Imperio.
Gimo bajo y ronco al sentir las manos de Tristán sobre mis pies, mientras estoy recibiendo el mejor masaje de mi vida, con siete meses de embarazo y mis pies se había hinchado debido a que estuve parada la mayor parte del día en la tienda, gracias al cielo teníamos un maravilloso movimiento y conseguimos algunos pequeños contratos con tiendas de la región para la distribución de mis prendas, eran pequeños, más para mí era todo lo que necesitaba para empezar a extenderme a lo largo de la ciudad. Sé que con un poco de paciencia y perseverancia un día no muy lejano podríamos convertirnos en una de los más grandes estudios de diseño y quizá exportar fuera de nuestro país. Claro, eso era un proyecto por el cual lucharía todos los días. Pero ahora mismo solo deseaba concentrarme en aquellas manos que eran el paraíso para—Ofelia cariño, lleva tus cosas a la habitación, el abuelo viene a cenar esta noche, no quiero que vea la casa en desorden. Te das un baño y bajas a ayudarme. Tu padre también llegará temprano hoy —grité desde la cocina a mi hija de dieciocho años, mientras me ocupaba de que la cena estuviera lista. Había preparado el plato favorito de mi padre y el plato favorito para Valerio, mi marido.Quería complacerlos como siempre. Después de asegurarme que todo estuviera en orden en la cocina. Me dirigí al comedor para poner la mesa y que todo estuviera listo para servir apenas llegaran.—Ya no soy una bebé para que sigas diciéndome lo que tengo que hacer mamá. ¡He crecido! —escuché a mi hija gritar desde la sala.Dejé pasar por el momento la rabieta de mi hija. Ofelia era así, se en
—Buenos días, Imperio —Tristán me saludó al entrar a la cocina, vestía unos jeans ajustados y una playera tipo polo en color negro ajustada a sus músculos, vestido así parecía un hombre mucho más joven de lo que era.Era aún muy temprano por lo que me vi ligeramente sorprendida. En esta casa nadie madruga a excepción de mí; pues me hacía cargo de cocinar y de tener la ropa de Valerio lista para que fuera al trabajo. Una rutina desde hace muchos años.—Buenos días, Tristán ¿Dormiste bien? —pregunté, era consciente de que la noche anterior, me había comportado fría, hasta el punto quizá de hacerlo sentir incómodo; pero le había prometido a Valerio intentarlo y eso era justamente lo que iba a hacer.—Si gracias, eres muy amable al permit
—¿Por qué me haces esto Valerio? Es una oportunidad entre miles, podré trabajar y ayudarte con los gastos de la casa, aliviar tu carga —expresé sintiendo un profundo dolor y vergüenza pues Tristán estaba siendo testigo de esta situación.—Pues lo siento Imperio ¡Pero he dicho que no! Tú tienes responsabilidades que atender en esta casa, Ofelia, Tristán y yo. Sé que no gano lo suficiente para ofrecerte una vida de reina, pero hemos sobrevivido perfectamente todo este tiempo con una posición económica estable, no veo porque tienes que trabajar ¿Cuál es tu empeño?Mi sonrisa se borró de mis labios y toda la emoción antes sentida desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Había renunciado a mis estudios para dar a luz a mi hija y no me arrepentía. Pero Valerio no había renunciado
Le di las llaves del auto a Tristán. Después de lo que hice me consideraba incapaz de conducir para volver a casa. Tenía un contrato para diseñar durante las próximas dos temporadas y debía presentar los bocetos a la brevedad posible. Tenía un trabajo arduo por delante, pero nunca jamás en la vida me había sentido tan plena como me sentía en estos momentos. Estaba decidida a cumplir mis metas.—¿Cómo te sientes, siendo oficialmente una diseñadora exclusiva de Fátima? —Tristán me preguntó con una sonrisa en los labios. Él se mostraba feliz y yo estaba dichosa, tenía poco más de cuatro semanas de conocerlo, pero con él me sentía plena y segura.—Estoy feliz Tristán, pero también tengo miedo de que tu tío se entere de lo que he hecho —respondí con s
—¿Por qué has demorado? —suspiré al escuchar la voz de Valerio, hubiese deseado que estuviera ya dormido, pero al parecer hoy quería más de lo que podía dar.Hay cosas que hacer siempre después de la cena, Valerio —por supuesto él nunca lo sabrá porque nunca se quedaba a ayudar o siquiera a platicar conmigo, simplemente se limitaba a esperar en la habitación a que yo llegara y en su mayoría de veces siempre estaba dormido, algo que agradecía.Camine hacia la ducha para darme un relajante baño y ponerme algo cómodo, regando porque Valerio se quedará dormido, pero tal parecía que hoy no era mi día de suerte. Sonreí cuando él palmeó la cama para qué me acercará a él.Aparté las sábanas y me metí a la cama, sabía desde an
Mi vida dio un giro de 180º desde la muerte de mis padres, tenía la impresión de tener algo inconcluso en mi vida y no sabía exactamente lo que era. Mi madre nunca fue cariñosa conmigo, siempre fue fría y descuidada. Aprendí desde muy niño a valerme por mí mismo. No comprendía como hacía mi padre para soportar su mal carácter.Siempre anulándolo como hombre e incluso algunas veces como padre. Trato en más de una ocasión de dañar nuestros lazos. Sin embargo, en lo único que mi padre fue firme, fue en nuestra relación.Traté de olvidarme de todo eso cuando llegué a casa de mi tío Valerio. Yo era un hombre hecho y derecho, pero esperaba encontrar el calor de una familia. La familia que no había tenido en casa. Mi sorpresa fue grande al descubrir que él no era diferente a mi madre, padec&i
TRISTÁN.—¿Has tenido algún problema en casa de tu tío? —la pregunta de Luciano me sacó de mis recuerdos, no podía aún asimilar lo ocurrido en la madrugada. Me giré para verlo, sin comprender el motivo de su interrogativa.—No, ¿Por qué lo preguntas? —él se encogió de hombros antes de responder:—Pareciera como si hoy escapabas de casa, tu llamada me sorprendió, sé que te dije que debíamos presentar el proyecto a primera hora de la mañana; pero no era necesario salir una hora antes de lo normal.Luciano era un hombre sumamente inteligente y quizá estaba haciéndose ideas erróneas por lo que procedí a hablarle.—No es que esté escapando de casa, mis tíos no atraviesan un buen momento y no me
IMPERIO.Trabajé durante unas horas, necesitaba distraer mis pensamientos, aunque era muy difícil y pese a que Tristán se había comportado como un verdadero caballero. Yo no podía dejar de pensar en su mirada puesta sobre mí.Deje de pensar en lo ocurrido ahí en el estudio, al escuchar el auto de Valerio estacionarse. Salí de la habitación para dirigirme a la cocina. Tenía que preparar el almuerzo, esperaba que, como todos los sábados, almorzáramos y él subiera a la habitación y se encerrara a dormir, yo necesitaba ocuparme en el trabajo y no quería discutir con él y hacerle sospechar lo que me traía entre manos.Mi sorpresa fue grande al ver que no se trataba de Valerio, sino de Luciano, quien hablaba en la sala con Tristán y Ofelia.—Señora Acosta —salu