Después de tomar una ducha, unos analgésicos y vestirse de traje, el CEO bajó al comedor, estaba hambriento pero no tenía la comida de ella, otras preparaciones no le apetecían. — Señor, hemos preparado Langosta termidor, costillas de cordero y pato a la naranja, pida lo que le apetezca — uno de los tres chefs que trabajaban cocinando permanente en la mansión, dió el menú a su jefe. — Que me sirvan un plato con fruta solamente, no tengo mucho apetito... — Hola querido, por fin despertaste, parece que la fiesta se descontroló un poco anoche, ¿Eh? — No hay nada que preocuparse madre, todo está bien, solo me pase de copas, eso es todo. — ¿Y piensas que me voy a tragar ese cuento? ¡Te conozco perfectamente, sé que algo te sucede, tú jamás faltas a la empresa, ni siquiera llegas tarde, algo te pasa y me lo vas a decir ahorita mismo! Cariño, soy tu madre, puedes confiar en mi, lo que sea que esté mal lo vamos a resolver — Katerina Ivanov, tenía un carácter fuerte, no por nada había si
Isaías Rossi, no asimilaba lo que estaba viendo, su delgada hija tenía el vientre tan crecido, estaba seguro que si no fuera por la ayuda de Ismael, ella tendría muchas dificultades para caminar. Por unos momentos sintió mucho enfado, quería saber quién se había aprovechado de la ingeniudad de su princesa, y como fué que ella se dejó llevar, pero solo bastó una palabra para que se olvidara de todo y solo quedara ese inmenso amor que le tenía a su hija menor — ¡Papá...! — Isabella llegó hasta su padre apresurando sus pasos, él por inercia le abrió los brazos para recibirla aunque la panza de tres bebés le hacía un poco difícil acercarse — ¡Isabella, hija! ¿Qué te han hecho? — El padre escuchaba como su hija rompía en un desgarrador llanto, ella se quebraba en los brazos del ser que la había cuidado y amado desde que llegó al mundo, quien la protegía de todo y de todos, en mala hora lo convenció de que la dejara conocer el mundo desde otra perspectiva que no fuera su noble y ac
El CEO Ivanov se había presentado como dijo a la mansion Estrada, la mucama lo llevaba al despacho que era donde generalmente los señores de alto estatus recibían a sus visitas importantes, camino ahí, Amelia se cruzó a propósito con su prometido, no iba a dejar pasar una oportunidad como esta para asegurarse de que el casamiento se llevara a cabo, en el extranjero ella siempre presumía de ser la futura esposa de Sergey Ivanov, lo que la hacía ser envidiada por las demás señoritas casaderas de sociedad. Amelia Estrada era una joven caprichosa y arrogante que había nacido en cuna de oro y que estaba acostumbrada a siempre conseguir lo que quería, era bella si, su cabello negro, ojos verdes y atractivo cuerpo no hacían más que alimentar su desmedida vanidad. — ¡Oh, Sergey, ya estas aquí! mi padre te está esperando en el despacho, él se puso muy contento con que quisieras venir a hablar del matrimonio, sobre todo porque apenas acabamos de llegar al país - La mujer quiso tomar por e
Amelia Estrada veía como todos sus planes de llegar a ser la señora Ivanov salían volando por la ventana, nunca se esperó que él CEO simplemente cancelara el compromiso así sin más, debía hacer algo y rápido. — Sergey, ¿He hecho algo mal para que quieras romper tu compromiso conmigo? Por favor si que es lo que te molesta de mí, puedo cambiarlo. — No es por tí, es por la razón de que no fui yo quien decidió este casamiento, no tengo contemplado casarme. — ¡Pero... tu abuelo dió su palabra, no puedes faltar de esta manera a su memoria, además no podrás encontrar mejor candidata a esposa que mi Amelia, es educada y ha estudiado en las mejores escuelas del mundo, ¡¿Qué le puede faltar para que te niegues a hacerla tu esposa? El señor Estrada estaba ya muy exaltado. — Sergey, nuestro matrimonio está ya pactado desde hace años, toda la sociedad élite en la que vivimos sabe que seremos esposos, si rompes el compromiso me dejarás hundida en la vergüenza y en la humillación social, n
Apenas había amanecido, los chefs y las cocineras estaban de pie en la cocina observando como Isabella con muchas batallas intentaba cocinar el desayuno para la familia, ella batía huevos en un boul — Señorita Rossi, si su padre ve esto vamos a estar en problemas, pensará que estamos holgazaneando — Le decía el personal a la jóven embarazada tratando que los dejaran hacer su trabajo Pero Isabella parecía no escucharlos, cocinar era lo único que la hacía feliz cuando tenía malos días y en su tristeza le daba consuelo — ¿Pero que es lo que está pasando aquí? — Ismael aparecía en la cocina, el CEO estaba ya vestido en un elegante traje hecho a medida, tenía juntas a primera hora en la oficina — señor Rossi, la señorita Isabella ha insistido en cocinar el desayuno hoy aunque ya le hemos dicho que no está en condiciones, y que... para eso estamos nosotros — Me está quedando delicioso, ve al comedor a sentarte, yo iré con el desayuno en un momento — Isabella le dió una sonr
El momento no había podido ser más incómodo, Amelia semi desnuda frente a Sergey, dispuesta a todo para tenerlo a su lado, romper el compromiso no era una opción para la joven de sociedad, después de haberse encargado de que todos la supieran la futura esposa de la familia Ivanov, sería demasiado humillante que se enteraran que el CEO la había abandonado. — Sergey... mírame, soy una mujer hermosa, no me rechaces por favor, yo puedo hacerte feliz, ser la novia perfecta para tí, no podrás encontrar a una mujer que tenga mi estatus y este a tu nivel tan fácilmente, tu y yo estamos destinados desde hace años, solo... solo déjame demostrarte que yo soy la mujer indicada. El hombre tenía la mirada oscurecida, caminó hacia ella lentamente, Amelia pensó que había logrado despertar el deseo del frío hombre que lo habia hecho reaccionar a su divino cuerpo, más Sergey recogió el abrigo y se lo puso en las manos. — Vístete y márchate de mi oficina, no lo diré de nuevo — La aterradora voz
Los bebés nacieron en perfectas condiciones, estaban sanos y fuertes, no habían necesitado que los metieran a la incubadora, pronto estaban bañados y vestidos para ser llevados a la habitación privada que Isabella había reservado para ellos — Familia Rossi, los trillizos ya nacieron, por favor suban a la habitación doscientos siete del tercer piso, ellos serán llevados ahí por las enfermeras — Salió a avisar la trabajadora social — ¡Oh... los bebés ya nacieron, que felicidad! Pero...¿Dígame cómo está mi hija? ¿Ella está bien? — Isaías Rossi preguntaba por su princesa — Ella está bien, estará en observación por unas horas, eso es para asegurarse que todo marche bien, después será llevada a la habitación con sus hijos Pronto ya la familia estaba en el amplio cuarto privado, tenía un gran sofá para quien se quedara a cuidar de la paciente, una pequeña sala de estar y hasta una cocina integral, todo para que la estancia se sintiera cómoda y de primer nivel. — Buenas tardes, a
El silencio del CEO dejó escuchar la música de fondo del bar, él lo pensó un poco antes de responderle a su amigo. — No lo sé, nunca contemplé un matrimonio, más sin embargo a ella... ¿la amo? Lo que sé es que es la unica mujer que quiero que esté a mi lado — Sergey se estaba dando cuenta de cuanta falta le hacía Isabella, que no era que solo disfrutaba su comida, si no también su compañía. Un par de días después del nacimiento de los trillizos, habían dado de alta a la madre y los bebés, Isabella todavía no podía moverse mucho, caminaba con cuidado y solo lo hizo para llegar a la mansión Rossi Esta era la primera vez que todos se daban cuenta de lo difícil que era cuidar de tres bebés a la misma vez, una limusina los había recogido en el hospital, los bebés venían en brazos de su abuela, su abuelo y su tío, ya Isabella tenía suficiente con poner su mano sobre su herida tratando de que no le doliera demasiado en el trayecto. La recién madre se detuvo al pie de las escaleras