IMPERIO.
Trabajé durante unas horas, necesitaba distraer mis pensamientos, aunque era muy difícil y pese a que Tristán se había comportado como un verdadero caballero. Yo no podía dejar de pensar en su mirada puesta sobre mí.
Deje de pensar en lo ocurrido ahí en el estudio, al escuchar el auto de Valerio estacionarse. Salí de la habitación para dirigirme a la cocina. Tenía que preparar el almuerzo, esperaba que, como todos los sábados, almorzáramos y él subiera a la habitación y se encerrara a dormir, yo necesitaba ocuparme en el trabajo y no quería discutir con él y hacerle sospechar lo que me traía entre manos.
Mi sorpresa fue grande al ver que no se trataba de Valerio, sino de Luciano, quien hablaba en la sala con Tristán y Ofelia.
—Señora Acosta —salu
IMPERIO.Después del corto beso que Tristán dejó en mis labios. Salí con rumbo a mi habitación, con miles de emociones atravesando mi cuerpo. Agradecí el que Valerio estuviera dormido, de esa manera evitaríamos un enfrentamiento de palabras. Estaba cansada de él y de todo.A la mañana siguiente me levanté con los ánimos a flor de piel. Camine a la cocina para encontrarme a Tristán, él me sonrió apenas me vio llegar y mi corazón dio un vuelco para el que no estaba preparada.—Buenos días, Imperio —saludó con la sonrisa aún dibujada en su rostro. Una corriente eléctrica corrió por mi cuerpo, cuando él me tomó de la mano dejó algo en ella que me hizo bajar la mirada.—¿Qué es esto Tristán? —pregunt
IMPERIO.No podía pensar con la boca de Tristán sobre la mía, abrí un poco más la boca para darle acceso a ella, nuestras lenguas se rozaron entre sí. Era un beso húmedo y exigente, como no había sido besada jamás. Mi cerebro trató de abrirse paso hacía la cordura; pero lo frené, sabía que este momento podía ser un error, una equivocación de grandes magnitudes, pero quería vivir y sentir de nuevo y Tristán estaba haciendo exactamente eso.Me sentía viva con cada arremetida de su lengua en mi cavidad bucal, aumentando mi deseo. Yo podía ser trece años mayor; pero mi experiencia era inexistente, solo había conocido los besos de Valerio. Me negué a seguir la línea de mis pensamientos. Solo deseaba pensar en mí y en este momento que estaba teniendo con Tristán.Tr
IMPERIOUna calidez me abrazó el alma, esboce una pequeña sonrisa al escuchar sus palabras. Tristán era el hombre perfecto. Era una pena que yo no fuese libre, para amarlo como deseaba. Aun así, no quería perderlo. Estaba loca; pero no podía negar los sentimientos que nacieron en mi corazón, era imposible no amarlo.—No voy a obligarte a nada, así es cómo funciona el amor para mí, Imperio. Puedes pensarlo y elegir en algún momento y cualquiera que sea tu decisión. Voy a respetarla.Mi corazón latió locamente, este hombre era el amor en su máxima expresión. No pude responder, no sabía qué decir. Él dejó un beso en mi mejilla y salió de la cocina. Dejándome con miles de inquietudes y el deseo desbordante de estar nuevamente entre sus brazos.
TRISTÁN.Traté de concentrarme en el trabajo, luché por apartar a Imperio de mis pensamientos, pero me era imposible. No sé exactamente ella se metió tan adentro de mi corazón. No fue algo premeditado.Al principio quise ayudar a que su carga fuera más llevadera, pero con cada desplante de mi tío y de mi prima. La necesidad de protegerla fue aumentando en mí. Me preguntaba constantemente si era el único capaz de ver a Impero como una mujer inteligente y cada vez parecía que era así.Desde el día que salimos a las piscinas a petición de Luciano, todo parecía ir de mal en peor. Mi tío quien no se mordió la lengua con insinuaciones hacia mi jefe y amigo. Ofelia presta y dispuesta a obedecer ciegamente a su padre. Había sido suficiente para provocar molestia tanto en Luciano como a mí.Y todo podría haber
IMPERIO. Había esperado alrededor de un cuarto de hora para ser atendida por los representantes de Fátima. Y tres horas más, mientras los dueños revisaban el trabajo meticulosamente. Estaba nerviosa, quería ponerme de pie y caminar de un lado a otro, pero me obligué a permanecer sentada, a la espera del resultado final. Apenas la señora Camila atravesó las puertas de la oficina, supe que eran buenas noticias. —Felicidades, señora Imperio, sus diseños son maravillosos, únicamente necesito que corrija dos modelos, las necesito en talla grande, por lo demás estoy realmente encantada con su trabajo. —Muchas gracias a usted por la oportunidad, señora Camila, no sabe lo que esto significa para mí —dije con total sinceridad. Mi padre y Tristán tenían razón, yo podía valerme por mí misma y aunque mi deseo era brincar y gritar de emoción. Sonreí únicamente en agradecimiento, me despedí y me dirigí a casa completamente fel
IMPERIO.—Buenos días —escuché la voz de Tristán a mis espaldas, sentí que el cuerpo me temblaba como gelatina. Me giré para verlo con una hermosa sonrisa en los labios y mi corazón latió enloquecido.—Buenos días, Tristán ¿Luciano? —pregunté, no me había acercado a él, por temor a la presencia de su amigo.—Se marchó al amanecer. Gracias por dejarnos tu estudio, hemos avanzado lo suficiente y terminaremos en la oficina el lunes a primera hora.Asentí, me alegré por él. Se merecía que su vida personal y profesional estuviese lleno de éxitos, era un hombre maravilloso; pero tenía la impresión de que algo deseaba decir.—¿Secretos entre nosotros? Pregunté, girándome hacia la est
IMPERIO.Volvimos a casa cerca del amanecer. No era capaz de reconocerme, no quedaba nada de la vieja Imperio en mí. Me sentía renovada, rejuvenecida y sobre todo me sentía amada por un hombre maravilloso como Tristán. Sé que estaba cometiendo un error y que estaba siendo infiel a Valerio. Por lo que decidí tomar el toro por los cuernos y apenas volviera le pediría el divorcio sin perder el tiempo ya había perdido diecinueve años de mi vida, eso era suficiente.Pasé por la habitación de Ofelia, sonreí al verla profundamente dormida. Esperaba y deseaba que su cambio fuera sincero y que a partir de ahora nuestra relación fuera a mejor. No sabía cómo podía tomarse el tema del divorcio porque era un hecho que adoraba a Valerio. Aun así, yo personalmente ya no estaba dispuesta a ser una esposa de adorno. Tenía derecho a
TRISTÁN.—¿Qué me estás diciendo, Luciano? —Enmudecí al escuchar las palabras de Luciano, había varias semanas que lo sentía un tanto distante, como si entre nosotros hubiese sucedido algo y yo fuera el único que no se enteró, pero esto que acaba de decirme me dejó en completo silencio. Comprendía su molestia; pero yo no era responsable de nada.—Lo que acabas de escuchar, la noche que saliste a cenar con Imperio. Ofelia me llamó pidiendo ayuda porque un tipo quería entrar a la casa. Cuando llegué no había nadie, pero vi que la puerta estaba forzada, así que me quedé a hacerle compañía, charlamos y me ofreció un refresco, el cual acepté porque nunca me imaginé que iba a drogarme ¡Me drogó! Esa chiquilla es el demonio.Me puse de pie e i