Un hermano muy protector.

Por la tarde el médico volvió para revisar al pequeño Aleksey. El niño estaba evidentemente mejor. Tanto que no dejaba de hablar, estaba muy inquieto, el trillizo no era de estarse quiero en cama, él era más de investigar por todos lados, corretear y brincar en los sillones.

— Doctor ya necesito que me dé de alta. Quiero que me quite esta aguja de la mano que no me deja mover. Ya quiero ir a jugar con mis hermanos y mis primos. — Pedía el niño.

— Aleksey, el doctor es el profesional, si no estás listo aún para que te quiten la intravenosa simplemente no va a pasar hasta que sea tiempo. — El CEO aclaraba al pequeño la situación.

— Entonces... ¿Qué dice doctor? Ya estoy listo para ser dado de alta? Me he comido toda la sopita que mamá me dió... y también me comí el postre. fuí bueno y obediente. — El niño esperaba su premio.

Sergey rodó los ojos, su hijo de en medio podía llegar a ser bastante persuasivo.

— Que mi trillizo no lo convenza, si es necesario que siga igual o a
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