Durante el vuelo Isabella se quedó dormida, Sergey cuando menos pensó ya tenía recargada la cabeza de la mujer en su hombro. Ella respiraba pausadamente. El hombre dió un beso en sus cabellos y colocó una manta sobre ella para que no pasará fríos. — Azafata, encarguese de que los niños tengan una almohada y frazadas. Qué nada les falte — Ordenó el CEO. Las dos azafatas sabían que una orden del señor Ivanov era ley y nunca debían desobedecerlo. Ellas estaban siendo muy diligentes. Cuando Isabella despertó se dió cuenta de que prácticamente estaba abrazada al padre de sus hijos. Entonces cómo si Sergey tuviera electricidad casi saltó de su lugar. — Yo... Lo siento... Me quedé dormida. Iré a echarles un vistazo a los niños. — La mujer se levantó apurada. Llegó hasta donde estaban los trillizos pero se encontró con que estaban dormidos. No tuvo más remedio que regresar a su asiento. — Cúbrete con la manta. — Pidió el ruso — ¿Quieres algo de beber, agua, jugo, café? — Si, y
Isabella al escuchar las palabras del CEO que mientras habló no abrió los ojos. Pero que le contaba lo que había vivido mientras ella no estaba con él. Sintió que el corazón se le oprimía. La bella chef que todos estos años había creído que Sergey disfrutaba de una vida de casado feliz, y que tal vez ya tendría hijos con su prometida. En cambio se encontraba con que permanecía soltero y que decía haberla buscado día tras día. Era imposible que su alma no se conmoviera. No es que su razón coincidiera con ella. El la había hecho sufrir demasiado, merecía también sufrir por su amor. Por la mañana al llegar al aeropuerto, apenas aterrizaron ya dos lujosos coches los estaban esperando. Adriano de Luca que había vuelto antes para revisar un caso, los había enviado a recoger. — Apolo, fue toda una aventura viajar juntos con nuestros hijos. En verdad espero que se vuelva a repetir otra ocasión como esta. — Por supuesto, lo volveremos a hacer amigo, por ahora hay mucho que solucionar
Más tarde el médico llegó, el buen asistente Enrique lo recibió en la entrada y lo pasó a la sala de estar. — Espere un momento aquí, por favor tome asiento, le avisaré al señor Ivanov que ya está aquí. El médico vió subir al entrajado asistente hasta que se perdió por las escaleras. La puerta se escuchó y Sergey habló. — Adelante. — Señor Ivanov, el médico está abajo. ¿Quiere que lo pase? — Ahhh... Aleksey sigue dormido... No importa hazlo pasar, sirve que lo revisa. — Por favor acompáñame arriba, el señorito de la familia recién tuvo neumonía, y aunque ya está mejor todavía tiene algunos síntomas. — Enrique lo hizo pasar a la amplia habitación, en donde se encontraba el CEO y el niño. — Buenos días, Soy el doctor Colín. El señor que me trajo aquí me comentó que el niño recién tenía neumonía pero que ha mejorado. — Así es, le quitaron el oxígeno, la intravenosa y le recetaron un par de inyecciones, solo que le volvió a dar temperatura, la bajamos con este medicam
El pediatra se había quedado boquiabierto. En primera no se esperaba que llegaran otros dos pequeños iguales a su paciente, y en segunda que se pusieran así de bravos. — Esperen, esperen, solo le he aplicado una inyección al paciente. No hay por qué ponerse así. — El doctor que estaba acostumbrado a todo tipo de situación, reía mientras hacía señales con las manos de rendición. — Niños. No estén amenazando al doctor, él solo está cuidando de Aleksey. — El CEO se estaba dando cuenta de que sus hijos eran muy protectores entre si. si le hacias daño a uno, te las veías con los otros dos. En la mansión Valentain, el CEO y sus hijos estaban siendo apapachados por la señora Ivanov. — Por fin se han quedado dormidos ese diablillos, Ahhh... Me tienen agotado, papá cambiame la ropa, papá tengo hambre, papá duerme conmigo, papá mi hermano me está mlestando. No vuelvo a salir de vacaciones con ellos hasta como dentro de... Diez años. Son agotadores, cariño. Estoy muerto. — Ohhh... Mi
Para Alexandro era incomprensible la situación familiar que tenía, solo sabía que no quería seguir sin su padre en su vida. Los padres se sentían conflictuados. Sergey había hecho las cosas muy mal con respecto a que esperaba a sus hijos y no hizo lo correcto y Isabella se sentía culpable al ver mal a su hijo por qué lo privó del amor de su padre por cuatro años. — Yo tampoco quiero seguir comiendo, vamos a nuestra habitación Aleksey, dejemos que papá y mamá traten de ponerse de acuerdo y arreglen todo el desastre que causaron con sus acciones, espero que está vez piensen más en que tienen hijos pequeños. Buena lección que se habían llevado los padres. Sus hijos estaban al parecer un poco dolidos con ellos. El CEO Apolo después de comer con su familia salió de su mansión hacía la compañía Rossi. Era hora de ver a la cara a su amigo Ismael y hablar las cosas. El hombre no tuvo problemas para llegar hasta la oficina en el quinceavo piso del presidente. Lo sabían amigo de la
De camino al bar el CEO Rossi pensaba en lo que su amigo Apolo le había dicho. El sentía que su momento había llegado, que ya era hora de sentar cabeza y en su mente solo podía ver ese hermoso rostro de hermosos ojos verdes. Bebiendo ya de un fino whisky, Apolo se detuvo un momento para decir a su entrañable amigo. — Te veo muy pensativo, ¿Tienes problemas con la compañía? No he escuchado ningún rumor al respecto. En todo el mundo no se habla si no del exito que Ismael Rossi tiene en los negocios. — La compañía está bien, excelente diría yo. Es... me preocupa Isabella. Mis padres me la han encargado muchísimo, ella es su querida princesa. no puedo estar en paz sabiendo que ese miserable ruso la ronda con no sé cuáles intenciones a ella y a mis sobrinos. — Si en algo confías en mi palabra, puedo decirte que sus intenciones son las mejores. El quiere formar una familia con tu hermana. quiere darles estabilidad y seguridad. preparar a los trillizos para el futuro, pero sobre
El CEO ruso recorría las calles en su costoso coche. Habían pasado cuatro años para que esté encuentro se diera. Ismael se había mantenido como un enemigo oculto, uno muy peligroso y poderoso. El atractivo hombre conducía con sus manos enguantadas en unos finos guantes negros de piel. No era cobarde y por supuesto no tenía miedo, solo esperaba que las cosas no se pudieran demasiado feas, sobre todo por Isabella y los niños. Seguía la dirección después de haberla metido al GPS. lo que lo llevó a un exclusivo bar de la ciudad. — De modo que aquí estás, Ismael Rossi. Bueno... Pues ya estoy aquí. El CEO caminó a la entrada y buscó con la mirada a algún tipo que le hiciera pensar que era él. No lo conocía personalmente y no tenía idea de cuales serían sus facciones. De pronto dió con un hombre muy bien vestido en un traje HUGO BOSS hecho a medida, sus zapatos costaban el guardarropa para seis meses de uno solo de los trillizos, eso eran bastantes miles de dólares. Le pareció
El CEO Ivanov había dejado claro ya cuáles eran sus intenciones, Sabía que no iba a ser aceptado por Ismael Rossi tan fácilmente, que quizás nunca en la vida iba a dejar de odiarlo. Pero pese a eso no debía perder su objetivo de vista.— Te escuchas muy seguro de lo que quieres lograr, Pero a decir verdad conozco demasiado bien a mi hermana y no creo que ella te vaya a perdonar. Piénsalo, la despreciaste, la humillante al decirle cuando te propuso firmar una familia que solamente sería la madre de tus hijos y tú maldita asistente. — El CEO Rossi dijo esto último con los dientes apretados.— Me retractó de lo que dije, en realidad en el fondo no lo sentía así, En ese entonces creía erróneamente que el amor de pareja solo te hacía débil y te distraía de lo que realmente era importante para hombres como nosotros. Yo solo vivía para los negocios y no quería involucrarme sentimentalmente con nadie. Pero la verdad era que lo que Isabella me hacía sentir, nunca lo sentí por ninguna otra muje