INVITADO

Le di las llaves del auto a Tristán. Después de lo que hice me consideraba incapaz de conducir para volver a casa. Tenía un contrato para diseñar durante las próximas dos temporadas y debía presentar los bocetos a la brevedad posible. Tenía un trabajo arduo por delante, pero nunca jamás en la vida me había sentido tan plena como me sentía en estos momentos. Estaba decidida a cumplir mis metas.

—¿Cómo te sientes, siendo oficialmente una diseñadora exclusiva de Fátima? —Tristán me preguntó con una sonrisa en los labios. Él se mostraba feliz y yo estaba dichosa, tenía poco más de cuatro semanas de conocerlo, pero con él me sentía plena y segura.

—Estoy feliz Tristán, pero también tengo miedo de que tu tío se entere de lo que he hecho —respondí con sinceridad. No sabía lo que podría ocurrir si Valerio llegará a enterarse de que había firmado el contrato, desafiando su voluntad.

—Es probable que se moleste, pero no le pongas atención. Si mi tío, es como mi madre se le pasará. Ella era así, una vez que no lograba estropear los planes de mi padre, buscaba arruinar la vida de alguien más.

Fruncí el ceño ante sus palabras. No sabía nada de mi cuñada, nunca la había conocido; pero a palabras de Tristán no parecía ser una buena persona.

—¿No fue buena contigo? —, pregunte sin poder evitarlo. Él se encogió de hombros antes de hablar.

—Mi madre trabajaba la mayor parte del tiempo, se limitaba a dejar el dinero suficiente para llevar el día. No fue una ama de casa entregada como lo eres tú. Papá y yo pasamos necesidades y tuve que aprender a cocinar y limpiar a muy temprana edad. Hacerlo ahora no me pesa, estoy acostumbrado.

No podía imaginarlo de niño pasando hambre u otra necesidad por la falta de atención de su madre.

—¿Y tu padre? —pregunté, aunque no sé por qué razón lo hice, si Amy era parecida a Valerio lo más probable es que el padre fuera mi versión masculina.

—Mi padre siempre cedió ante ella, su carácter era demasiado apacible y evitar los problemas entre ellos siempre fue su prioridad. Realmente creía que lo hacía para que yo no los viera discutir, en fin, nunca lo sabré.

No sabía que decirle, posé mi mano sobre su hombro en un gesto de apoyo. Dándome cuenta de que yo hacía exactamente lo mismo. Callar y aceptar para que Ofelia no nos viera discutir, nuestras palabras de cariño eran por costumbre más que por sentimientos.

—Siento mucho lo de tus padres, Tristán —apreté su hombro y él asintió sin decirme nada.

—No tiene caso hablar de los muertos, Imperio. Si te lo mencioné es para que tú no te pongas frenos, haz lo que tu corazón te dicte —temblé al sentir el dedo de Tristán sobre mi pecho, justo donde latía mi corazón con fuerza y aceleradamente.

—Gracias, no debe ser fácil para ti ponerlos de ejemplo —susurré, no sabía qué otra cosa decirle. Él negó con una pequeña sonrisa.

—No te preocupes estoy bien. Te invito a comer, este triunfo tuyo debemos celebrarlo.

Tristán no me dio tiempo siquiera de responder, giró sobre la calzada y volvió al centro de la ciudad.

Sonríe y decidí olvidarme de los nervios y de lo que podría ocurrir sin Valerio se enteraba, me concentré en la conversación con Tristán, mientras disfrutamos de nuestra comida. Él me platicó acerca de su trabajo en la oficina y de los proyectos en los cuales estaba al frente.

—¿Trabajarás los fines de semana? —pregunté, mientras bebía una taza de té, después de comer.

—Todo dependerá de la demanda en el proyecto, el condominio está en sus primeras fases, es probable que tenga que trabajar algún sábado completo o incluso algún domingo. Pero así es el trabajo, hay que aprovechar mientras lo tengamos.

Comprendí sus palabras, pero me parecía extraño que no saliera los fines de semana, era nuevo en la ciudad, pero en el trabajo debía tener compañeros de trabajo y su amigo Luciano.

—Espero que todo salga como lo tienes planeado Tristán. Realmente eres un hombre único, tu corazón es muy noble. Gracias por tener la disposición de ayudarme —no podía dejar pasar la oportunidad de agradecerle. Él sonrió y yo le correspondí. Me di cuenta de que desde su llegada sonreía más seguido.

Volvimos a casa por la tarde, antes de que Valerio y Ofelia volvieran, me sentía molesta aún por su actitud y molesta conmigo misma por permitirlo siempre. Me di prisa para preparar la cena, no me sorprendí al ver a Tristán llegar para ayudarme; pero su móvil sonó y se disculpó para atender, negué con un movimiento de cabeza. Era yo quien debía disculparme por estar convirtiéndolo en mi ancla.

— ¿Te molestaría si invitó a mi amigo a cenar? —preguntó tapando con una mano su móvil, para que su amigo no escuchará mi respuesta en caso de ser negativa; pero ¿Podría negarle una petición tan sencilla?

—Por supuesto que puedes invitarlo Tristán, siendo tu amigo será bienvenido a casa, somos una familia —respondí y él me sonrió apenas confirmó la invitación dio por terminada la llamada.

—Tu amigo ¿Tiene novia? —pregunté preocupándome por Ofelia, mi hija era joven y hermosa, era mi deber saber a quién metía a mi casa, aunque confiaba en Tristán, no conocía a su amigo más allá de su nombre.

—No, Luciano hasta el momento se ha dedicado al trabajo, su padre emprende proyectos cada día. Y es Luciano quien está al frente de todos, el pobre apenas tiene tiempo para respirar.

Asentí, sin saber qué decir. Me ocupé de la cena, mientras Tristán, me ayudaba a poner la mesa y tener preparado todo para cuando mi familia y Luciano llegarán. El sonido de la puerta me sobresaltó, pues no esperaba que llegará tan pronto.

—¿Puedo utilizar tu estudio un momento? Luciano trae un nuevo proyecto que deseamos revisar antes de presentarlo mañana.

—Ninguno, por favor siéntete libre, esta es tu casa —respondí. Él salió y tres minutos después escuché su voz llamándome.

—Imperio, podrías venir un momento por favor —salí para atender su llamado, traté de acomodarme del delantal de cocina para estar medianamente presentable.

—Te presento a mi mejor amigo Luciano Barrera. Luciano, Imperio Acosta —pronunció. Luciano me extendió la mano para saludar el cual tomé para responder a su saludo.

—Encantado de conocerla señora Acosta, espero no causarle molestias, pero me urge revisar algunos datos con Tristán —se disculpó. El hombre era bastante guapo, sus ojos negros tan profundos como la noche, de piel morena y cabello crespo.

—No se preocupe señor Barrera, es un gusto tenerlo en esta casa, Tristán me ha hablado de usted —respondí sin saber exactamente qué decir, lo vi negar y yo no sabía el motivo.

—Por favor solamente Luciano

—Trataré de hacerlo, no le prometo nada. Les llamaré en cuanto la cena esté lista, hagan ustedes su trabajo —dije antes de salir de nuevo a la cocina para terminar de preparar la cena, escuche la puerta abrirse y cerrarse, supuse que Valerio y Ofelia habían llegado, esta vez no me preocupe por salir a su encuentro. Seguía molesta por su actitud hacía conmigo.

Media hora después nos reunimos en la mesa, Tristán presentó a Luciano ante Valerio y Ofelia antes de servir la cena. Me sorprendí del comportamiento de Ofelia, no podía creer que se hubiese convertido en una persona tan conversadora, apenas Tristán había presentado a su amigo y ella se soltó de lengua. Ella casi nunca hablaba mientras comía y ahora mismo parecía un lorito y estaba segura de que si pudiera hablaría hasta por los codos.

—Siempre que necesite trabajar pueden hacerlo en casa, no tenemos ningún problema con eso, el estudio siempre está disponible —ofreció Valerio, la sospecha creció rápidamente en mí, mi marido tampoco era un hombre dado a conversar tanto, pero hoy había hablado incluso sobre su trabajo.

»No se desvelen, me retiro, mañana tengo trabajo que hacer —se disculpó, mientras se ponía de pie para salir del comedor. La rutina de Valerio era siempre la misma: despertar, desayunar, trabajar, cenar y dormir. Estaba cansada de la rutina en la que mi vida se había convertido. Nuestra relación, era costumbre simplemente, desde que hace mucho tiempo entre Valerio y yo, la llama parecía haberse apagado y no había nada más entre nosotros que Ofelia.

—Descansa amor —dije con una sonrisa fingida, recibí el beso rutinario de todos los días.

—No demores cariño —asentí, mientras suspiraba. Si me daba prisa era solamente para verlo dormir. Él salió del comedor, mientras me dispuse a levantar la mesa.

—Ve a descansar, Luciano y yo nos ocuparemos de fregar —Tristán se ofreció amablemente como siempre, pero no podía permitir que hicieran tal cosa ¿Qué pensarían de mí?

—Si, mami ve a descansar o haz lo que tengas que hacer. Puedo ayudar a Tristán y Luciano a fregar —arqueé una ceja sin poder evitarlo ante las palabras de Ofelia, no podía creer que se ofreciera cuando nunca antes había sido tan colaboradora.

—Anda ve, me ocuparé de todo —dijo Tristán e imaginé que también se había dado cuenta de que la actuación de Ofelia era debido a la presencia de Luciano en casa. Salí de la cocina para ir a mi habitación, me pondría algo cómodo y esperaría a que Valerio se durmiera para iniciar con mi trabajo. El estudio estaría ocupado por lo que tendría que trabajar allí mismo.

Necesitaba ideas para crear una buena colección, debía hacer que un diseño superará al anterior. Por momentos lo veía imposible, pero luego recordaba que este era mi sueño.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo