IMPERIO.
Había esperado alrededor de un cuarto de hora para ser atendida por los representantes de Fátima. Y tres horas más, mientras los dueños revisaban el trabajo meticulosamente. Estaba nerviosa, quería ponerme de pie y caminar de un lado a otro, pero me obligué a permanecer sentada, a la espera del resultado final. Apenas la señora Camila atravesó las puertas de la oficina, supe que eran buenas noticias.
—Felicidades, señora Imperio, sus diseños son maravillosos, únicamente necesito que corrija dos modelos, las necesito en talla grande, por lo demás estoy realmente encantada con su trabajo.
—Muchas gracias a usted por la oportunidad, señora Camila, no sabe lo que esto significa para mí —dije con total sinceridad. Mi padre y Tristán tenían razón, yo podía valerme por mí misma y aunque mi deseo era brincar y gritar de emoción. Sonreí únicamente en agradecimiento, me despedí y me dirigí a casa completamente fel
IMPERIO.—Buenos días —escuché la voz de Tristán a mis espaldas, sentí que el cuerpo me temblaba como gelatina. Me giré para verlo con una hermosa sonrisa en los labios y mi corazón latió enloquecido.—Buenos días, Tristán ¿Luciano? —pregunté, no me había acercado a él, por temor a la presencia de su amigo.—Se marchó al amanecer. Gracias por dejarnos tu estudio, hemos avanzado lo suficiente y terminaremos en la oficina el lunes a primera hora.Asentí, me alegré por él. Se merecía que su vida personal y profesional estuviese lleno de éxitos, era un hombre maravilloso; pero tenía la impresión de que algo deseaba decir.—¿Secretos entre nosotros? Pregunté, girándome hacia la est
IMPERIO.Volvimos a casa cerca del amanecer. No era capaz de reconocerme, no quedaba nada de la vieja Imperio en mí. Me sentía renovada, rejuvenecida y sobre todo me sentía amada por un hombre maravilloso como Tristán. Sé que estaba cometiendo un error y que estaba siendo infiel a Valerio. Por lo que decidí tomar el toro por los cuernos y apenas volviera le pediría el divorcio sin perder el tiempo ya había perdido diecinueve años de mi vida, eso era suficiente.Pasé por la habitación de Ofelia, sonreí al verla profundamente dormida. Esperaba y deseaba que su cambio fuera sincero y que a partir de ahora nuestra relación fuera a mejor. No sabía cómo podía tomarse el tema del divorcio porque era un hecho que adoraba a Valerio. Aun así, yo personalmente ya no estaba dispuesta a ser una esposa de adorno. Tenía derecho a
TRISTÁN.—¿Qué me estás diciendo, Luciano? —Enmudecí al escuchar las palabras de Luciano, había varias semanas que lo sentía un tanto distante, como si entre nosotros hubiese sucedido algo y yo fuera el único que no se enteró, pero esto que acaba de decirme me dejó en completo silencio. Comprendía su molestia; pero yo no era responsable de nada.—Lo que acabas de escuchar, la noche que saliste a cenar con Imperio. Ofelia me llamó pidiendo ayuda porque un tipo quería entrar a la casa. Cuando llegué no había nadie, pero vi que la puerta estaba forzada, así que me quedé a hacerle compañía, charlamos y me ofreció un refresco, el cual acepté porque nunca me imaginé que iba a drogarme ¡Me drogó! Esa chiquilla es el demonio.Me puse de pie e i
IMPERIO.Al día siguiente, Tristán curó la herida que el golpe de Valerio me había causado. Pero ni siquiera podía sentir el dolor, mi corazón estaba totalmente destrozado y no podía pensar en nada más que en el embarazo de Ofelia.—Trata de relajarte, por favor Imperio. Lo que Valerio ha hecho ha sido terrible, ni siquiera puedo atreverme a llamarlo con familiaridad. Cada una de sus acciones es peor que la otra, no hay explicación para su comportamiento.Agradecía profundamente el tener a Tristán a mi lado en estos momentos de dificultad. Para él desde luego que las cosas no eran simples y fáciles. Valerio era su tío de sangre y yo, bueno no quería catalogar nuestra relación con alguna etiqueta ahora. Lo único importante era su presencia pues sin él seguramente estaría ahogá
TRISTÁN.Me dirigí al trabajo después de despedirme de Imperio. Deseaba que pronto esta tormenta pasara. Mientras yo no sabía en qué punto me colocaba todo aquello. Entendería si Luciano prescindiera de mis servicios y hasta decidiera terminar nuestra amistad. ¿Qué era lo que mi tío tenía en la cabeza?, no podía comprender por mucho que lo intentaba. Valerio era mucho peor de lo que mi madre había sido. Al menos tuve la tranquilidad de que nunca trató de manipularme de esa manera o quizá se debió a su poco interés en mí. No lo sabía y a estas alturas sería difícil saberlo.Me dirigí a la oficina, no sabía con lo que podía encontrarme. Llamé con dos toques a la puerta antes de escuchar la voz de Luciano al otro lado de la puerta. Entré cuando él me lo indicó.
IMPERIO.Suspiré cansada, observé la hora en el reloj sobre mi escritorio, eran poco más de las dos de la mañana. El tiempo había corrido con prisa. Me estiré sobre la silla, la espalda me dolía por el tiempo que llevaba sentada. Otro estudio de diseño se había interesado en mis servicios y antes que pudiera darme cuenta estaba firmando por tres colecciones de lencería para diferente público; era la razón por la cual me encontraba trabajando hasta la madrugada.No podía quejarme de mi nueva vida, tenía trabajo y no era poco. Mi divorcio estaba progresando mejor de lo que podía esperar, debido a los antecedentes de violencia y daño psicológico, Valerio estaba obligado a firmar el divorcio por las buenas o por las malas. De momento el abogado que llevaba mi caso, había logrado conseguir una orden de alejamiento y Valerio no pod&ia
IMPERIO.Dos horas después salimos de la clínica, sentía una profunda tristeza por la situación de Ofelia, siendo mi hija siempre desee lo mejor del mundo para ella, sin embargo sus acciones la llevaron por un camino totalmente distinto. Pero… ¿Qué podía hacer? Más que brindarle mi apoyo incondicional y mi amor de madre. Pero sin darle ya ningún privilegio de lo que antes gozó, ella debía aprender que la vida no era fácil y que todo conllevaba esfuerzo y sacrificio.—Te dejaré en casa, tengo que reunirme con mi abogado —dije mientras ponía el auto en marcha.—Gracias mamá por estar a mi lado, no lo merezco, pero aun así, tu sigues aquí —dijo con ojos brillantes.—Estaré para ti siempre cariño, pero el resto del camino es tuyo —dije con una sonrisa, dándole la
—¡No puedes hacerme esto mamá! ¡Soy tu hija! —gritó Ofelia, pero esta vez no iba a ceder.—Exactamente Ofelia, eres mi hija por lo tanto no vas a chantajearme con tus tonterías. Si quieres irte las puertas de mi casa están abiertas, te lo he dicho ya —dije sin inmutarme.Ofelia se levantó con enojo del sofá donde se había sentado y salió a su habitación, yo sabía que de ahí ella no se movería.—¿De verdad crees que no se irá?En la voz de Tristán había duda, sabía que su principal miedo era que Ofelia volviera a distanciarse de mí por su culpa.—¿Lo crees tú? —pregunté —. Conozco a mi hija Tristán, no irá a ningún lado, por el simple hecho que se lo estoy permitiendo. En todo caso cariño, ella tiene que comprender que