Adrián conocía el lugar, no ciertamente de forma exacta, pero todos los teatros tenían algo en común. Así que se deslizó entonces por los pasillos, los corredores y los camerinos. Podía sentir la presencia de Francisco en su espalda, podía sentir cómo le apuntaba con el arma. Le gritó un par de veces que se detuviera, pero Adrián sabía que no podía hacerlo, sabía que debía continuar. No podía dejarse atrapar por el hombre o ese sería el fin.Entró en un camerino y cerró la puerta pasándole el pestillo. Estaba relativamente oscuro; un bombillo color naranja iluminaba la habitación y creaba sombras espantosas.Había flores en un jarrón y el espejo le devolvió la mirada. Se encontró con un Adrián pálido, con el rubio cabello despeinado, pero no tenía tiempo de nada más. Sacó su celular para intentar pedir ayuda, pero ¿a quién le iba a pedir ayuda?No tenía a nadie más, no tenía nada más. La única persona en su vida era su hermana Ana María, pero ella no podría hacer nada por él. Nadie p
Francisco reprodujo por décima vez la grabación de seguridad en la que se escuchaba la historia de Adrián. Era un artefacto que tenían en la solapa de la chaqueta todos los policías de la estación.Grababa audio y video en tiempo real; era una herramienta bastante eficaz. Él comprobó una y otra vez lo que el hombre le había dicho. La verdad, todo concordaba con la historia que había encontrado de él en internet, con todo lo que había encontrado en los registros de los hospitales en los que había ingresado. Era clara y evidente: él tenía razón, alguien había intentado matarlo por muchos años.Misteriosamente, los archivos de su nacimiento, no como un Velasco sino como un Torrealba, habían desaparecido. No logró encontrar por ninguna parte ni el acta de nacimiento ni el acta de nacido vivo que debía expedir el hospital.Según el hombre que lo había criado, todo había sucumbido en un incendio en el hospital. Pasó toda la noche investigando, pero la información de Adrián era relativamente
Hannah le dio un último trago a la bebida que tenía sobre el regazo. Estaba tan fría que el líquido le pasó raspando la garganta.Estaba sentada en la sala con el teléfono en una mano y el celular en la otra. Estaba desesperada, asustada. No había pegado un ojo en toda la noche. Alfonso no contestaba su celular, Francisco no contestaba su celular en la policía. Nadie le daría respuesta. Lo único que ella sabía era que su esposo había desaparecido.Se le erizó el cabello, aterrada y asustada. Todo el día no hizo más que esperar la llegada de Alfonso. En la noche tenía que enfrentarlo, tenía que decirle que ella no se iría, que ella no lo abandonaría, que correría el riesgo a su lado, pero el hombre no llegó.Lo esperó hasta las 9, hasta las 10, hasta las 11 de la noche. Pero cuando la medianoche se acercaba de verdad, comenzó a preocuparse, y lo hizo aún más cuando llamó a su amigo Ismael y el joven le confirmó que él y el policía habían salido de la empresa incluso antes de que se ano
Hannah sintió una arrolladora sensación de miedo, como si algo dentro de ella se rompiera, pero fue leve, apenas un microsegundo en el que creyó las palabras de Alfonso. Sin embargo, luego lo observó detenidamente, notó el oscurecimiento en el color de sus ojos, el parpadeo nervioso, la incapacidad de sostenerle la mirada al hablar, el gesto derrotado mientras subía por las escaleras.No se había dado cuenta del momento en el que se había sentado en el mueble, presa de un desaliento en las piernas. Había apretado con tanta fuerza los puños que se había clavado las uñas en las palmas. Pero Alfonso mentía. Claro que lo hacía. La forma en la que lo había dicho, el dolor en sus palabras, él quería alejarla para protegerla y diría lo que fuese necesario para hacerlo.Pero Hannah no era una niña. Tomaba sus propias decisiones. No le importaba el dolor que tal vez, hipotéticamente, Alfonso pudiera causarle. No entendía qué era lo que sucedía dentro de sí misma. Estaba enamorada del mismo hom
Francisco se quedó en el marco de la puerta, conteniendo el aliento por un segundo. Luego dejó escapar un gran suspiro. Ante la presencia de Hannah, no tuvo más remedio que menear la mano en el aire para tratar de restarle importancia. — ¿está pasando algo? ¿Qué se supone que debería estar pasando?— Yo sé que están pasando cosas raras con — La mujer dio un paso al frente para intentar entrar a la habitación, pero el hombre se interpuso. Era tan alto y fuerte que Hannah estaba segura de que no sería capaz de cruzar a la fuerza. De todas formas, estaba segura de que no encontraría nada dentro de la habitación del policía. — No ha sucedido nada — le dijo el policía — . No está pasando nada y todo está bien. Anoche salimos a tomar unas copas, nada más. Se nos hizo tarde en el bar, hablando hasta que nos echaron y ya.Hannah lo observó con perspicacia. Esa no era la misma historia que había contado Alfonso, así que aquello le aclaró que ambos hombres escondían algo y ella estaba dispu
Cuando Adrián cerró la puerta del auto con fuerza, el policía arrancó. Esta vez no se había sentado en la parte trasera, sino en el asiento del copiloto. Sabía que tendría una larga y exhaustiva conversación antes de llegar a la empresa. Y así fue. Una vez cruzaron por las amplias puertas de la mansión hacia la calle, fue el policía el que hizo la primera pregunta, serio: — ¿Vale la pena sacrificar todo lo que has sacrificado por una venganza?Adrián asintió. — Claro que lo es. Mi padre ha intentado matarme toda la vida. Cuando mi padre adoptivo, el que me crio, el que se suponía que debía haberme matado cuando era bebé, Javier, murió, logré sobornar con lo último que me quedaba de mis ahorros al sicario para que le dijera a mi padre que había logrado su cometido. Desde ese momento, me dejó en paz, pero sé que eso no durará mucho. Tiene espías e influencias. En el momento en que se entere de que sobreviví a ese ataque, intentará matarme otra vez. Más que una venganza, es supervivenc
Adrián se puso de pie y luego miró directamente al policía. — ¿De qué diablos estás hablando?El tono pálido de Francisco reflejaba su preocupación mientras caminaba de un lado para otro. — Bueno, el primer día que llegué a acompañarte a la empresa vino una actriz. Es una actriz famosa. ¿Recuerdas la de la película de acción, la que se hace pasar por una agente pero resulta que es otra agente? La que está en Metflix. — Ah, sí, la recuerdo. ¿Ella estuvo en Vital? — preguntó asombrado Adrián.Francisco asintió. — Sí, se me hizo tremendamente extraño, así que la seguí. Estaba preguntando por la oficina de Luciano. No logré escuchar muy bien lo que decían, pero hablaban de órganos, algo de que aún no estaban completamente maduros, de que debía esperar. Ella dijo que necesitaba hacerse la cirugía antes de comenzar a grabar su nueva película. En el momento, lo que se me ocurrió fue que tal vez Vital estuviera traficando órganos en el mercado negro. Es probable, aunque no entendí muy bi
Francisco estaba más confundido que nunca desde el momento en el que había escuchado lo que había hablado la actriz con Luciano.Le pareció que aquello era extraño, pero lo que había encontrado Adrián era incluso peor. Charlaron un rato más en la oficina, preguntaron si tal vez la actriz tenía una hermana gemela escondida, así como Alfonso lo tenía él, pero le parecía una coincidencia demasiado extraña.Después de salir de la oficina de Adrián para que trabajara, se enfrentó al mueble en el corredor y observó el video una y otra vez. Lo envió hacia la estación de policía y un rato después recibió la confirmación de que, en efecto, el sistema de reconocimiento facial había identificado como la actriz. — ¿Será ella? — se preguntó ¿Tal vez ese video pudo haber sido grabado en el tiempo en el que la mujer salió de Vital y se fue para Francia? Consideró.Pero lo cierto es que, según los informes que había logrado conseguir, la actriz había salido de la empresa, había pasado dos días en l