El muchacho frente a Adrián abrió la boca para decir algo, pero parecía demasiado asustado. — No, no lo sé — dijo — . Le dije que yo no trabajaba aquí cuando ejecutaron los algoritmos de la inteligencia. Adrián sacó su teléfono y marcó un número.— Presidencia Vital — contestó Ismael al otro lado. — Ismael, soy Alfonso. Por favor, necesito que investigues el contrato laboral del joven de sistemas, ¿hace cuánto tiempo lo contrataron?El muchacho se encogió en su asiento. Esperaron por un minuto en silencio hasta que Ismael apareció con la respuesta. — Lleva unos tres años en la compañía. Hizo su pasantía de la universidad y también sus prácticas dentro de la empresa. Lo hizo muy bien, así que la empresa lo contrató de manera estable. Lleva unos tres años y medio junto con las prácticas.Adrián cortó la llamada y notó cómo el muchacho comenzó a asustarse realmente. Hizo las manos un puño para que el presidente no viera cómo le temblaban. — ¿Por qué me mientes? — le preguntó de for
La presencia del policía en su espalda era incómoda. La relación de ambos se había puesto muy tensa desde el momento en el que Alfonso había escapado de él.Cuando el policía llegó a casa, lo riñó y le prohibió explícitamente que escapara de nuevo de él o tendría que hablar con el juez. Adrián pensó que no pasaría de un regaño y que el policía volvería a ser el mismo de siempre, pero al siguiente día las cosas no fueron así.Según una empleada del servicio a la que Adrián preguntó en la mañana, las luces en la habitación del policía en la casa habían estado encendidas toda la noche.Cuando se levantó en la mañana, Francisco Scar se comportó de una manera perturbadora: se quedaba mirandolo fijamente, parecía que en cualquier momento le diría algo, pero se detenía siempre.En el transcurso de la casa a la empresa, la tensión era tan palpable en el ambiente que Adrián se asustó. Trató de ignorar la sensación y caminó hacia la oficina de Luciano, pero cuando estaba en el piso correcto, se
Adrián sintió un estremecimiento profundo en el cuerpo, algo que le entumeció las extremidades. Los ojos claros del hombre lo penetraban, lo traspasaban. Adrián no sabía cuánto conocimiento tenía el policía, cuánto podría haber descubierto. Así que no le pareció sensato mentirle; para qué si él ya conocía su nombre y probablemente todo lo demás. El policía seguía de pie frente a él, analizándolo detenidamente. — Aún no entiendo por qué — se preguntó en voz alta el policía mientras caminaba de un lado a otro. Adrián no podía hacer nada, sabía que el policía era más experimentado. Aunque él era fuerte, no podría someterlo.No le quedaba más que su intelecto para librarse de esa situación. Sintió como las barreras de todo lo que había construido en esas semanas se caían como piezas de dominó, como arena seca en el desierto. Se quedó sin habla mientras el policía seguía caminando de un lado a otro, observándolo detenidamente. — ¿Por qué? ¿Por qué hicieron esto? ¿Es alguna clase de brom
Adrián conocía el lugar, no ciertamente de forma exacta, pero todos los teatros tenían algo en común. Así que se deslizó entonces por los pasillos, los corredores y los camerinos. Podía sentir la presencia de Francisco en su espalda, podía sentir cómo le apuntaba con el arma. Le gritó un par de veces que se detuviera, pero Adrián sabía que no podía hacerlo, sabía que debía continuar. No podía dejarse atrapar por el hombre o ese sería el fin.Entró en un camerino y cerró la puerta pasándole el pestillo. Estaba relativamente oscuro; un bombillo color naranja iluminaba la habitación y creaba sombras espantosas.Había flores en un jarrón y el espejo le devolvió la mirada. Se encontró con un Adrián pálido, con el rubio cabello despeinado, pero no tenía tiempo de nada más. Sacó su celular para intentar pedir ayuda, pero ¿a quién le iba a pedir ayuda?No tenía a nadie más, no tenía nada más. La única persona en su vida era su hermana Ana María, pero ella no podría hacer nada por él. Nadie p
Francisco reprodujo por décima vez la grabación de seguridad en la que se escuchaba la historia de Adrián. Era un artefacto que tenían en la solapa de la chaqueta todos los policías de la estación.Grababa audio y video en tiempo real; era una herramienta bastante eficaz. Él comprobó una y otra vez lo que el hombre le había dicho. La verdad, todo concordaba con la historia que había encontrado de él en internet, con todo lo que había encontrado en los registros de los hospitales en los que había ingresado. Era clara y evidente: él tenía razón, alguien había intentado matarlo por muchos años.Misteriosamente, los archivos de su nacimiento, no como un Velasco sino como un Torrealba, habían desaparecido. No logró encontrar por ninguna parte ni el acta de nacimiento ni el acta de nacido vivo que debía expedir el hospital.Según el hombre que lo había criado, todo había sucumbido en un incendio en el hospital. Pasó toda la noche investigando, pero la información de Adrián era relativamente
Hannah le dio un último trago a la bebida que tenía sobre el regazo. Estaba tan fría que el líquido le pasó raspando la garganta.Estaba sentada en la sala con el teléfono en una mano y el celular en la otra. Estaba desesperada, asustada. No había pegado un ojo en toda la noche. Alfonso no contestaba su celular, Francisco no contestaba su celular en la policía. Nadie le daría respuesta. Lo único que ella sabía era que su esposo había desaparecido.Se le erizó el cabello, aterrada y asustada. Todo el día no hizo más que esperar la llegada de Alfonso. En la noche tenía que enfrentarlo, tenía que decirle que ella no se iría, que ella no lo abandonaría, que correría el riesgo a su lado, pero el hombre no llegó.Lo esperó hasta las 9, hasta las 10, hasta las 11 de la noche. Pero cuando la medianoche se acercaba de verdad, comenzó a preocuparse, y lo hizo aún más cuando llamó a su amigo Ismael y el joven le confirmó que él y el policía habían salido de la empresa incluso antes de que se ano
Hannah sintió una arrolladora sensación de miedo, como si algo dentro de ella se rompiera, pero fue leve, apenas un microsegundo en el que creyó las palabras de Alfonso. Sin embargo, luego lo observó detenidamente, notó el oscurecimiento en el color de sus ojos, el parpadeo nervioso, la incapacidad de sostenerle la mirada al hablar, el gesto derrotado mientras subía por las escaleras.No se había dado cuenta del momento en el que se había sentado en el mueble, presa de un desaliento en las piernas. Había apretado con tanta fuerza los puños que se había clavado las uñas en las palmas. Pero Alfonso mentía. Claro que lo hacía. La forma en la que lo había dicho, el dolor en sus palabras, él quería alejarla para protegerla y diría lo que fuese necesario para hacerlo.Pero Hannah no era una niña. Tomaba sus propias decisiones. No le importaba el dolor que tal vez, hipotéticamente, Alfonso pudiera causarle. No entendía qué era lo que sucedía dentro de sí misma. Estaba enamorada del mismo hom
Francisco se quedó en el marco de la puerta, conteniendo el aliento por un segundo. Luego dejó escapar un gran suspiro. Ante la presencia de Hannah, no tuvo más remedio que menear la mano en el aire para tratar de restarle importancia. — ¿está pasando algo? ¿Qué se supone que debería estar pasando?— Yo sé que están pasando cosas raras con — La mujer dio un paso al frente para intentar entrar a la habitación, pero el hombre se interpuso. Era tan alto y fuerte que Hannah estaba segura de que no sería capaz de cruzar a la fuerza. De todas formas, estaba segura de que no encontraría nada dentro de la habitación del policía. — No ha sucedido nada — le dijo el policía — . No está pasando nada y todo está bien. Anoche salimos a tomar unas copas, nada más. Se nos hizo tarde en el bar, hablando hasta que nos echaron y ya.Hannah lo observó con perspicacia. Esa no era la misma historia que había contado Alfonso, así que aquello le aclaró que ambos hombres escondían algo y ella estaba dispu