Capítulo 3

Los chicos de la banda esperaron a Fernando, al ver que no llegaba, se pusieron a ensayar las canciones, los jovencitos empezaron a tocar: «Ángel by Elefante» en eso el joven García lanzó su chaqueta hacia una silla, llegó bastante contrariado. Se sentó a escuchar a sus amigos y relajarse con lo que le apasionaba que era la música. Se acomodó al lado de Laurita y de otras jovencitas que suspiraban cada vez que lo veían aparecer. 

Los muchachos terminaron la canción y de inmediato empezaron con el interrogatorio.

—¿Por qué vienes tan tarde Fernando? —indagó Leo.

—Porque estoy de guardaespaldas del ser más odioso e insoportable de todo el planeta tierra —resopló enojado agitando sus brazos. 

— ¿Por qué? —Preguntaron en coro los muchachos.

—Es la típica niña rica que piensa que puede humillar a los demás, pero se equivoca si cree que va a hacer lo mismo con Fernando García...

— ¿Qué te hizo? —inquirió Beto—. Debe ser algo grave para que estés así. 

Fer recapituló su tragedia y comenzó a narrar con lujo de detalles su fatídico día, sus amigos se empezaron a reír después de escuchar el relato.

—¿Es bonita? —preguntó Leo.  Fernando rodó los ojos, se quedó en silencio rememorando aquella mirada cargada de melancolía de Kate.

—Saben bien que no me fijo en eso —contestó—; además de que le sirve la belleza, si como ser humano es insoportable. —Resopló llevándose las manos al cabello—. Bueno dejemos de hablar de esa señorita y sigamos ensayando —ordenó. 

Enseguida Beto puso a sonar la batería. Los dedos de Leo rasgaron las cuerdas de la guitarra eléctrica. Nacho tocó el bajo, y Nico el teclado. Las jovencitas que iban a verlos ensayar emitieron un grito, de inmediato Fernando tomó el micrófono y entonó: «Quien by Pablo Alborán ft Alejandro Sanz»

Luego de varias estrofas Ignacio se acercó a Fer y a dúo entonaron.

Quién abrirá la puerta hoy. Para ver salir el sol. Sin que lo apague el dolor. Que me dejó aquella obsesión…

La aterciopelada voz de Ignacio siempre estremecía cada fibra del alma de Laurita, una lágrima solitaria se deslizó por su mejilla, no sabía por qué siempre esas melodías le conmovían el alma. La mirada del joven Grimaldi se cruzó con la de ella y el resto de la melodía se lo dedicó.

Luego de esa primera melodía, tocaron varios temas más, y luego se despidieron de las muchachas. 

Los tres jóvenes subieron al auto de Ignacio, mientras que Fer se marchó en el suyo.  

El agente García ingresó a su departamento, una vez ahí se quitó la ropa y se entró a duchar mientras el agua recorría por sus fuertes músculos se le vino a la memoria la imagen de Kate.

«¡Katherine Blake no vas a lograr tu propósito, eso te lo aseguro!» dijo en su mente el joven agente, sacudió su cabeza y abrió el grifo de agua fría para sacarse de la memoria a la niña insoportable.

****

Katherine observaba el techo de su dormitorio, su mente divagaba en recuerdos del pasado, entonces la puerta de su habitación se abrió, la joven giró su rostro y miró a su prima. No tenía una excelente relación con ella, era dos años menor, pero era la única amiga que hasta ese entonces ella tenía. 

—Hola Kate... ¿Cierto que te pusieron otro guardaespaldas? —preguntó Joha. 

La chica era una jovencita bastante atractiva, rubia de ojos azules, de muy buena figura.

—Lamentablemente si prima, aunque hoy sí que me divertí dándole el susto de su vida a ese patán —mencionó Kate, riendo a gusto.

— ¿Qué le hiciste? —interrogó Johanna muy divertida con las ocurrencias de su prima.

Katherine le comentó lo que le hizo a Fernando, en el centro comercial, ella y Johanna se pusieron a reír.

—Claro que después el muy idiota me regañó... ¿Quién se cree que es para hablarme de esa manera? ¡Lo odio! —exclamó Kate furiosa.

— ¿Y está guapo? —preguntó la joven rubia.

«Es muy atractivo, en mi vida había visto un hombre tan apuesto, varonil, con ese cuerpazo, esos ojos, su color de piel» dijo en su mente Kate.

— ¿Katherine? —indagó Johanna, sacando de sus pensamientos a la joven.

—¿Qué sucede? — inquirió la chica algo aturdida.

— ¿Te pregunté si es guapo tu guardaespaldas?

—Ni me fije bien en ese sujeto, y si lo fuera no me interesa... ¡Odio a ese tipo! —contestó.

—Bueno prima, pasando a otra cosa. ¿Vas a venir conmigo al baile de fin de semestre?

—No lo sé Johanna —respondió desanimada. 

—Por favor di que sí prima quiero presentarte al hombre de mi vida, si lo conocieras es guapísimo se llama Ignacio Grimaldi.

Katherine frunció los labios, y a tanta insistencia de su prima respondió: 

—Está bien voy a ir, pero yo no voy a hacer de celestina entre ese muchacho y tú —advirtió—. Invitaré a James para no aburrirme. 

—Gracias Kate... ¡Te adoro prima! —exclamó la joven contenta.

Las chicas charlaron de banalidades por varios minutos hasta que Johanna se retiró. 

«Maldito guardaespaldas, quien se cree que es, para hablarme en la forma que lo hizo, ni mi padre... ¡Cómo lo detesto! me las va a pagar, voy a idear algo, y hacerle la vida imposible» pensó Kate ya sola en su habitación.

Por un extraño impulso la joven marcó al celular del agente. 

****

Fernando apenas salía de la ducha, secaba su cabello con la toalla cuando escuchó los repliques de su móvil, se acercó a la mesa de noche, y observó en la pantalla el nombre de la señorita Katherine.

— ¿Y ahora qué querrá? —cuestionó en voz alta y contestó. — ¿Qué pasa?

—¡Qué genio! —exclamó ella—, pueden estar a punto de asesinarme y tú te demoras en responder, y después me preguntas en ese tono de voz... ¿Qué pasa? —imitó al joven. 

—Le recuerdo que yo soy su escolta en el día, en la noche la cuida mi otro compañero.

Kate bufó.

—Yo solo te llamé para informarte que acostumbró a salir a correr a las…

Fernando la interrumpió.

—A las seis de la mañana. No se preocupe ahí estaré. Buenas noches.

Fernando colgó el teléfono.

****

Katherine lanzó su celular a la cama furiosa.

— ¡Estúpida! ¿Cómo se te ocurre llamar a ese tipo? ¡Maldito guardaespaldas! —exclamó llena de ira. Aquel hombre la desafiaba, y ella no estaba dispuesta a dar su brazo a torcer, si su padre no podía con toda su rebeldía, mucho menos lo iba a hacer un desconocido al cual le pagaban por cuidarla pensaba ella; sin embargo, él tenía algo que a la joven le llamaba la atención y no lograba descifrar que era, lo que sí hizo Katherine, fue jurar que haría los días de Fernando miserables.

****

Al día siguiente el agente García llegó diez minutos antes de las seis de la mañana a casa de la familia Blake. Pasó media hora después y Katherine, no se dignaba en aparecer.

— ¿Qué haces aquí tan temprano? —preguntó Smith el jefe de seguridad.

—La señorita Katherine, acostumbra salir a correr a las seis de la mañana.

—La señorita no se ha levantado todavía —indicó Smith.

Fernando arrugó el ceño, y presionó sus puños. 

«Esto es la guerra, si ella quiere que yo renuncie no lo va a lograr» pensó furioso. 

Smith lo llevó a la cocina a desayunar. Una hora más tarde, Kate salió con un traje deportivo, el cabello suelto, gafas oscuras.

—¡A correr García! —ordenó al agente; sin embargo, a él se le hizo muy extraño el atuendo de Kate, y la actitud de ella era muy sospechosa.

—Espere — indicó Fernando y se acercó a ella, la observó con atención, y él notó como intentaba cubrirse el rostro con el cabello—. No puede salir corriendo sin que antes yo haga una revisión de la zona —advirtió. 

Kate no refutó, por el contrario, asintió. 

Fernando inspeccionó de manera visual el terreno entonces le indicó a la chica que podía seguir sin peligro. Caminaron un par de calles, hasta llegar a un parque en donde ella por la pista se puso a correr, mientras él la seguía muy de cerca.

El agente García se dio cuenta de que algo le sucedía a la joven, observaba como se detenía a cada instante y se tocaba el abdomen, entonces él adelantó el paso y se cruzó frente a ella.

—¿Eres idiota o qué? —inquirió jadeante—, casi me haces caer —bramó molesta Kate cubriéndose el rostro con el cabello.

— ¿Qué le pasa? —indagó, por un extraño impulso sintió la necesidad de retirarle los mechones del cabello, levantó su mano a punto de hacerlo, pero se contuvo y presionó su puño con impotencia—. Si le duele algo dígame para llevarla a un médico, no puede seguir corriendo en esas condiciones —advirtió Fernando suavizando el tono de voz. 

Kate jadeó intentando tomar aire, su respiración era entrecortada, era la primera vez desde el día que falleció su madre que alguien se preocupaba por ella, sin embargo, sabía que el agente lo hacía porque era parte de su oficio. 

—¿Por qué eres entrometido? —cuestionó gruñendo—. No me pasa nada —protestó molesta. 

Fernando se aproximó a ella, Kate se quedó paralizada al sentir las manos de él, retirándole el cabello del rostro.

El joven distinguió aquella marca morada sobre su hinchado pómulo, su mirada se ensombreció, si había algo que Fernando detestaba era la violencia a la mujer. 

—¿Y este golpe señorita? —preguntó. 

Kate retiró con fuerza la mano del agente. 

—No es de tu incumbencia —balbuceó nerviosa, se hizo a un lado para seguir corriendo.

—Si lo es, porque yo estoy a cargo de su seguridad y si alguien le quiso hacer daño debe notificarme —dijo él corriendo junto a ella. 

Kate se detuvo entonces observó al agente, ceñuda.

—No hay nada que se pueda hacer, tuve un accidente. Eso es todo. —Resopló. 

Fernando le quitó las gafas y aquella mirada llena de tristeza golpeó su alma, el agente sabía que el moretón no era producto de un accidente; era evidente que alguien la maltrataba. 

—Señorita Katherine, esos son golpes, yo los reconozco bien, a mí no me puede mentir.

— ¡Tuve un accidente y punto! ¡No te entrometas en mi vida! —gimoteó agitada—. Tú cumple con tu trabajo que es cuidarme fuera de casa, dentro de ella me resguardo yo sola —masculló llena de furia, hacía un gran esfuerzo para contener las lágrimas que estaban a punto de brotar de sus ojos.

—Tiene razón, a mí me pagan por cuidarla fuera de su casa, lo que si le pido es que tenga respeto si me llama a una hora sea puntual, yo tengo cosas que hacer en las noches y duermo tarde.

— ¿Qué cosas acaso desvelarte con tu novia? —preguntó Kate.

—Eso es problema mío, mi vida personal no se la cuento a nadie — contestó molesto

— ¡Hay que delicado el niño! —exclamó Katherine. 

El agente García, iba a continuar con la pelea; sin embargo, la mirada de tristeza que reflejaban sus ojos lo conmovió.

— ¿A que no me gana en carreras? —desafió Fernando.

—Yo soy buena corriendo García, no me retes. 

Kate se puso en posición de competencia.

— ¡En sus marcas, listos, fuera! —gritó ella.

Corrieron un tramo no muy largo. Kate hacía un esfuerzo por ganar, el agente se dio cuenta de que estaba adolorida, entonces disminuyó la velocidad, la joven se detuvo y se acostó en media pista.

— ¿Qué hace? ¿No ve que hay gente corriendo por aquí?, ¿Está loca o qué le pasa? —cuestionó Fernando; pero Kate no podía pronunciar palabra, tampoco tenía fuerza para levantarse fue entonces que el agente García se inclinó ante ella y la cargó en sus fuertes brazos y la sacó de la pista. 

Katherine se estremeció al estar tan cerca de él. Fernando la depositó con cuidado en el pasto, a un lado del camino.

—¿Señorita en donde le duele? —preguntó preocupado.

—No es nada —respondió Kate, con lágrimas en los ojos.

—Vamos a que le revise un médico —insistió Fernando, ella negó con la cabeza.

—¡No! —exclamó nerviosa—, van a empezar con preguntas y todo lo demás, no quiero eso. —Sollozó Kate.

Fernando presionó sus puños, la impotencia recorrió sus venas, sintió pesar por ella. 

—Tranquila Señorita, yo sé de un lugar donde la van a atender y nadie le va a hacer preguntas —aseveró. — ¿Puede caminar?

Kate negó con la cabeza.  Él volvió a levantarla en sus brazos. La mirada de ella se cruzó con la de Fernando ambos percibieron algo que jamás habían sentido, en especial el joven agente. Notarla así de indefensa, desprotegida, movió en él ciertos recuerdos de su niñez, en ese momento se sintió identificado con ella; pero después reaccionó:

 «Fernando García ¿Qué te pasa? No puedes involucrarte con ninguna mujer recuérdalo y mucho menos con quien está bajo tu cuidado» se regañó.

Katherine por otro lado sentía miedo. No podía decir quién era la persona que la golpeaba. No le gustaba hablar de eso. Además, en todos estos años, nadie se había preocupado por ella, como en ese instante lo estaba haciendo al agente García. Era consciente que eso no era parte de su trabajo. No entendía por qué razón la quería ayudar, cuando ella sabía que nadie podía hacer nada por salvarla, porque quien lo intentara no iba a salir con vida.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo