Llegando a una lujosa oficina, el CEO Rossi vestido en un traje azul y camisa azul claro que resaltaba impresionantemente el azul violeta de sus ojos. — Buenos días, anuncie por favor al senador Montana que el CEO Isamel Rossi está aquí. — Claro pase por aquí favor. Tengo la orden de hacerlo pasar apenas llegue — La secretaria tocó la puerta. — Adelante. — La imponente y grave voz de Dorian Montana se escucho. — Señor Montana, el CEO Rossi ha llegado. El hombre entró y el senador se puso de pié. — !Vaya, hasta que te apareces por aquí, que gusto verte Isamel! — Lo mismo digo Dorian. espero que te encuentres bien al igual que tu familia. — Lo están, Mi mujer está cada día más hermosa, mis trillizos, sobre todos los dos varones siempre me reciben con una travesura nueva, mi princesa es una niña adorable pero con mal carácter, ahhh... Tengo la vida que nunca espere pero que me hace inmensamente feliz. — Me alegro mucho por ti, te confieso que nunca esperé que te casa
Dorian había puesto al tanto de como los televidentes alentaban la pareja que podrían hacer Oliver Montgomery, el chef francés que fue su maestro en la escuela culinaria dónde Isabella se preparó. — !Ese chef aprovechado pretende ser pareja de mi hermana así como así! ¿Pero que se está creyendo? Si sus intenciones fueran buenas lo que habría hecho es venir a hablar conmigo o con mi padre. Ese cabrón me va a escuchar. — Bueno... En eso te doy toda la razón, La familia Rossi es de mucho respeto. Hay que poner atención a ese tipo, algo no me termina de gustar de él. — A CEOS tan inteligentes y experimentados no se les podía engañar tan fácilmente. — Carajo, no puedo descuidarme un momento de Isabella por qué de inmediato tratan de aprovecharse de su buen corazón. Ahhh... Suerte que tienes de ser hijo único, nunca tienes que preocuparte por una hermana y su bienestar. — No gracias. No me puedo imaginar en esas, juro que al primer imbécil que se le ocurriera lastimarla lo mató yo
Sergey sonrió de lado, eso es justo lo que él habría hecho, amenazar a su padre con ser su enemigo si no cuidaba de su madre diligentemente. Ese era un mundo privado que solamente ellos entendían. El pecho de Sergey se hinchó de dicha. Su hijo mayor también lo había perdonado. Eso quería decir que lo aceptaban como su padre, y que también lo quería. — ¡Ohhh... Yo también quiero que papá me cargue, Mamá quiero que me quiten esta aguja que tengo en la mano, ya no quiero estar en cama! — Aleksey hizo un puchero de berrinche. En ese momento el apuesto Apolo vestido ya en un elegante traje entró en ese momento a la habitación. El hombre puso ver qué su amigo cargaba a sus hijos, eso significaba que ellos lo aceptaban, lo que lo agregaba por el CEO ruso, ya había padecido mucho tiempo la ausencia de sus pequeños. Era momento de reconciliación. — Disculpen que interrumpa, Sergey, ¿Podemos hablar un momento afuera? Es importante. — Claro, enseguida voy. — El hombre dió un beso en
Sergey después de observar el mensaje, tuvo que hacerle una pregunta a Apolo que tal vez le sería difícil de responder, pero sentía que era necesario comenzar a aclarar todos los secretos y saber contra quién y contra qué había estado luchando todos estos años. — Necesito que me digas todo lo que sabes con respecto a Isabella y a mi búsqueda de ella y mis hijos. No soy estúpido, soy consciente del poder que tengo y mi familia, más sin embargo por más que contraté a los mejores detectives privados del mundo, que soborné gobiernos y viajé por todas partes para encontrarla, nunca pude acercarme. Tú lo sabes, ¿Cierto, Apolo? — Wow... Primero que nada quiero alegar en mi defensa que no tenía idea de que fuera mi querida amiga Isabella la mujer que te había abandonado con tus hijos en el vientre. También fue una sorpresa para mí, de haberlo sabido yo mismo te lo habría dicho. — Eso lo sé. Bendigo el día que me invitaste a la inauguración del restaurante que abriste con ella. Gracias a
Por la tarde el médico volvió para revisar al pequeño Aleksey. El niño estaba evidentemente mejor. Tanto que no dejaba de hablar, estaba muy inquieto, el trillizo no era de estarse quiero en cama, él era más de investigar por todos lados, corretear y brincar en los sillones. — Doctor ya necesito que me dé de alta. Quiero que me quite esta aguja de la mano que no me deja mover. Ya quiero ir a jugar con mis hermanos y mis primos. — Pedía el niño. — Aleksey, el doctor es el profesional, si no estás listo aún para que te quiten la intravenosa simplemente no va a pasar hasta que sea tiempo. — El CEO aclaraba al pequeño la situación. — Entonces... ¿Qué dice doctor? Ya estoy listo para ser dado de alta? Me he comido toda la sopita que mamá me dió... y también me comí el postre. fuí bueno y obediente. — El niño esperaba su premio. Sergey rodó los ojos, su hijo de en medio podía llegar a ser bastante persuasivo. — Que mi trillizo no lo convenza, si es necesario que siga igual o a
El CEO se estuvo largo rato confortando a su hijo Aleksey. El niño tenía la mano hinchada y amoratada por todo el tiempo que tuvo la intravenosa puesta, estaba incómodo y llorón. No quería soltar a su padre, lo tenía abrazado todo el tiempo. El trillizo se fué quedando dormido después de llorar largo rato. El médico se había retirado casi a hurtadillas, él vendría por la noche a revisar de nuevo al pequeño. Los trillizos Valentain habían estado jugando con Alexander y Alexandrito. El menor de los niños Ivanov regresó a la habitación cuando su padre salía apenas de su cuarto. El CEO vió venir a su hijo que se veía tranquilo. — Papá, estoy cansado, quiero tomar una siesta, me cargas un ratito... hasta que me duerma. — El niño ya no era ese mismo niño enfadado de hace un rato, parecía haberse olvidado de su exabrupto y lucía adorable. — Ven aquí, — El CEO lo cargó y Alexandrito rápidamente se recargó en su hombro y cerró los ojos. El padre comprendía que efectivamente era agota
El CEO pudo ver cómo Isabella se fue calmando poco a poco. Ella se había puesto bastante brava. Podía llamarse masoquista pero le había gustado verla así. — Isabella, discúlpame... — ¿Qué... pero por qué? — De pronto vió venir a ese dios griego hacia ella, la tomó de la mejilla y juntó sus labios a los suyos. Sergey no pudo resistir el impulso de besar a esa hermosa mujer. Probó sus dulces labios en una danza perfecta. Acercó por la cintura el frágil y divino cuerpo de la dueña de su deseo a él. — Sergey... para... detente. Para el CEO ruso volver a escuchar gemir a Isabella despertaba su hombría, ella lo podía sentir duro. Su miembro golpeaba suavemente su vientre. Fue imposible no recordar todas esas noches que ese hombre le hizo el amor. No quería reconocer que deseaba sentirlo de nuevo, sentir sus besos, sus caricias, sus profundas embestidas que la llevaban a la locura. ¿Acaso era posible...? ¿Acaso lo seguía amando...? El toque de los dedos de Sergey quemaban la
Isabella llegaba también de la pequeña habitación cuando escuchó al menor de sus hijos preguntarle a su padre si le estaban haciendo un hermanito. Las mejillas de Isabela se sonrojaron, se sentía atrapada en una travesura. — ¿Nos estaban haciendo un hermanito, mamá? — Volvió a preguntar el niño. — Papá todavía tiene unas cuantas semillas más que podría poner en mamá para que tenga otro bebé, ¿Te gustaría que le pusiera una más? — Pues... si mamá y papá no van a dejar de querer al pequeño Alexandro, una hermanita estaría bien. — Hmmm... Lo platicaré con mamá pronto. — Aquí está el agua para Alexandro. Papá, ¿Tú y mamá durmieron juntos? — Si, necesitábamos descansar. — Cuando los padres de mis compañeros del colegio duermen juntos ellos le escriben a la cigüeña para que les traiga un bebé. ¿Ustedes... le escribieron? ¿Quieren otro juego de mellizos acaso? — El niño entrecerró la mirada. — Noooo... Definitivamente no se cómo hizo su madre para cuidar sola de ustedes