hombres apenas tenían grasa en su cuerpo. Eran estilizados y con músculos gracias a sus
Para los mafiosos que estaban acostumbrados a la sangre y la crueldad. Esta era una más de las cosas que vivían en su oficio, Nadie ahí se sentía tan atemorizado. Eran hombres de sangre fría. — Ese ruso se encontró con la horma de su zapato, Adriano al pelear se transforma, pareciera que entra en un tipo de transe y que no sintiera los puñetazos que su contrario le da. — Joshua comentaba emocionado por la pelea. — Si, todavía recuerdo las palizas que te daba, no porque no supieras pelear, era porque Adriano aguanta más que un boxeador. La adrenalina le bloquea el dolor. — Isack dijo burlándose de su primo. — ¿Y qué me dices de las palizas que te daba a ti? Luego ibas y le reclamabas al abuelo por el brutal entrenamiento que nos estaba dando. — Era solo un adolescente, Joshua, en ese momento no lo entendía. Creía que el abuelo Alessandro estaba exagerando lo que nos enseñaba. Pero después comprendí que lo hacía para que lograraramos sobrevivir a nuestros enemigos. — Si, cua
Adriano había ganado la batalla, Pietro salió de su villa cargado por sus hombres e inconsciente. El se había quedado con la chica. La haría su esposa como prometió. — Carajo primo, le diste una paliza al ruso. Creyó que te tenía en sus manos el muy imbécil. — Isack, Joshua, ayúdenme a subir al Adriano a mi coche, lo llevaremos al hospital ya mismo. ¡Apresurense o le va a comenzar a doler el cuerpo como el infierno! — Ordenaba el mafioso. Los primos subían al abogado en el asiento del copiloto, lo curioso fue que Fiorela mientras tanto subía a la parte de atrás del mismo coche. Con eso decía que no se iba a quedar en la casa y que no se iba a separar de él. Apenas cerraron la puerta se escuchó. — Estamos listos, vámonos. — La bella mujercita no tenía idea a quien estaba refiriéndose, Alessandro Ferreti era el poderoso y despiadado jefe la la mafia griega, uno que siempre hacía lo que se le cantaba a menos que se tratara de su esposa Úrsula, ella era la única a la que escu
Dante Ferreti sabía que lo que pasó era parte de enfrentarte con un mafioso. Adriano aunque no lo era no se había acobardado. Luchó y dió la cara como hombre. Solo hacía falta esperar la reacción de su hermano. — Llamaré a Adriano. Le contaré lo que pasó y nos veremos en el hospital. — Está bien, iré a checar cómo va todo con mi primo. Padre e hijo cortaron la llamada. Entonces Dante llamó a su hermano. Adriano De Luca padre, se encontraba durmiendo con su esposa. Pero el repiqueteo de su teléfono lo despertó. — Pero que... ¿Quien está llamándome a estas horas? — El también abogado leyó el remitente y vió que se trataba de su hermano. — Dante. ¿Qué sucede? Debe ser algo grave para que me llames a esta hora. — Bueno, grave lo que se dice grave... Pues no creo. Pero si es algo que te compete. Se trata de Adriano. — ¿Qué...? ¿Qué pasa con él? Habla hombre. ¡¿Qué le sucedió a mi hijo, él está bien...?! — El padre se preocupó de inmediato, solo tenía dos hijos y a ambos lo
Fiorela caminó lentamente hasta el matrimonio De Luca. Apenas vió Adriano De Luca Lares. No pudo evitar exclamar. — ¿A...Adriano? — La joven oriental veía fijamente al hombre maduro con un enorme parecido al hombre que recién los doctores se habían llevado al quirófano para operarlo. — Oh no, querida. Soy el padre de Adriano. Ella es mi esposa Emma De Luca, la madre de Adriano. Señores De Luca... Lo lamento tanto, nunca quise que esto fuera así. Es mi culpa, subí al coche de Adriano cuando salía de la mansión Ribak, mis deseos de escapar de ese lugar no me permitieron ver qué lo estaba poniendo en peligro... — Si Adriano tomó esas decisiones vamos a respetarlas. Mi hermano me ha dicho que él te ha elegido como su futura esposa. — Si, yo... Esa fue su condición para no devolverme a los Ribak. No tuve opción, pero entendería si no están de acuerdo. ¿Quién lo estaría? Si no es mucho pedir solo... permítanme estar a su lado hasta que esté totalmente recuperado. — Ven conmi
La otra cara de la moneda estaba bastante mal. Pietro Ribak se encontraba en terapia intensiva en un lujoso hospital del otro lado de la ciudad. Sus hombres al verlo tan mal y casi muerto lo llevaron directamente allá, después avisaron a su padre para que fuera de inmediato al nosocomio. Ya que este podía ser el último día de vida de su único hijo y heredero a su mafia. — Diganme, ¡¿Cómo es posible que hayan dejado en este estado a mi hijo con ustedes presente?! !¿Para que demonios creen que les pago?! ¡Quiero saber que diablos sucedió antes de matarlos a todos con mi arma! El señor Ribak estaba furioso, no daba crédito a lo que estaba pasando. — Jefe. Salimos con su hijo a la mansión del abogado, él nos dejó pasar, todos estábamos listos para matarlo, más al llegar había tres hombres con él. Ellos vestían con ropas finas, su aura era diferente a cualquier otros tipos. Estaban armados y no tenían una pizca de miedo en sus ojos. — ¿Y eso que diablos tiene que ver en todo e
El padre ruso enarcó una ceja. Nadie en el mundo se atrevía a regañarlo. El podía hacer lo que se le viniera en gana, pero con sus hijos presentes debía dar el mejor ejemplo posible por qué no eran solo un par de ojos los que lo observaban. Eran tres. — Yo siempre me termino toda mi comida. Es solo que no tengo mucho apetito. Preferiría que pasáramos directamente al masaje. Los niños se quedaron viéndose el uno al otro. Lo que su padre pedía no era lo que habían acordado. — Papá, no puedes hacer lo que te plazca, hay reglas que debes respetar. No comiste, no hay premio. — Si comí un poco, sí me termino toda la comida que me traen me voy a poner obeso. Y después su madre no me va a querer. ¿Es eso lo que quieren, que su bella madre no me vea atractivo? — Ahhss, cederemos solo porque no queremos que mamá te deje y se busque otro novio. Alexander destapó los pies de su padre, comenzó a sobarlos por encima de los calcetines. Aleksey masajeaba una de las piernas de su papá
Pietro estaba enfadado, había sido humillado y ferozmente golpeado por el abogado. Siendo un mafioso tan orgulloso no se podía permitir perder así ni que sus hombres lo vieran derrotado. — Te conozco muy bien Pietro. Estás pensando en tomar venganza contra el abogado, ¿Cierto? El ya te venció de forma limpia y legal. Tendrás que dejar ir a la chica oriental. — ¿Y perder todo lo que pagué por ella? Por supuesto que no. Ella me pertenece, y si no es para mí, tampoco será para él. — ¡Deja de insistir con eso, debemos irnos de aquí a la brevedad posible e intentar que los griegos queden convencidos de que no seremos una piedra en su camino o en el camino del abogado! — No voy a quedar como un imbécil fracasado. Voy a mostrarles por qué no deben meterse con Pietro Ribak. — ¡Mírate, estás más para el cementerio que para una guerra, una guerra que no vas a ganar, los griegos son demasiado poderosos! ¡Está vez tomaré el control y trataré de salvarnos el trasero. Tú te vas a que