Hannah le dio un último trago a la bebida que tenía sobre el regazo. Estaba tan fría que el líquido le pasó raspando la garganta.Estaba sentada en la sala con el teléfono en una mano y el celular en la otra. Estaba desesperada, asustada. No había pegado un ojo en toda la noche. Alfonso no contestaba su celular, Francisco no contestaba su celular en la policía. Nadie le daría respuesta. Lo único que ella sabía era que su esposo había desaparecido.Se le erizó el cabello, aterrada y asustada. Todo el día no hizo más que esperar la llegada de Alfonso. En la noche tenía que enfrentarlo, tenía que decirle que ella no se iría, que ella no lo abandonaría, que correría el riesgo a su lado, pero el hombre no llegó.Lo esperó hasta las 9, hasta las 10, hasta las 11 de la noche. Pero cuando la medianoche se acercaba de verdad, comenzó a preocuparse, y lo hizo aún más cuando llamó a su amigo Ismael y el joven le confirmó que él y el policía habían salido de la empresa incluso antes de que se ano
Hannah sintió una arrolladora sensación de miedo, como si algo dentro de ella se rompiera, pero fue leve, apenas un microsegundo en el que creyó las palabras de Alfonso. Sin embargo, luego lo observó detenidamente, notó el oscurecimiento en el color de sus ojos, el parpadeo nervioso, la incapacidad de sostenerle la mirada al hablar, el gesto derrotado mientras subía por las escaleras.No se había dado cuenta del momento en el que se había sentado en el mueble, presa de un desaliento en las piernas. Había apretado con tanta fuerza los puños que se había clavado las uñas en las palmas. Pero Alfonso mentía. Claro que lo hacía. La forma en la que lo había dicho, el dolor en sus palabras, él quería alejarla para protegerla y diría lo que fuese necesario para hacerlo.Pero Hannah no era una niña. Tomaba sus propias decisiones. No le importaba el dolor que tal vez, hipotéticamente, Alfonso pudiera causarle. No entendía qué era lo que sucedía dentro de sí misma. Estaba enamorada del mismo hom
Francisco se quedó en el marco de la puerta, conteniendo el aliento por un segundo. Luego dejó escapar un gran suspiro. Ante la presencia de Hannah, no tuvo más remedio que menear la mano en el aire para tratar de restarle importancia. — ¿está pasando algo? ¿Qué se supone que debería estar pasando?— Yo sé que están pasando cosas raras con — La mujer dio un paso al frente para intentar entrar a la habitación, pero el hombre se interpuso. Era tan alto y fuerte que Hannah estaba segura de que no sería capaz de cruzar a la fuerza. De todas formas, estaba segura de que no encontraría nada dentro de la habitación del policía. — No ha sucedido nada — le dijo el policía — . No está pasando nada y todo está bien. Anoche salimos a tomar unas copas, nada más. Se nos hizo tarde en el bar, hablando hasta que nos echaron y ya.Hannah lo observó con perspicacia. Esa no era la misma historia que había contado Alfonso, así que aquello le aclaró que ambos hombres escondían algo y ella estaba dispu
Cuando Adrián cerró la puerta del auto con fuerza, el policía arrancó. Esta vez no se había sentado en la parte trasera, sino en el asiento del copiloto. Sabía que tendría una larga y exhaustiva conversación antes de llegar a la empresa. Y así fue. Una vez cruzaron por las amplias puertas de la mansión hacia la calle, fue el policía el que hizo la primera pregunta, serio: — ¿Vale la pena sacrificar todo lo que has sacrificado por una venganza?Adrián asintió. — Claro que lo es. Mi padre ha intentado matarme toda la vida. Cuando mi padre adoptivo, el que me crio, el que se suponía que debía haberme matado cuando era bebé, Javier, murió, logré sobornar con lo último que me quedaba de mis ahorros al sicario para que le dijera a mi padre que había logrado su cometido. Desde ese momento, me dejó en paz, pero sé que eso no durará mucho. Tiene espías e influencias. En el momento en que se entere de que sobreviví a ese ataque, intentará matarme otra vez. Más que una venganza, es supervivenc
Adrián se puso de pie y luego miró directamente al policía. — ¿De qué diablos estás hablando?El tono pálido de Francisco reflejaba su preocupación mientras caminaba de un lado para otro. — Bueno, el primer día que llegué a acompañarte a la empresa vino una actriz. Es una actriz famosa. ¿Recuerdas la de la película de acción, la que se hace pasar por una agente pero resulta que es otra agente? La que está en Metflix. — Ah, sí, la recuerdo. ¿Ella estuvo en Vital? — preguntó asombrado Adrián.Francisco asintió. — Sí, se me hizo tremendamente extraño, así que la seguí. Estaba preguntando por la oficina de Luciano. No logré escuchar muy bien lo que decían, pero hablaban de órganos, algo de que aún no estaban completamente maduros, de que debía esperar. Ella dijo que necesitaba hacerse la cirugía antes de comenzar a grabar su nueva película. En el momento, lo que se me ocurrió fue que tal vez Vital estuviera traficando órganos en el mercado negro. Es probable, aunque no entendí muy bi
Francisco estaba más confundido que nunca desde el momento en el que había escuchado lo que había hablado la actriz con Luciano.Le pareció que aquello era extraño, pero lo que había encontrado Adrián era incluso peor. Charlaron un rato más en la oficina, preguntaron si tal vez la actriz tenía una hermana gemela escondida, así como Alfonso lo tenía él, pero le parecía una coincidencia demasiado extraña.Después de salir de la oficina de Adrián para que trabajara, se enfrentó al mueble en el corredor y observó el video una y otra vez. Lo envió hacia la estación de policía y un rato después recibió la confirmación de que, en efecto, el sistema de reconocimiento facial había identificado como la actriz. — ¿Será ella? — se preguntó ¿Tal vez ese video pudo haber sido grabado en el tiempo en el que la mujer salió de Vital y se fue para Francia? Consideró.Pero lo cierto es que, según los informes que había logrado conseguir, la actriz había salido de la empresa, había pasado dos días en l
Francisco se interpuso entre los hombres e Ismael. El joven notó cómo el cuello del hombre se hizo ancho cuando apretó los músculos de la espalda. El primero de los hombres, el que tenía el bate en la mano, corrió hacia el policía. Lanzó un batazo a su cabeza, pero Francisco lo esquivó con habilidad. El bate golpeó el suelo y se rompió en varios fragmentos de astillas.El policía aprovechó el descuido del hombre para darle una fuerte patada en el costado que lo tiró hacia un lado, gritando de dolor.Los demás se abalanzaron hacia él con rabia. Algunos tenían botellas, otros tenían cuchillos, pero el policía esquivaba con habilidad.A uno de los atacantes le rompió la nariz, se escuchó cómo probablemente rompió el hueso de una mano y pateó varias caras.Se hizo una pelea encarnizada; todos trataban de herir al policía. El hombre del bate utilizó el fragmento astillado que tenía para apuñalarlo, pero Francisco se lo quitó y con el mismo le rompió la nariz.El hombre retrocedió hacia atr
Adrián llegó a casa gracias a alguien del esquema de seguridad de Vital. Le pareció curioso que Francisco se hubiese marchado con Ismael. No había notado ninguna interacción importante entre los dos prácticamente desde el primer momento. Así que cuando llegó a casa, se encontró con su sobrino. El niño estaba esperando con el balón al policía. — ¿Dónde está Francisco? — preguntó el niño.Adrián le despeinó el cabello con ternura. — Recuerda que no debes esforzarte, la cirugía aún sigue reciente.El niño se encogió de hombros. Todas las tardes jugaba con el policía. Básicamente el hombre le tiraba la pelota y él la devolvía, tratando de que el niño hiciera el menor esfuerzo posible, pero debía moverse. Eso había dicho Francisco: si no se movía, la recuperación sería más lenta. — Si quieres, puedes jugar conmigo.La sonrisa del niño se iluminó. — ¿Harías eso por mí? — Claro que sí.Adrián pasó el resto de la tarde hasta que cayó la noche en el patio con el niño. Aún no podía correr