Todas las familias reunidas en el centro comunitario escuchaban el sermón que el padre Fausto estaba disertando haciendo alusión al amor de padres a hijos y viceversa.
Una vez que la misa terminó la gente abandonó la iglesia excepto las familias que tenían la reunión en el centro comunitario las mujeres trataban de entretener a sus esposos mientras Beto, y Leo, ayudaban a los pequeños con la preparación de los equipos.
Beto y Leo, terminaron sus estudios universitarios, Beto también era abogado y trabajaba con Nachito en su estudio jurídico. Leo, era médico, trabajaba en un hospital a más que colaboraba en el centro comunitario y estaba felizmente casado con Tefa.
Uno de los pequeños avisó que todo está listo, todos se dirigieron al salón del centro comunitario.
Los niños estaban en posición, ansiosos para cantarles a sus padres, quienes se sorprendieron al momento que las notas de «Cuando yo quería ser grande by Vicente Fernández» se escucha
Espero que esta historia les haya gustado, y haya llegado a sus corazones. Este capítulo va dedicado con mucho cariño a todos ustedes mis queridos lectores. No olviden seguir leyendo las demás historias, dejar sus reseñas. Gracias.
Queridos lectores agradezco el tiempo que se toman en leer mis historias. Para leer este libro es necesario conocer su primera parte que se titula: Un contrato por amor.La obra está registrada en el Instituto de Propiedad Intelectual de Ecuador con año 2018. Se ha anexado las versiones anteriores y también los bosquejos e ideas de la trama. Por lo que este libro es de mi completa autoría, y no acepto plagio, ni adaptaciones, ni la distribución ilegal del pdf de ninguno de los libros de mi autoría.Debo aclarar ciertas cosas importantes.La historia contiene escenas de maltrato y violencia doméstica, no están narradas de manera explícita, sin embargo, hago esta advertencia por si alguien es sensible ante esas cosas.Esta historia también habla de una enfermedad grave de la sangre que se la conoce como: Aplasia Medular, todo está narrado con la debida investigación y respet
Katherine se hallaba sentada en la fría banqueta al exterior de su mansión, gruesas lágrimas rodaban por sus mejillas, sostenía una de sus manos en su vientre, aferrándose al pequeño ser que ahora llevaba en su interior.Su mente se hallaba nublada por los enmarañados recuerdos de horas atrás en donde los dos hombres que debían amarla y protegerla, la habían destruido.De Damián, su padre, no se sorprendía en lo absoluto, él jamás mostró un ápice de cariño a ella. Pero lo que terminó por hacer añicos su corazón fue la actitud de Fernando, el hombre al cual le había entregado su corazón.Su guardaespaldas no solo se había convertido en el hombre que la resguardaba de los peligros de mundo exterior, sino también la había ayudado a pegar las piezas rotas que e
Meses antes.Con pasos firmes Fernando García salió el elevador y caminó en dirección al escritorio de la secretaria de la agencia de seguridad para la cual laboraba desde hace dos años.Tatiana recorrió con la mirada al atractivo y apuesto joven.—Hola, guapo… el jefe te necesita —murmuró guiñándole el ojo.Él con la sonrisa fingida respondió:—Gracias.Fer caminó hasta la oficina de su superior preguntándose la razón por la que lo había mandado a llamar.—Señor buenos días, me indicaron que necesita hablar conmigo —pronunció observando a su jefe, quién leía un expediente, y segundos después levantó su mira
Fernando resopló y luego de discutir con Katherine la dejó en el jardín para acudir a la oficina del agente Smith y solicitar los equipos. Se colocó el auricular en el oído y de esa forma mantener comunicación con el resto de escoltas. Revisó de manera minuciosa el arma que le fue entregada, enseguida miró en el iPad los mapas con las rutas que la chica frecuentaba.Luego de recibir varias recomendaciones de su superior regresó al jardín. Con el rabillo del ojo miró a Katherine cruzada de brazos caminando impaciente.—Por tu culpa, voy a llegar tarde a clases —gruñó.Fernando no pronunció palabra, transitó en dirección al auto y realizó una inspección, al ver que todo era seguro giró y sus profundos ojos negros se clavaron en los de Kate.
Los chicos de la banda esperaron a Fernando, al ver que no llegaba, se pusieron a ensayar las canciones, los jovencitos empezaron a tocar: «Ángel by Elefante» en eso el joven García lanzó su chaqueta hacia una silla, llegó bastante contrariado. Se sentó a escuchar a sus amigos y relajarse con lo que le apasionaba que era la música. Se acomodó al lado de Laurita y de otras jovencitas que suspiraban cada vez que lo veían aparecer.Los muchachos terminaron la canción y de inmediato empezaron con el interrogatorio.—¿Por qué vienes tan tarde Fernando? —indagó Leo.—Porque estoy de guardaespaldas del ser más odioso e insoportable de todo el planeta tierra —resopló enojado agitando sus brazos.— ¿Por qué? —Preguntaron en coro lo
Los ataques que le propinaba el verdugo de Kate, le dolían mucho. Aquel hombre no tenía piedad, prefería golpearla en el cuerpo para que nadie viera los hematomas e hicieran preguntas; pero las heridas que más le dolían a ella, no eran las físicas, sino las del alma, para esas no existía cura.La joven agradecía que Fernando, se preocupara por ella; sin embargo, tenía cierta resistencia. No sabía a donde la llevaba. No quería que le preguntaran sobre los moretones. Observaba a su guardaespaldas y era innegable la atracción que ella sentía por él: atractivo, misterioso, con una mirada penetrante y cautivadora a la vez.—¿A dónde me llevas García? —interrogó con curiosidad.—A un dispensario médico, pierda cuidado son gente de confianza y no le van a hacer pregun
Días después.Ariadna pasó por Laura al orfanato para llevarla a comprar un vestido, y así pudiera acompañar a Ignacio, a la fiesta de fin de semestre, los días transcurrían a prisa, el tiempo se venía encima, es así que ya no había mucho tiempo.—Vamos Laurita —ordenó la señora Grimaldi.La jovencita nerviosa caminó detrás de Ariadna por los fríos muros que escondían muchos secretos y tantas vivencias de los niños que año tras año crecían en el orfanato.—Señora Ariadna me da pena con usted; pero no puedo aceptar que se tome tantas molestias conmigo —articuló pausada y temerosa la joven, entonces la dama sonrió con dulzura.—No es ningún fastidio
Enseguida Ignacio emprendió marcha y al cabo de una hora llegaron al lujoso salón. Del brazo de él ingresaron al lugar. Las luces de las lámparas aún no bajaban su intensidad por completo, por lo que Laura pudo apreciar cómo estaba decorado el sitio.En una esquina se mostraba la reluciente barra con los licores para esa noche, en medio del salón se hallaba el escenario y frente a este la pista de baile, a su alrededor estaban apostadas las mesas que lucían finos manteles en color dorado.Varios chicos se quedaron impresionados con la belleza de la joven que acompañaba al apuesto Ignacio Grimaldi.Los labios de Johanna Blake dibujaron una gran O arrugó la nariz y recorrió con sus azules ojos de pies a cabeza a la hermosa chica que acompañaba a Ignacio.—¿Esa es la huérfana? —inqui