Corazón roto

Después de haber tenido una noche de pasión bastante intensa, al día siguiente Isabella despertó y se encontró sola en la cama, no era nada extraño, se había convertido en algo habitual que despertara sola, el CEO siempre se marchaba dejándola sola y sumida en la tristeza.

El alta ya estaba firmada, ese día la bella asistente ya se podía marchar, ella estaba haciendo su maleta cuando de pronto escuchó tocar a la puerta y fue a abrir, nunca se espero ver quien era el visitante

— ¡Hermano...! ¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste que...? — Era evidente la voz temblorosa de la jóven

— ¿Se puede? — Preguntó el CEO Rossi, antes de entrar

— ¿Qué estabas aquí? Igor me ha avisado, sabes bien que él no solamente es tu mayordomo, también es el hombre de confianza de nuestra familia

— No debió decirte nada, mírame, estoy bien, ya el médico dijo que puedo irme a casa

— Sabes bien que las cosas no son tan sencillas, no quieras encubrir a ese hombre. Cuando dijiste que te amaba, te creí y te ayudé a convencer a nuestros padres para que te quedaras a trabajar en su compañía, ¿y luego qué te hizo él? Te ha hecho trillizos, te ha embarazado Isabella,

— Si pero... está cuidando de nosotros... — La joven Rossi, intentaba explicar la situación pero no era fácil estando su hermano tan molesto.

— Si las cosas son como dices, te daré los últimos seis meses. Si ese hombre no se casa contigo y cumple con sus responsabilidades cabalmente, "vendrás conmigo a casa". Los trillizos serán de nuestra familia Rossi, no estarán vagando por ahí como bastardos. Tú y los bebés van a estar totalmente a nuestro cuidado, estarán perfectamente bien y lo sabes. Y asi ya no tendrás nada que ver con ese hombre que no te cumplió. ¿Lo entiendes, verdad...?

Ismael, ayudó a su hermana a terminar de hacer las maletas, el mismo la llevó a casa, Isabella era su hermana pequeña y siempre se había preocupado por ella. La jóven de bellos ojos azul violeta, siempre había sido consentida por él y sabía que sus palabras eran por su propio bien y el de los niños.

Ese día por la tarde Isabella regreso a la oficina a cumplir con su trabajo, se sentía mucho mejor así que aprovechó para archivar unos documentos mientras el CEO estaba en una videoconferencia. Ella no dejaba de pensar en las palabras de su hermano y su propuesta. Volver a casa embarazada y sin esposo, no era precisamente un logro

El tiempo pasó muy rápido, la barriga de Isabella comenzó a hacerse evidente. Entre trabajo y descansar para ese momento ella ya tiene seis meses de embarazo, ella seguia cumpliendo con sus funciones. Más nadie en la empresa sabía quien es el padre de los trillizos.

Los chismes de que eran del frío CEO corrían por los pasillos, pero nunca lo habían podido confirmar. A Isabella le costaba escuchar las críticas a sus espaldas, sabían que la llamaban zorra, arribista, y muchos otros apodos denigrantes, ella apenas podía soportar las habladurías y críticas de sus compañeros sobre todo de las mujeres de la compañía,

— Ya solo faltan dos meses para el límite de tiempo marcado por mi hermano, tendré que hablar con Sergey pronto — Isabella se decía para si misma mientras se encontraba sentada en su escritorio acariciando su vientre.

Una noche, cuando estaban teniendo sexo. Los movimientos de Sergey eran un poco bruscos. Se había dejado llevar por el momento hasta que Isabella, le dijo.

— ¡Cuidado!... Recuerda a los bebés... — Pidió ella

Sergey asintió, su forma de moverse cambió este era ya mas lento, más seguía sin decir nada. Se había dejado llevar por el momento de pasión, Él incluso no sabía con exactitud porqué dejaba a Isabella tener a sus bebés. ¿Quiere tenerlos? ¿pero por qué? él siempre ha insistido a no meter ningún sentimiento amoroso en su vida, siempre ha pensado que el amor hace a las personas estúpidas. Lo mismo sucedía con él matrimonio, su firme pensar era que nunca iba a entrar en matrimonio.

Después, cuando ambos alcanzaron la cima, y se quedaron relajados en la amplia cama, Isabella yacía en los brazos de Sergey, Ella demostraba estar relajada aunque realmente no se sintiera así hasta que tomó el valor, respiró profundo y le preguntó:

— Entonces... ¿cuándo te vas a casar conmigo?

_ ¿"Casarnos"?

— ¡Sí! — Isabella dijo con firmeza — casémonos y demos a nuestros trillizos una familia completa, ellos ya no demoran en nacer.

Hubo un momento de silencio entre los dos, la pregunta había quedado en el aire, hasta que la embarazada escucho la respuesta del CEO, mismas que disiparon todas las ilusiones de Isabella y rompieron su corazón.

— Recuerda que ya te lo había dicho alguna vez, no pienso casarme, solo serás la madre de mis hijos y nada más. Y claro, también mi asistente.

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