RESPIRA POR TI.

Tristán.

Caminé desde la casa de Imperio hacia el centro de la ciudad, no había mucha distancia y podía recorrerlo sin ningún problema. Sus palabras se repetían una y otra vez en mi cabeza lastimando y lacerando mi corazón como jamás imaginé que lo haría. Y aun así era muy capaz de comprenderla.

Vivir con Valerio no debió ser nada fácil y el peor del caso es que no fueron dos o tres años, fueron dieciocho años de sentirse enjaula, presa y el miedo de alguna manera volvió adueñarse de su corazón.

—¡Maldición! —grité mi ira al viento, cerré los ojos para evitar que aquellas caprichosas lágrimas rodaran por mis mejillas. Era un hombre, pero… ¿Quién dice que los hombres no deben llorar? Quién lo dijo seguramente nunca amó de verdad.

Y eso

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